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Hoy hace un año que la historia del Granada CF volvió a experimentar un volantazo, aunque a mejor. A mucho mejor. Han sucedido tantas ... cosas desde entonces -4 de junio de 2019- que parece hasta poco, pero hace un año que el Granada volvió a Primera división en Mallorca, en el Estadio de Son Moix. Como no podía ser de otra forma, lo hizo con agonía: con un gol de Fede San Emeterio para empatar a dos minutos del noventa y siguiendo lo que sucedía en el Carlos Belmonte, donde el Málaga terminó resistiendo las acometidas del Albacete. «Es difícil describir lo que sentimos cuando acabó todo, pero fue una gran liberación, una suma de sensaciones… Fue la hostia», aciertan a contar, desde una furgoneta en Marbella, los utilleros Jesús Pérez y Antonio Hidalgo 'Júnior'.
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Fue un martes porque no pudo ser el domingo anterior: un día antes, el sábado, José Antonio Reyes fallecía trágicamente en un accidente de tráfico. El aplazamiento de la jornada en señal de luto postergó un ascenso que se esperaba en el duelo anterior, en Los Cármenes contra el Cádiz. Parecía la fecha señalada, pero un golazo de Aketxe detuvo los festejos. «Pensábamos subir ese día y fue un chasco. Al principio parecía que se acababa el mundo, pero no era un fracaso; el míster había dicho que teníamos que ir partido a partido y eso hicimos, como una familia. Estuvimos tranquilos y nos fuimos viniendo arriba con los días», cuentan Jesús y Júnior desde la concentración del Granada.
Ambos reconocen que, tras la muerte de Reyes, hubo futbolistas «impactados y un poco jodidos porque lo conocieron y fueron compañeros», pero que el equipo se mantuvo «mentalizado». Aseguran que, en el viaje a Mallorca, lo que predominó fue «la naturalidad». «Todos sabíamos la importancia que tenía el partido pero lo tomábamos como uno más, aunque conforme se fue acercando la hora te entraban los nervios. Sabíamos que si no era ahí sería a la siguiente», reflejan.
Diego Martínez pidió que nadie consultase los demás resultados en el banquillo, y que por supuesto nadie dijese nada a los jugadores. Jesús y Júnior no pudieron evitarlo, «medio escondidos con el móvil como cuando se hace una travesura». «El Mallorca se adelantó y el empate fue una locura. Cuando se pitó el final, los jugadores vieron los móviles y nos preguntaron», recuerdan. A Jesús se lo retransmitió su padre. Con el final en Albacete, tras una tensa espera, la euforia.
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La fiesta tuvo lugar sobre el césped «porque a los vestuarios no se podía entrar». «A alguien se le fue la cabeza y vació un extintor. Los dejamos blancos, había una nube blanca increíble y olía fatal; eso fue muy escandaloso», comentan ente risas. «Creemos que fue Fran Rico», confiesan a medias. Sobre el verde se manteó «a todo el que pasaba», incluido al presidente John Jiang. «Es muy humilde, no entiende castellano pero se acerca a todo el mundo por igual», señala Jesús.
El propio Diego Martínez pidió a todo su cuerpo técnico que lo acompañase en su rueda de prensa triunfal, incluidos Jesús y Júnior. «Fue uno de los tantos detalles que tiene», le agradecen. Interrumpieron la conferencia los jugadores, con un ánimo algo más «vandálico». Minutos más tarde dejaron Son Moix directos a un pub que abrió exclusivamente para ellos. «Nuestra cena fue cerveza y pizza», concretan, «pero la fiesta no fue larga porque de tanta tensión estábamos todos muertos; te desplomas».
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De ahí, a Granada. «Allí fue lo más bonito, con tus seres queridos y todo el personal del club. Había muchísima gente; parecía que habíamos ganado la Champions», comparten. «Primera es otro rollo, y es muy difícil subir. Muchos equipos gastan un dineral y no entran ni en liguilla; tú puedes tener muchos jugadores de renombre, pero sin una familia no subes«, apostilla Júnior. El cabezazo de Fede San Emeterio, el premio a un equipo que sigue su leyenda. Historia es.
Aquella también fue una jornada inolvidable para José Luis España, presidente y fundador de la Peña del Granada CF en Baleares, uno de los muchos granadinos que residen en las islas. «Quedamos en los alrededores y no vino mucha gente, pero cuando íbamos al estadio empezaron a aparecer granadinistas y me dio un subidón; éramos más de 300. Nunca había visto tanta unión en torno al Granada en quince años allí. Se me pone la piel de gallina de recordarlo», admite emocionado. «El gol de San Emeterio fue una explosión, empezamos a saltar todos. Ya nos sentíamos ascendidos. Se me quedará para toda la vida», añade. Fue de los que se quedó hasta el fin de fiesta en Son Moix. Quién se lo iba a decir quince años después de dejar Granada.
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