Existe un jugador de fútbol genial en Domingos Quina pero falta por ver si esa materia prima puede convertirse en un futbolista. Son conclusiones probablemente precipitadas, pero hay que llenar esta página con algo. Lo cierto es que baila más que juega, amante del culebreo y la conducción larga que acaba en un regate y luego en otro. Al luso le tocó ejercer de compinche de Yan Eteki en la medular y la misión le vino grande, incapacitados ambos para recuperar el dominio del partido con el que se hizo el Huesca desde el primer cuarto de hora. Más exactamente, desde que Rui Silva le soltó un guantazo a Dani Escriche mientras el balón iba por otro lado. Quina se fue desdibujando y poco más de él se supo de ahí en adelante. Salió acalambrado, el pobre.
Domingos Quina no era el centrocampista que Diego Martínez pidió a Fran Sánchez en el pasado mercado de invierno, pero sí el que le pudo conseguir. Ocurrió tres cuartos de lo mismo en aquella última jornada de la ventana de fichajes con Adrián Marín, que cuando supo del interés rojiblanco ya tenía un pie en Granada prácticamente de lo rápida que fue la operación. Diego Martínez quería un lateral izquierdo y un centrocampista y eso le firmaron, aunque fuese a minutos –a uno– del cierre del mercado a medianoche. Son refuerzos invernales cuyo aporte inmediato, pese al golazo del luso en Huesca, no puede ir mucho más allá de permitir con la rotación que otros descansen. Que no es poco.
Adrián Marín, todo buenas maneras y palabras desde su primer día como rojiblanco, ha salido ya retratado en varias fotos en los dos ratos que ha jugado por ahora. En Huesca empezó bien, y de hecho participó en los dos goles del partido con sendos balones al espacio en el origen, pero acabó superado entre Ferreiro y Maffeo, incapaz de imponer autoridad alguna por su carril. Disputó un partido completo por primera vez desde hacía meses y meses. Al igual que con Domingos Quina, todavía es demasiado pronto para juzgarles, apenas iniciado su proceso de adaptación a un equipo que no va rodado sino a toda pastilla desde hace demasiado tiempo, aunque le pinchen las ruedas. La urgencia, sin embargo, viene por la necesidad. Diego Martínez no puede forzar a sus futbolistas mucho más de lo que ya lo está haciendo, pero tampoco puede permitirse perder muchos más puntos en Liga. Los refuerzos no pueden ser espejismos.
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