Liga o Europa

Mientras otros cantaban cual cigarra, el Granada, como la fabulosa y estajanovista hormiga, fue acumulando activos, a sabiendas de que llegaría el frío, y que necesitaría un colchón de puntos que le permitiera hacer cabriolas circenses por Europa contando con una red de seguridad. Esa red, pese a que empieza a destejerse, sigue ahí debajo y posibilita que las piruetas de los iliberitanos no cuenten en su ecuación con la muerte. De momento.

Metáforas aparte, el Granada actual no es capaz de compatibilizar Europa y Liga por una suma factores –hay auténticos expertos en fabricarle coartadas a las derrotas de los de Diego Martínez–. El míster pontevedrés se ha visto obligado a elegir entre las dos competiciones y, a sabiendas de que en casa juega con el antedicho margen –de momento le da la nota media, pero debe aprobar el último trimestre–, ha optado por la europea: Gonalons en Nápoles y Marín en Huesca. De seguir avanzando por la senda continental –contando con que la dinámica liguera no tiene visos de cambio–, llegará el momento en que los Cádiz y Valladolid dejen de verse por el retrovisor y asomen por la ventanilla. Alcanzado ese punto, entre la utopía y las distopía, tocaría soltar lastre.

De la bipolaridad que produce esta situación, perfectamente visible en los ciclos anímicos tuiteros, hablaremos otro día. Aunque podría ser peor –o mejor, no sé–: imaginen que estamos en semis de Copa.