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Aunque ahora la televisión explote cada mínimo detalle del juego y lo viralice, Allan Nyom siempre fue como ahora se le retrata con énfasis. Los futbolistas del Granada se enfrentarán este domingo al físico lateral francocamerunés que defendió durante seis temporadas la camiseta rojiblanca, héroe de los ascensos consecutivos de Segunda B a Primera. Los Cármenes conoce bien el carácter singular de un futbolista dispuesto a todo para ganar, abrumador en lo físico y curtido con la experiencia en mil y una artimañas.
No obstante, ese ímpetu que le caracteriza no siempre jugó en su favor. Una buena muestra fue su debut en partido oficial con el Granada, en una visita del San Roque al Zaidín que concluyó con el lateral en la ducha a los 37 minutos, tras ver sancionadas con cartulina amarilla dos entradas a destiempo. «Debe encontrar alguna forma de frenar», declaró tras el encuentro su primer entrenador en España, Miguel Ángel Álvarez Tomé. Contempló estupefacto su expulsión el capitán y hasta entonces lateral derecho titular de aquel equipo, Javi García, en la que sería su última temporada profesional antes de retirarse por sus problemas en una rodilla y convertirse en mano derecha de Fabri meses después. «Fue la primera piedra con la que tropezó para darse cuenta de que debía calmarse y aprender nuestro fútbol, que no todo se regía por la fuerza física», cuenta.
Javi García recuerda hoy con gracia cómo aquel joven Nyom, con apenas 21 años, no podía entender el cachondeo de los más veteranos cuando intentaban hacerle 'caños' en los rondos que hacían para calentar. «El primer día se comió cinco o seis y cada vez entraba más fuerte; nosotros sabíamos que en una de esas nos haría daño, pero nos reíamos más», rememora el exrojiblanco, de vuelta a Granada tras ejercer como entrenador en las categorías inferiores del Girona. «Era muy tímido, muy callado porque apenas sabía hablar castellano, pero poco a poco fuimos metiéndole en dinámica», señala.
«Nos sorprendieron su fortaleza y potencia. Defensivamente era muy fuerte, entendía el fútbol como algo muy físico. Tardó en entender que no siempre era así», admite Javi García, quien no tardó en comprender que no podía competir por el puesto «con un compañero que iba como un avión». «Necesitaba mejorar mucho táctica y técnicamente y me dediqué a ayudarle. Me preguntaba bastantes cosas. Cuando pasé a ser segundo de Fabri empecé a quedarme con él centrando al terminar de entrenar, un par de veces por semana, como hizo conmigo Paco Chaparro. Sabíamos que llegaba a línea de fondo con mucha facilidad pero sus centros no iban nunca donde tenían que ir, por lo que no servía de nada», revela.
Sin embargo, Javi García reconoce perfectamente a su excompañero cuando le ve por televisión. «Siempre ha sido así, agresivo, incluso en los entrenamientos, aunque nunca para hacer daño. Marca el territorio y dice que por ahí no se pasa; eso es una fortaleza, es como se debe entrar al campo para crecerse y competir lo mejor posible», le defiende. «Todo lo hace a día de hoy lo hacía también cuando estuvo aquí, lo que pasa es que ahora sale todo en televisión. En Segunda B ya nos reíamos del tema de los guantes, que es una manía», comenta Javi García.
También reconoce al Nyom que estuvo en Granada su excompañero Abel Gómez, con quien ascendió a Primera y vivió aquel primer curso en la élite. «Ya entonces tiraba mucho de artimañas para desconcentrar al rival, como comentarios para sacarlo del partido o poner el brazo por delante en el uno contra uno… sigue siendo el mismo. Forma parte de la competición en un partido, aunque a veces le recriminábamos esa dureza en los entrenamientos, sin que tuviese mala intención, porque podía hacer daño a un compañero. Es lo que tiene cuando uno entrena como compite», expone el exgranadinista, ahora entrenador.
En lo que tanto Javi García como Abel Gómez están de acuerdo es en lo gran compañero que es Nyom. «Es una persona espectacular, muy alegre y bromista en el vestuario, siempre con su música y bailando. Ha generado buen rollo», comparten, convencidos de que «el componente cada vez más físico del fútbol le beneficia». «Con Bordalás ha encontrado la horma de su zapato. Es su prototipo», remarcan.
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