La reconstrucción urgente emprendida por el Granada en este mercado de enero obedece, como es lógico, al intento de reaccionar ante una situación deportiva delicada, con el equipo penúltimo, pero viene afectada por la planificación veraniega, una herencia que lastra por su insuficiencia y por ... el bajo rendimiento de algunas de las apuestas de la comisión encargada en el club, con el ya exdirector deportivo Nico Rodríguez como teórico referente, pagano de los desatinos con su despido.
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Lo ocurrido en el periodo estival tiene dos raíces influyentes. Una, las cargas que supusieron el salto de categoría. El deseado regreso a Primera división acarreó la activación de las opciones de compra obligatorias de dos futbolistas, Shon Weissman y Famara Diédhiou, que apenas habían tenido relevancia sobre el césped. 3,5 millones costó uno y 500.000 euros el otro, lo que devoró parte del margen del límite coste-plantilla. A ello se unieron las renovaciones por ascenso de Óscar Melendo, José Callejón y Alberto Perea, con consiguientes subidas salariales. Este último, con un papel absolutamente secundario. Los dos primeros, más protagonistas, aunque el motrileño ya había perdido el sitio en los últimos partidos de Segunda en favor de Bryan Zaragoza. Melendo ha pasado a un rol anecdótico y el costero no destaca.
La otra situación que marcó el periodo fue la ralentización de los primeros movimientos. Aunque la dirección deportiva tenía mucho trabajo avanzado, la parálisis inicial de la propiedad, con la especulación de una compra del club en el ambiente, probablemente influyó en que algunos frentes no se pudieran cerrar y que otros que sí llegaron tuvieran una gran incertidumbre. Así lo reconoció en su día Gerard Gumbau, que llegó libre. Este empezó bien la temporada, pero ha ido a menos con el paso de los meses. Con el aterrizaje de Hongla y ante la mejoría de Sergio Ruiz, no tiene tan fácil aparecer en los esquemas.
Peor le ha ido a dos de las incorporaciones defensivas, una zona que requería valores más seguros aunque llegara a la élite con el Zamora de la división de plata bajo palos, Raúl Fernández. Jesús Vallejo, que no había dejado mal recuerdo de sus anteriores etapas en la entidad a pesar de algunos percances físicos, se ha pasado prácticamente la primera vuelta fuera de los terrenos, entre molestias musculares y un problema personal que no parece haber dejado atrás, pese a participar con el Cádiz y viajar a Sevilla. Mucho peor le ha ido a Manafá, quien tenía que cuestionar la titularidad de Ricard Sánchez en el lateral derecho y que tardó meses en coger el ritmo para luego decepcionar con sus actuaciones, resuelto en ataque pero muy endeble atrás.
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Sí estaba funcionando mejor, más como extremo que como lateral izquierdo, Álvaro Carreras, pero la letra pequeña de su cesión, que se cerró en el último día del mercado tras muchas semanas trabajándose, permitía que el Manchester United tuviera la baza de romperla en invierno si lo consideraba necesario, como así ha sido, para prestarlo al Benfica.
Que todo lo veraniego parecía torcido también se vio con la salida inesperada de Samu Omorodion, al que no le hicieron una segunda renovación en su momento y que se marchó al Atlético de Madrid por seis millones de euros, el valor de su cláusula, para luego irse cedido al Alavés, rival directo. Lo único 'bueno' que tuvo es que esta operación insufló liquidez al Granada para fichar a Lucas Boyé por unos siete millones más variables. El dilema con el argentino, que da mucha continuidad al juego de ataque, es que sigue teniendo las mismas dificultades ante el gol que siempre, con solo tres dianas en su haber. Su tope en el Elche fueron siete.
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El más potable de los refuerzos de hace unos meses ha sido Gonzalo Villar, quien ha mostrado calidad en el centro del campo, aunque sin la regularidad necesaria. Muchos asuntos quedaron en el tintero en aquel cierre el 2 de septiembre. La dirección intentó traer un jugador polivalente, que pudiera actuar de central o pivote defensivo. Tanteó precisamente a Hongla y tuvo cerca a Paul, del Betis, pero este acabó en Francia.
No hubo alternativas. Tampoco salidas que liberaran dinero del tope salarial. El Granada rescindió a Bodiger y cedió a Soro y Víctor Meseguer. Ninguno está triunfando en sus destinos. Faltaron muchísimas cosas y entre lo que se hizo, se han evidenciado demasiados fiascos. Por esto llegó Matteo Tognozzi como revulsivo, ahora envuelto en una metamorfosis sin mucho margen de error, ni en las elecciones hechas y por concretar ni en el calendario que le aguarda al equipo.
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