Rui Silva detiene un centro que buscaba a Rodrygo. BALDOMERO

En Los Cármenes no se negocia

Cal en los tacos ·

Atrás quedaron los tiempos en los que jugar contra el Granada suponía recordar la leyenda y extender la alfombra, por muy mal que se ponga todo

Miércoles, 15 de julio 2020, 01:11

Reconozco que estos días me quedé esperando un nuevo recordatorio de aquella mítica patada de Pedro Fernández a Amancio, porque no ha habido ocasión en este siglo en la que se hayan cruzado Granada y Real Madrid sin que se haya pasado por alto. ... Ese clásico artículo de Alfredo Relaño profundizando en la leyenda tenebrosa del equipo de los 70. Sería por el escaso margen entre partidos o porque había algo mayor en juego –la Liga, nada menos–, pero si se comentó fue sólo de puntillas. Lo que sí se advirtió en la previa fue la histórica temporada de los de Diego Martínez, candidatos de pleno a Europa tras saquear Anoeta. No era para menos.

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Este Granada que ya es de época está reescribiendo su historia, actualizándola. «De los tres equipos de arriba, somos los únicos que se han llevado los tres puntos de Los Cármenes», sacó pecho el capitanísimo Sergio Ramos tras el apurado triunfo de los suyos. Cayó en septiembre el Barça de Valverde –al que Setién está haciendo bueno– y empató más tarde el Atlético del Cholo. El estadio del Zaidín, tras demasiados años de sombras, se ha convertido de nuevo en una plaza respetable que intimida aun vacía y sin toros en los alrededores, con un anfitrión que vende cara su piel y mete la pierna fuerte como aquel de Joseíto y que, también como este, lo hace además jugando un buen fútbol. Intenso, vertical y convencido.

Porque sobre la hierba de Los Cármenes no se negocia, ni en Pintor Maldonado ahora ni antes al final de Doctor Olóriz. Tampoco en sus oficinas, donde los dirigentes piensan exigir al contado la pasta acordada por la cláusula de sus jugadores o bien la retención de figuras ya presentes como Carlos Fernández, que ha dejado marcada en su agenda como una afrenta la mano paternalista que Sergio Ramos le pasó por la cara. Es el orgullo recobrado de una plantilla consciente de la historia del club, tanto de las gestas y tragedias del pasado como de la que está reescribiendo ahora porque su entrenador se lo recuerda. Las páginas del futuro pasarán por que quienes están quieran seguir, y que los que lleguen lo hagan seducidos por un cuadro de honor y valores.

Europa se ha convertido en un broche improbable y bastará con que mañana ganasen el Getafe y la Real Sociedad para que pasase a ser imposible. Y sin embargo hay derrotas que saben a victoria en su eco. El Granada se recompuso con las pocas piezas que le quedaban en pie y se rebeló contra la tiranía del probable campeón, que dio galones a sus futbolistas más expertos para resolver el partido por la vía rápida y con cloroformo luego. Los rojiblancos no quieren perder ni a las canicas y, con el derroche de quienes no piensan que haya otro partido el jueves y aún otro más el domingo antes de irse de breves vacaciones, forzaron la máquina del líder hasta hacerle tambalearse.

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El Real Madrid sufrió en Granada como sufrió en la primera vuelta en el Bernabéu, repoblado de granadinistas orgullosos, también cuando el partido parecía decidido con un 3-0. No lo pasaron mejor ante los granadinos Barcelona ni Atlético en sus colosales estadios, victoriosos por la mínima en ambos partidos (1-0). Atrás quedaron los tiempos en los que jugar contra el Granada suponía recordar la leyenda y extender la alfombra, por muy mal que se ponga todo. Es el alma inquebrantable del Granada de Diego Martínez. Una historia nueva que aún se está escribiendo.

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