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Este Granada parece otra cosa. Parece un equipo. Una estructura competitiva, acorde a la de los que luchan por salvarse en Primera división, no a la de aquellos que se hunden en el fango y se dejan ir. Tienen pulso los rojiblancos, agitados por sus ... fichajes iniciales, por el compromiso del resto a los que eligió Alexander Medina, quien hizo añicos la pizarra de su homólogo, Sergio González. Fue la segunda victoria de la temporada justo cuando se llega al ecuador de la misma. Un triunfo de valor añadido por ser ante un rival directo, que sigue cuatro puntos por encima porque han sido muchos meses de los nazaríes cayendo en barrena, desangrándose gol en contra a gol en contra. La crisis se interrumpió justo ante la primera puerta a cero de todo el curso. El camino a seguir. La escarpada por ascender.
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El club ocultó a conciencia todos los entrenamientos tras las vacaciones navideñas por lo que poco se sabía del estado de los dos primeros fichajes invernales, más allá de la vuelta de Matías Arezo. La inscripción de Bruno Méndez quedó zanjada en la misma mañana del partido y la de Augusto Batalla, minutos antes del encuentro, con una alineación provisional circulando en la que paraba André Ferreira. Pero al final se cumplió el anhelo de Alexander Medina y su compatriota apareció en la defensa y el arquero, al que se había enfrentado en Argentina, bajo palos. El charrúa es eficaz, sin ornamentos. Batalla responde al arquetipo clásico de su país. Una autoconfianza necesaria, tranquilo y sin corromper por la dinámica previa.
Granada
Batalla; Ricard Sánchez (Vallejo, m. 79), Bruno Méndez (Miguel Rubio, m. 79), Ignasi Miquel, Carlos Neva, Álvaro Carreras (Antonio Puertas, m. 88); Sergio Ruiz, Gonzalo Villar; Bryan Zaragoza, Myrto Uzuni (Matías Arezo, m. 79) y Lucas Boyé (José Callejón, m. 72).
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Cádiz
Ledesma; Iza, Luis Hernández, Fali, Lucas Pires; Rubén Alcaraz (Brian Ocampo, m. 76), Álex Fernández (Kouame, m. 46), Darwin Machís (Robert Navarro, m. 46), Rubén Sobrino; Chris Ramos (Negredo, m. 80) y Maxi Gómez (Sergi Guardiola, m. 59).
GOLES: 1-0, m. 22: Uzuni; 2-0, m. 69: Bryan Zaragoza.
ÁRBITRO: Pulido Santana (comité canario). Roja directa a Rubén Sobrino (m. 55). Amonestó a los locales Ricard Sánchez (m. 64; acarrea suspensión), Lucas Boyé (m. 65) e Ignasi Miquel (m. 86); y a los visitantes Rubén Alcaraz (m. 21), Álex Fernández (m. 42), Chris Ramos (m. 43) y Fali (m. 97).
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 19 de LaLiga EA Sports, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 17.732 espectadores. Se guardó un minuto de silencio, acompañado de aplausos, en memoria de Ángel Castellanos, presidente de honor del Granada y exfutbolista rojiblanco.
Sorprendió 'Cacique' con una zaga que pareció de tres centrales, con Bruno en el perfil diestro y Neva más hundido que otras veces para que Álvaro Carreras ocupara el carril, aunque luego evolucionó a la retaguardia más convencional de cuatro, siempre con muchas ayudas cercanas. El reparto ofensivo también resultó curioso, con Uzuni más centrado, Boyé entre líneas y Bryan con mayor tendencia a la zona derecha, pero sin pegarse mucho a la cal.
La grada ansiaba el chequeo al cancerbero e hizo una primera verificación a los pocos minutos, en un córner del Cádiz que blocó alto, esplendoroso, con un saque rápido con la mano que desencadenó un gran ataque. Bryan garabateó por la izquierda tras la recepción, dudó a quien pasar mientras se insertaba en el prado enemigo y halló a Boyé, que rápidamente buscó a Uzuni. El albanés golpeó el balón con la pezuña y marró una ocasión clara.
El equipo había mudado de piel. Se percibía en las disputas, en las que casi siempre se imponía un rojiblanco. La devolución al ruedo de Carreras dio vigor a la banda izquierda. En un envío suyo, mal repelido por Pires, Boyé voleó sin maldad, fácil para su compatriota Ledesma.
El Cádiz se veía superado por el ritmo de juego y trataba de administrar anestesia recreándose cuando el balón se detenía. Atrás, Bryan buscaba a Fali, algo personaje fuera del campo pero imperial en sus acciones sobre el verde. Interceptó un pase definitivo del malagueño que buscaba a Boyé. El delantero vio cómo le anulaban un gol en una jugada personal en la que se hizo un control orientado con la mano.
El partido estaba animado, con un pulso evocador entre Neva y Machís, en el que dominaba el lateral que tantas veces hizo de guardaespaldas al venezolano. El Granada se asentaba mejor, como si tuviera el plan de partido estudiado al dedillo, con una mejoría notoria en la asignatura del balón parado. Bryan sirvió al área en uno de ellos, Boyé se elevó para peinar el esférico y Uzuni entró al remate como un búfalo. La pelota entró, el asistente levantó la bandera y forzó la primera revisión en las pantallas. Tras algo de dilación, Pulido Santana tuvo que asumir que no había fuera de juego de nadie. Con tres minutos de retraso, Uzuni calmó su sed de gol.
Se sulfuró desde entonces el pichichi en Segunda. Ledesma le sacó un tiro que tenía esencia de celebración y luego marró otra clarísima, en un pase musical de Bryan que le pilló entrando al área, pero desubicado ante la salida de Ledesma.
Estaban todos entonados en una magnífica primera mitad, con soltura ofensiva y la tensión justa en los lances. Pero llegó la polémica en el alargue del primer tiempo. En la única escapatoria de Machís, restalló el látigo ante Batalla, que reaccionó escupiendo la bola, justo cuando Soriano se abalanzó sobre él. Metió los dedos, el extremo cayó al césped y Pulido cobró penalti.
De nuevo, conversación por el auricular mientras se ponía la lupa. Tras tirar líneas, descifrar jeroglíficos y hacer alguna ecuación, consensuó con Prieto Iglesias que ahí no había pasada nada punible. A Batalla, definitivamente, no le falta carisma ni tampoco estrella.
Once minutos se estiró el acto inicial, para un descanso en el que Sergio González remodeló su medular sacando a Álex Fernández y al apagado Machís. Para Medina no había otra cosa que esperar que todo tendiera a lo mismo. Pero incluso mejoró pronto cuando, en una contra de los visitantes, a Rubén Soriano se le fue el pistón y le soltó un gancho a Gonzalo Villar en el cuello cuando este iba a cuerpear con él mientras retrocedían. Pulido no lo percibió, pero sí los del estudio, avisando de que convenía sacar la roja.
Con superioridad numérica y en el marcador, el Granada se relamió. La misma concentración, pero masticando mucho más cada jugada, con las cosas muy claras. Tenía que mantener el orden y aguardar con paciencia a que asomara algún pasillo de fuga. Lo encontró Boyé a la profundidad con Neva, que cabalgó a toda mecha para dar un balón muy largo desde el costado, que aterrizó en los pies de Bryan. Necesitaba el canterano una consecución para volver a besarse el escudo con amor y lo consiguió para euforia generalizada.
El triunfo parecía enlatado y Medina dio paso a Callejón, al que respeta, que a punto estuvo de estrenarse. Se guardaba una triple sustitución para después, una de rehabilitación para Vallejo y Miguel Rubio y también para rescatar a Arezo para la causa. Era una tarde propicia para ello. Para la ovación y el disfrute. Debieron caer algunos goles. Para mirar 2024 de otra manera. Para creer que se puede.
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