Ignasi Miquel muestra su frustración en un momento del encuentro, justo al lado de Antonio Puertas. LOF
La resaca

El Granada, en la nada absoluta

El equipo se desploma tras una imagen patética, sin que el cambio de técnico ayude, con evitar el farolillo rojillo y no ser la peor versión de su historia en Primera como únicos objetivos

Rafael Lamelas

Granada

Domingo, 31 de marzo 2024, 00:05

Se podían empeorar las sensaciones que dejaba el Granada fuera de casa con Alexander Medina, aunque pareciera increíble. En Cádiz, los rojiblancos se instalaron en la nada absoluta, derramando cualquier efecto positivo de la llegada del nuevo entrenador, que tampoco tuvo su mejor día. Falló ... hasta el más destacado jugador de campo de los últimos meses, Sergio Ruiz, que parecía un pato mareado por el Nuevo Mirandilla. El esquema de inicio de José Ramón Sandoval no funcionó y envió un mensaje inquietante, como si la fiabilidad atrás solo se pudiera conseguir por acumulación, lejos de cualquier propuesta valiente. Fue un bloque medio que se fue hundiendo poco a poco, menos pegajoso de lo debido, que solo se abrió con el marcador en contra. Si Sandoval quiso liberar mentes, los futbolistas parecieron más encadenados que nunca.

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El rescate de Miguel Rubio en una zaga con tres centrales y encomendar los costados a Ricard Sánchez y Carlos Neva no presagiaba nada osado, especialmente por el lado de un capitán que lleva errático demasiadas semanas. Tampoco cuajó esa especie de rectángulo del centro del campo, con Hongla y Ruiz abajo y Melendo y Villar por delante, todos enredados, cuando no fuera de onda, incapaces de asear la distribución de balón y de ganar duelos. Solo con la presencia de Gumbau en la segunda parte, tras la ventaja del Cádiz, se observó alguna secuencia prometedora, tolerada siempre por un rival que no vio peligrar el resultado salvo en el chut de falta del centrocampista catalán, con un rechazo que no embocó Corbeanu.

El Granada se desploma tras una imagen patética que le costará mucho enmendar este próximo jueves ante el Valencia. Sus objetivos más razonables serán evitar el farolillo rojo, en dura pugna con el Almería, que sigue a un punto tras perder en casa con Osasuna por 0-3; y distanciarse del peor Granada de todos los tiempos en Primera, aquel que abrió el ciclo chino en la propiedad y que concluyó la Liga como último clasificado, con apenas 20 puntos. Ahora, los nazaríes tienen 14, con nueve partidos por delante; los ocho del resto y el extra que consume esta semana.

El problema principal no está en aceptar el descenso, algo a lo que ya se resigna cualquier seguidor. La cuestión es si el club podrá aguantar tantas semanas de competición si no hay una mejoría apreciable en medio de un ambiente crispado respecto a la cúpula directiva. Ya hubo críticas al palco en el último partido en Los Cármenes y es obvio que no habrá un cambio de tendencia en la grada dentro de unos días. La gente sigue cabreada y el nuevo técnico no ha podido ejercer de cortafuegos de momento para que haya una tregua y que todo se concentre en el verde.

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Sandoval querrá cambiar las tornas. Irá con arrojo, seguramente al intercambio de golpes con el Valencia, aunque con la dificultad de tener la delantera cogida por alfileres. Renunció de inicio a los extremos, pero sí acabó con ellos, con Pellistri y Corbeanu. También adosó a Puertas al ataque, incluso a Callejón algo más retrasado. En ningún momento posó su mirada en Matías Arezo, el único delantero sano, pero que ha entrado en una nebulosa. Medina quiso que se quedara tras concluir su cesión en Uruguay, que tuviera una segunda oportunidad en España, pero el chico no ha respondido.

Es difícil vislumbrar la hoja de ruta de los rojiblancos. Lo normal es que Sandoval busque competitividad y que trate de sacar el jugo a los futbolistas, sobre todo a aquellos que tienen contrato y que presumiblemente no se pondrán en el escaparate tras el descenso. No puede ser el único criterio en la alineación porque hay jugadores cedidos que se merecen seguir en el campo, caso claro de Augusto Batalla, y porque hay integrantes que saldrán pero al menos se han comportado con profesionalidad y conviene que 'luzcan' para elevar su cotización.

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Nadie dentro quiere un epílogo circense como aquel con Tony Adams, con sus siete derrotas en siete partidos. Tras catástrofes así llegan revoluciones que arrasan con casi todos.

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