'Compae, no des el parche'. En esta tierra, esa frase expresa un deseo claro y conciso. Estar a la altura de las circunstancias, no desentonar y, casi por oposición, merecerse estar en un sitio. Ayer, en Malmö, el Granada no dio 'el parche'. De ... hecho, lo lucirá seis veces en su manga. Como mínimo. Los rojiblancos han demostrado que no hay listón suficientemente alto, ni un sueño demasiado grande. Este equipo es una máquina competitiva que Héctor Ruiz, entre bromas, definió con simpatía. «Si fuese 'Humor Amarillo', nadie querría encontrarse al Granada tras la puerta».
Los de Diego Martínez fueron dueños y señores de un partido más apretado por el nudo que cada granadinista tenía en la garganta que por el fútbol del rival. Los de Tomasson fueron rudos, y no parecieron creerse al rival. Esa 'Mentalidad Malmö' les llevó a pensar que los primeros minutos de tormenta pasarían, cuando aún había bandera verde en la playa.
La roja ondeó cuando Puertas convirtió su zona en pista de patinaje. El almeriense fintó ir en corto a Víctor, cuando en realidad se preparaba para hacer largo el campo. Tras el pase poético del capitán, con el más sutil de los recortes, hizo patinar a su marcador y tuvo la mente despejada para evitar el golpeo o el pase a Soldado. El valenciano arrastró y Machís apareció. Ahí era.
El 0-1 pareció sentar mal al Granada, que bajó el ritmo y dejó que los suecos respondieran. Rui Silva evitó el empate, hasta que Knudsen puso un saque de banda en el punto de penalti. Gonalons lo mandó al palo y Berget, dentro. Mismo premio para el que hizo mucho y para el que no hizo nada.
En la segunda parte, los suecos redoblaron esfuerzos. No para remontar, sino para evitar que el Granada desplegara su juego. No les llegaba su fútbol y pensaron que quizá resultaran vencedores de una bonita velada de UFC, demostrando que saben usar más llaves que la de Allen. Pero una de las claves de este Granada es su adaptación. Los de Diego Martínez no se arrugaron y, sin meterse en barros, impusieron su teoría.
Nadie habría apostado por un gol en esos minutos, que no eran sino la calma que precede a la tempestad. La volvió a desatar Puertas. Merodeó el área como hacía en Primera Andaluza, con el olfato que en Tercera y Segunda B sacó adelante tantas batallas del filial. Recibió con la confianza que Diego Martínez le brindó en Segunda y definió como lo que lleva más de un año siendo: un 'killer' de Primera. El '10' mezcló todos sus 'yo' rojiblancos para celebrar su primer gol en la Europa League.
Los suecos no tuvieron otra respuesta que endurecer más aún su juego. Ni la salida de Christiensen alumbró el oscuro destino de ese estadio que ni Nuevo de Malmö, ni Eleda, ni SwedBank. Ahora es el 'Estadio del EuroGraná'. Lo dejó claro Yangel Herrera, que ajustició a los celestes como más duele. A balón parado,
Montoro la puso llovida y el venezolano culminó su gran encuentro con una volea a bocajarro. Se llevó el dedo índice a la boca, como pidiendo el silencio que los ultras suecos no les concedieron la noche del miércoles. Fue la primera decisión torpe de los nórdicos, que apostaron su primer golpe a que los de rojiblanco no durmieran sin saber que este equipo sueña despierto.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.