Los futbolistas del Granada, con Gonalons, Montoro y Herrera juntos, celebran el gol de Suárez. PEPE MARÍN
Granada - Osasuna

No hay paz para los tres tenores

LA CONTRACRÓNICA ·

A Diego Martínez le cuesta horrores, por la razón que sea, reunir a Maxime Gonalons, Yangel Herrera y Ángel Montoro en su centro del campo; la lesión del galo impedirá esta alineación por un tiempo

Miércoles, 13 de enero 2021, 00:45

Cada vez que se alinean juntos hay que pedir un deseo, como con los planetas. Ocurre poco, poquísimo, y no siempre equivale a una ... victoria, pero lo único seguro es que no dura. Por la razón que sea, a Diego Martínez le cuesta horrores reunir en su centro del campo a Maxime Gonalons, Yangel Herrera y Ángel Montoro. Son los tres tenores de su plantilla, y que sea el lector quien relacione a cada uno con Luciano Pavarotti, José Carreras y Plácido Domingo. No es que contra Osasuna fuese un concierto memorable, porque si algo sonó fue el 'heavy metal' de los impactos continuos, pero sí valió el triunfo. El precio a pagar, no obstante, fue la caída de uno de ellos. Esta vez le tocó a Gonalons, que se extralimitó por ayudar a los suyos en un partido de alto voltaje.

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Los tres tenores solo coincidieron en un partido la temporada pasada, con derrota en San Mamés en Liga (2-0) y lesión de Montoro; pero sí se reunieron en tres ocasiones precedentes este curso, las tres en Europa. Ocurrió en Durrës, en el primer partido en la historia del Granada en la competición continental para asegurar la victoria por 0-4 frente al Teuta; en la finalísima de la previa hacia la Europa League en Malmö (1-3); y en la visita al Omonia de Nicosia ya en la fase de grupos (0-2), un paseo para todo lo que desencadenó después con el positivo de Puertas. En los tres partidos marcó Yangel Herrera, con menos energía para sumarse al área de un tiempo a esta parte respecto a aquel inicio de temporada.

Bien es cierto que tras los tres tenores asoma esta temporada Luis Milla, el ídolo pop que cubre las carpetas y las paredes de los entusiastas más jóvenes del Granada, pero la voz de la experiencia siempre suma un plus y más frente a un conjunto de ceño fruncido. A Osasuna y Arrasate les iba la vida en Los Cármenes y lo hicieron notar, pero ahí donde se le necesitaba emergió Maxime Gonalons. El galo se fajó en mil y una batallas en la medular, en esa zona por delante de los centrales que con tanta maestría domina. Auxilió a Domingos y Germán con Calleri, ganó cada balón aéreo por el que saltó y trató de conectar con Montoro tanto como pudo, ante los cepos de Oier o Moncayola.

El equipo agradeció su jerarquía, esa que tanto acusa cuando falta, hasta que Gonalons reventó. El músculo isquiotibial –se presume– se le descosió por más forrado que llevase el muslo durante una persecución que le dejó directamente para el arrastre. Le levantaron los médicos y compartió su frustración; llevaba ya un par de partidos viendo los toros desde la barrera, apurando para colarse entre ellos con el capote rojo, como para asumir una baja prolongada. Diego Martínez relacionó su entrega con «los valores del equipo», que incluyen a todos los integrantes de la plantilla indistintamente de su estatus, todos dispuestos a todo por el grupo.

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El vigués reivindicó tras el partido al reemplazo del galo, a Yan Eteki, que salió sin calentar a un partido que se ajustaba a sus virtudes de fortaleza y destrucción. El camerunés impuso cemento en la frontal y abortó cualquier tentativa navarra. No es un tenor, tampoco una estrella del pop, pero forma parte de la banda. El largo camino exige que todos conduzcan la 'furgo' un rato.

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