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Chema Ruiz España
Granada
Martes, 28 de enero 2020, 00:59
Jesús Vallejo (5/1/1997) es un futbolista atípico. Su meteórico ascenso en el deporte rey contrasta con su forma de ser, llamativa principalmente por la juventud que atesora. A sus veintitrés años, cumplidos este mismo mes, ha compartido vestuario con algunos de los ... mejores jugadores del mundo y adorna su prácticamente recién inaugurado palmarés con una Liga de Campeones, entre otros trofeos internacionales. Ha crecido con un brazalete de capitán en el brazo, y, tal vez, de ahí emane su inusual madurez. El pasado viernes se convirtió oficialmente en nuevo jugador del Granada, equipo con el que ya se ha estrenado y en el que espera reconducir, con minutos de competición, una carrera estancada durante su aciago paso por Inglaterra.
El joven central nació en Zaragoza, tierra futbolera en la que reina un club histórico en España, aunque su afición por el balompié afloró algo más tarde de lo habitual, como ha reconocido en algunas entrevistas previas. Estaba ya cursando la educación primaria cuando descubrió las diabluras de Óliver y Benji, aquella conocida serie de dibujos animados en la que una carrera por el terreno de juego equivalía a correr una maratón. Fue entonces cuando esta pasión despertó en su interior y comenzó a patear el balón, seguramente también animado por las dos Copas del Rey y la Supercopa que añadieron a las vitrinas de La Romareda.
Vallejo empezó a jugar en el pabellón de su pueblo, Loscos, un pequeño municipio aragonés al que se escapa siempre que el trabajo se lo permite. Allí huye del ruido que envuelve a un jugador de élite y esquiva las aficiones que caracterizan a la denominada generación Z, a la que pertenece pese a todo. Su entorno le define como un chico extremadamente metódico, tranquilo bajo su propio punto de vista, que dedica su tiempo libre a su pareja, su familia y sus amigos, los mismos que le acompañaban en el polideportivo de su pueblo. Compagina como puede su carrera con los estudios de INEF, algo descuidados tras su periplo por las islas británicas. Es un amante del orden y la organización, responsable en lo que a la alimentación y a la preparación física se refiere.
Esta profesionalidad le permitió quemar etapas rápidamente en su formación, enrolado en el Real Zaragoza. Tan precoz fue que debutó como futbolista profesional siendo aún un adolescente, con apenas diecisiete años, en el conjunto maño, dirigido por Víctor Muñoz. Se convirtió en titular de aquel equipo, que acabó jugando la promoción de ascenso a Primera división de la temporada 2014/2015, e incluso ejerció de capitán, aun luciendo dorsal del filial. Sin embargo, fue en el verano posterior cuando su vida cambió.
Fue convocado con la selección española sub-19, con la que levantó junto a Jorge Meré una muralla que permitió al combinado dirigido por Luis de la Fuente proclamarse campeón del Europeo. En aquella plantilla, coincidió con Carlos Fernández y el exrojiblanco Antonio Marín, además de otros ilustres futbolistas como Marco Asensio, Borja Mayoral o Rodrigo. Su actuación no pasó inadvertida en las oficinas del Santiago Bernabéu, donde vieron en Vallejo un central para el Real Madrid del futuro. Fichó en ese mismo mercado estival por el conjunto blanco, aunque este le cedió el curso posterior al Zaragoza de nuevo.
En la temporada 2016/2017 encadenó un segundo préstamo que supuso su primera aventura fuera de España. Se incorporó al Eintracht de Frankfurt, de la Bundesliga, un campeonato que previamente había servido de impulso a jugadores como Dani Carvajal. Allí se sintió cómodo, con un plan de trabajo que encajaba a la perfección con su personalidad. Aprendió pronto el idioma, por lo que la adaptación fue rápida. Jugó veintisiete encuentros, entre Liga y Copa, y anotó un gol, en su despedida de Alemania. Encandiló a la hinchada germana con un esprint de más de cincuenta metros con el que evitó un gol cantado de Halilovic y secó a un temible Robert Lewandowski, el delantero más duro con el que se ha cruzado. Sin embargo, allí también comenzó una retahíla de lesiones, todas menores, que le han acompañado desde entonces.
Tras la mili germana, Zinedine Zidane le vio preparado para dar el salto al Bernabéu. Vallejo se hizo un hueco en un Real Madrid bicampeón de Europa, un equipo en el que compartió vestuario con Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos, Gareth Bale y Karim Benzema, entre otros. Lo asumió con la naturalidad del crío que va a jugar al polideportivo con sus vecinos, aunque no tuvo demasiado protagonismo. Entre Liga, Copa y Champions League -acabó levantando el trofeo- disputó doce partidos, todos ellos como titular.
Menos aún jugó el curso posterior, una campaña marcada por la inestabilidad en el banquillo blanco. Jugó ocho encuentros, siete como titular, aunque la mayoría de ellos llegaron en el tramo final del ejercicio, tras el regreso de Zizou al Bernabéu. El preparador francés le permitió sumar minutos en el tramo final de Liga y, con ello, llegar en buen estado de forma al Campeonato Europeo Sub-21 que tuvo lugar el pasado verano, del que se quedó fuera Alejandro Pozo.
Vallejo fue el capitán de una selección de futbolistas en la que se encontraban Ceballos, Mikel Oyarzabal, Fabián o Dani Olmo, entre otros. Era favorita y, pese a tropezar ante Italia, se proclamó campeona, con el flamante fichaje del Granada disputando todos los encuentros, a excepción del duelo ante Polonia de la tercera jornada de la fase de grupos. Fue incluido en el 'once' ideal del torneo, diseñado por la UEFA, y recibió el homenaje de su Zaragoza natal.
A la vuelta de la experiencia internacional, el central confiaba en quedarse en el Madrid, dispuesto a pelear los minutos con Ramos, Varane, Nacho y un recién llegado Militão. Los planes de Zidane, en cambio, eran otros. Recibió numerosas ofertas, pero se decantó por recalar en el Wolverhampton, recomendado por el propio club blanco y seducido por Jonny Otto, Adama Traoré y Raúl Jiménez, los hispanoparlantes del conjunto británico. La cesión comenzó bien, el zaragozano estaba cómodo y jugaba con cierta frecuencia, pero la derrota en la Carabao Cup ante el Aston Villa, el 30 de octubre, supuso su último encuentro en Inglaterra.
Su deseo de salir al Granada se cumplió finalmente tras un mes de intensa negociación entre los Wolves, el Real Madrid y el club rojiblanco. En este espera resarcirse, relanzar su progresión y continuar creciendo como futbolista en Primera división, además de ganarse un hueco en los Juegos Olímpicos de este verano. Desea, en definitiva, demostrar que sigue siendo aquel central que deslumbró siendo apenas un adolescente, pero ahora con cicatrices que cuentan solas su experiencia.
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