
Equipos de autor
Cartas desde China ·
Los buenos entrenadores son los que reconcilian a los jugadores con su naturaleza más esencial, sin desarrollarse en conceptos falsosCartas desde China ·
Los buenos entrenadores son los que reconcilian a los jugadores con su naturaleza más esencial, sin desarrollarse en conceptos falsosNunca me ha gustado hablar de equipos de autor, que las cosas de los demás se hagan como uno quiere me suena egoísta, déspota ... y antinatural. Los equipos no son de nadie sino que son con alguien. Decir 'los equipos de' suena tan desgraciado como decir 'la mujer de'. Quizás solo sea un problema lingüístico, de preposiciones, de palabras invariables que establecen relaciones de dependencia entre dos o más palabras –palabras y no personas–.
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La última hora de granada
El poeta Khalil Gibran decía que «tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida deseosa de sí misma; no vienen de ti, sino a través de ti, y aunque estén contigo no te pertenecen». Y es que los seres humanos sólo necesitamos seres humanos para lograr sensaciones de bienestar, no revoltijos de ideas que promuevan y satisfagan lo más oscuro de nosotros. Por eso los buenos entrenadores son los que dejan ser, los que rompen vínculos conceptuales sin generar desapegos neuróticos, es decir, frialdad, indiferencia y distancia.
Los buenos entrenadores son los que reconcilian a los jugadores con su naturaleza más esencial, sin desarrollarse en conceptos falsos como el repliegue (¿acaso hay niños a los que les guste jugar con la pelota y huyan de ella para proteger determinados espacios?), siendo el fútbol beber agua, comer pan y ayudar a los demás. Para ello, hay que darle una importancia superlativa al balón, a su consecución rápida y repartimiento óptimo, a su elaborado desde la línea de meta propia hasta la línea de meta contraria.
Hay que considerar la táctica de manera flexible, transigente, evolutiva, produciéndose esta mediante saltos hacia lo desconocido. La organización puede ser efectiva sin paridades, igualdades ni regularidades, sin correspondencias ni equilibrios. No hace falta tenerlo todo controlado para ser buenísimo. El entrenador de fútbol se hace imprescindible cuando no es devorado por los roles equívocos que atribuimos a los encargados de dirigir un equipo. Por ello solo disfruto viendo el juego que se hacía antes, el de los años 70 u 80, o el que practican los equipos de Sampaoli, que más que suyos son de todos.
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