Jorge Molina celebra su gol. pepe marín
Ambiente

Jorge Molina devuelve por fin el cariño

La grada de Los Cármenes disfruta en un encuentro loco en el que el coraje del equipo calentó al estadio

Sábado, 3 de diciembre 2022, 00:18

Los Cármenes va a ser feliz con Paco López. No porque le vaya a dar el ascenso, que ya se verá en junio, sino porque el estilo del técnico valenciano se contagia. Por primera vez en mucho tiempo, el equipo levantó al estadio en una ... noche gélida, de las que el frío de Sierra Nevada martillea en la cabeza a todos menos al entrenador del Granada, pertrechado con guantes pero con la calva libre.

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Pero la noche fue para Jorge Molina. El alicantino devolvió, cuando el choque entraba en un terreno incierto, el cariño que la grada le lleva brindando a lo largo de la temporada. Culminó un contraataque dirigido por Uzuni, que le dejó la pelota para definir en el mano a mano. Traspasó la línea de fondo y miró el fondo sur con rabia. En la misma portería en la que no entró ese fatídico penalti en mayo. La afición coreó su nombre al unísono porque, a pesar de ello, su nombre está escrito en la historia del granadinismo.

Antes del encuentro, el partido ya se calentó en la llegada del equipo. Un aficionado del Granada lanzó un bote de humo y la Policía Nacional lo retuvo durante casi media hora como escarmiento. Fue en la misma noche en la que la grada de animación volvió a estar repleta después de la readmisión de los seguidores expulsados tras los incidentes de Cartagena. La previa tuvo también un detalle especial con el Granada Genuine, en la víspera del Día de las Personas con Discapacidad. Se lo perdieron muchos aficionados que apuraron en el exterior para evitar estar expuestos más de lo necesario y se comieron importantes colas en la entrada.

El inicio fue gélido como la noche. Diez minutos en los que no pasó nada hasta que el Alavés activó el detonador. Gol en contra y el equipo entró en el partido como pocas veces en esta temporada. Uzuni anotó y luego falló otro gol cantado. Antes se anuló otra diana. Penalti a favor que quita el VAR y luego un segundo que ya no admite discusión. Todo en quince minutos que acabaron con la expulsión de Alkain por pegarle una patada por detrás a Callejón, más zorro que el babazorro. Con diez goles y superioridad era sencillo navegar. Llegó otro gol, otra victoria en casa. La felicidad.

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