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Antes de que comenzase el partido de ida del 'play off' de ascenso a Primera RFEF con el Recreativo, el delegado de equipo del Real Avilés buscó su nombre en las paredes del interior del estadio que tienen grabados los de todos aquellos que defendieron la camiseta del primer equipo rojiblanco y lo encontró. Joaquín Alonso jugó un puñado de partidos para el Granada en 1993, cuando Nando Yosu le reclutó para pelear por otro ascenso, este a Segunda división, finalmente frustrado. «Todavía lo recuerdo, es una ciudad especial. Fue la única vez que salí de Asturias en toda mi carrera deportiva», rememora para IDEAL uno de los pocos futbolistas que han vestido ambas camisetas en la historia.
Apodado 'la bala de Ventanielles' por lo rápido que era, Joaquín Alonso fue «una apuesta personal» de Nando Yosu para los últimos partidos del campeonato al valorar su experiencia en Segunda división tanto con el Oviedo como con el Real Avilés en cursos anteriores. «Me llamaron al límite del plazo para inscribir jugadores y no tuve mucho tiempo para pensarlo, así que viajé durante toda la noche», comparte. Jugó los cuatro últimos partidos de Liga, con derrota en Jerez y triunfos en Los Cármenes ante Jaén (con gol) y Linense con un empate en Extremadura de por medio, y luego en la promoción acabó tan decepcionado como todos al no pasar del empate en Baracaldo y perder los dos partidos con el Murcia así como con el propio Baracaldo en casa. «No salió bien pero guardo recuerdos muy buenos porque Granada es espectacular. Me hizo ilusión volver y me alegra que se esté viviendo un momento tan bonito en la ciudad aunque a mí me quedase una espinita», admite.
Joaquín Alonso no habla solo por la vuelta del Granada a Primera división sino por la permanencia del Covirán en la ACB e incluso el posible ascenso del equipo femenino a Liga F. «Solo espero que no suba también el filial, porque al Avilés le hace mucha más falta», apunta, y coinciden con él dos avilesinos que se quedaron vivir en la provincia después de que el fútbol se la descubriera: Miguel Espejo y Salva Álvarez. Ambos conocieron a sus respectivas mujeres mientras vistieron de rojiblanco y decidieron quedarse a vivir. Espejo, en la capital; Salva, en Baza.
Espejo jugó en el Real Avilés en Segunda B de 1983 a 1985 y en el Granada de 1986 a 1988 con un ascenso a Segunda y su posterior descenso inmediato. «Había jugado en Palencia y al ofrecerme venir me pareció un buen sitio. Estuve muy a gusto, ascendimos con Joaquín Peiró y la verdad es que lo recuerdo como una gran alegría en la ciudad después de muchos años de frustraciones. Tuvimos un equipo buenísimo», recuerda. Asistió al partido de ida, que le hizo ver la eliminatoria «muy igualada», y no podrá asistir por poco al de vuelta también al acudir precisamente esta semana a Avilés para reencontrarse con su familia, que mantiene allí, pero con necesaria vuelta el sábado. «Me quedaré con las ganas», reconoce.
Salva, por su parte, se formó en el Avilés como cadete y juvenil y, tras debutar con el primer equipo en Segunda B siendo muy joven, se marchó al Sporting de Gijón en Segunda sin protagonismo. Firmado por el Granada en 2006 tras pasar por el filial del Zaragoza, vivió las dos temporadas anteriores al desembarco de Gino Pozzo y Quique Pina con más pena que gloria. «Al segundo mes de competición me rompí la rodilla y ya no volvió hasta la siguiente temporada, con Óscar Cano. Aún le estoy muy agradecido a José Alfonso Morcillo porque consiguió que me recuperase muy bien, aunque el míster apostó por otros jugadores, ya que los había muy buenos, y al terminar contrato sabía que no iba a continuar y me fui al Vecindario», recuerda. Con todo, presume de haber vivido partidos «con el campo tan lleno como ahora en Primera» entonces, por ejemplo en derbis contra el Córdoba. «Conozco ese ambiente y sé que esta ciudad merece un equipo en Primera», remarca Salva.
Aunque ya no sigue mucho el fútbol, «no tan enganchado como antes», propuso a su hijo que le acompañase a la ida con el Recreativo en Los Cármenes el pasado sábado pero el trabajo no se lo permitió finalmente. «Milla jugó conmigo y es un buen tío, me alegraría muchísimo por él si suben, pero el Avilés siempre ha sido un club importante de Asturias pese a sus problemas económicos y, ahora que al fin están haciendo las cosas muy bien, llenando el campo, lo necesita más que un filial», atiende Salva, quien no obstante prefiere «no decantarse» y desear «que gane el mejor».
Aún antes incluso que Joaquín Alonso, Miguel Espejo o Salva Álvarez, también compartieron un pasado común en el Granada y el Real Avilés tanto Carolo en los sesenta como Rafael Yedra 'Fali', que tras jugar en Segunda como rojiblanco entre 1977 y 1981 colgó las botas en Asturias con unos últimos partidos en Segunda B en 1985.
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