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Habían discurrido 29 minutos del partido cuando, en un balón dividido, Jordi Gómez vio claro el disparo pese a que le distanciaban 56 metros de la portería de Mvobo. El mediocentro catalán, capitán del Omonia de Nicosia, adelantó el jueves pasado a su equipo frente ... al PSV Eindhoven con el gol de mayor distancia en la historia de la Europa League. Un zurdazo formidable que no serviría de nada por el doblete posterior de Donyell Malen, pero que supone un aviso a navegantes para los de Diego Martínez en su visita a Chipre.
Jordi Gómez (Barcelona, 1985) fue uno de los primeros españoles en probar fortuna en el fútbol británico tras formarse en los filiales del FC Barcelona y el Espanyol. Se marchó al Swansea galés de Roberto Martínez, quien luego se lo llevó al Wigan, y apenas regresó a España por seis meses en el Rayo Vallecano, en Segunda, antes de saltar al Levski Sofia y luego al Omonia de Nicosia, donde se ha hecho con la capitanía en su tercera temporada. Una carrera casi íntegra en el extranjero que terminó por formar la personalidad de un centrocampista talentoso que siempre se sintió más valorado lejos de su tierra natal.
El catalán compartió las categorías inferiores del FC Barcelona y el Espanyol con el exrojiblanco Raúl Baena, cuatro años menor, aunque no llegaron a compartir vestuario hasta el segundo equipo perico, en Segunda B. «Todavía hablamos de vez en cuando, tenemos buen rollo. Llegué a conocer a su familia, de hecho», admite Baena a IDEAL. «Es una persona muy humilde y trabajadora, siempre en su sitio sin decir una palabra más alta que otra. Es un muy buen tipo, un hombre de vestuario. Ha jugado en varios países y siempre ha rendido a buen nivel, lo que habla de su capacidad de adaptación», refleja el malagueño, en plena puesta a punto personal antes de su nuevo desafío en el extranjero.
Baena define a Jordi Gómez como «un centrocampista con mucha llegada». «Es trabajador y ayuda con su criterio a mover al equipo, explota muy bien sus cualidades y se impone con el balón, acapara mucho la pelota. Luego, tiene muy buen disparo con la izquierda y a la mínima lo saca a relucir, como hizo contra el PSV», ejemplifica a modo de amenaza.
Incide en esas mismas virtudes Gorka Pintado, el goleador que el Swansea se llevó de Los Cármenes a la Championship en junio de 2008, al mismo tiempo que firmaba a Jordi Gómez. «Me habían tentado antes pero en League One; hasta el ascenso no me convencieron. Allí hicimos buena piña con otros españoles que ya estaban como Ángel Rangel, Guillem Bauzà o Andrea Orlandi, pero al menos para mí no fue una etapa feliz. Echaba mucho de menos España», apunta el delantero, que se retiró precisamente en Chipre, en el AEK Larnaca.
«Jordi Gómez era reservado e introvertido, pero hizo un gran año. Se adaptó bien porque Roberto Martínez intentaba jugar a fútbol, éramos de los pocos en la Liga que lo hacían, sin filosofía británica», revela. «Salíamos jugando desde atrás y a Jordi le benefició. Marcó catorce goles sin ser delantero, sino mediapunta. A los aficionados les encantaba vernos», revela Gorka Pintado. Fue la primera experiencia en el extranjero de un catalán que luego se abrió al mundo, hasta ostentar como hace hoy la capitanía del Omonia de Nicosia.
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