No solo tiembla Granada en sí por los terremotos. También lo hace la cúpula de mando de su equipo de fútbol más representativo. La visión de fuentes conocedoras de esta coyuntura es clara: la figura de Antonio Fernández Monterrubio, director general del club, sigue ... en entredicho, orillado por parte de las personas afines a la propiedad de la sociedad rojiblanca. Su salida forzosa se acerca. Según estas mismas fuentes, ajenas al propio Granada, como sucesora se postula Patricia Rodríguez, hasta este miércoles su homóloga en el Elche, con el que ha alcanzado un acuerdo para dejar la entidad. Rodríguez también fue vicepresidenta segunda de LaLiga. En informaciones de medios alicantinos se barruntaba la posible existencia de una oferta de otro equipo. Esta sería del Granada. Contactadas por IDEAL, fuentes del club optan por guardar silencio mientras desde la propiedad se limitan a calificar la maniobra como «una especulación». Sin embargo, la información a la que ha tenido acceso IDEAL desde distintos frentes confirma que la oferta del Granada está en pie y que su llegada, si acepta como todo apunta, se concretará tras el mercado de fichajes.
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La fecha para el despido de Monterrubio se ha ido aplazando, pero aumenta la impresión de que el cierre de su ciclo puede llegar tras la finalización del mercado de invierno. Este concluye en la medianoche del lunes al martes. A partir de ese 1 de febrero hay un lapso breve hasta el día 22, que es cuando se celebra una nueva junta extraordinaria de accionistas (a pocos días del partido de vuelta de dieciseisavos de final de la Europa League en Nápoles). Tras ella puede haber nuevos anuncios propiciados por estos aires de cambio en el Granada con la reaparición de la empresa DDMC, una corporación que ya orbitó en torno al equipo cuando arrancó la era china, en 2016. Su confirmación como dueña real de la entidad, a través de su presidente Yi Rentao, llegó en el pasado mes de septiembre.
Desde ese momento, la agitación ha marcado el pulso de las oficinas, abriéndose una brecha entre los gestores locales y el flamante consejo de administración. Una acción personificada por uno de sus tres componentes, Sophia Yang, y el abogado Javier Aranguren, cercano al círculo de Javier Tebas, presidente de LaLiga. No en vano, trabaja para su hijo en un despacho.
Patricia Rodríguez, por su parte, abandonó el Elche este miércoles. Curiosamente, ha sufrido un proceso parecido al de Monterrubio, con una pérdida de poder y confianza desde la llegada de un nuevo inversor al club, el argentino Christian Bragarnik. Con contrato hasta 2023, la donostiarra alcanzó este miércoles un acuerdo para finiquitar esta relación, recibiendo el agradecimiento público de la entidad «en reconocimiento a su profesionalidad y dedicación». Llegó a este club en mayo de 2019 de la mano del anterior máximo accionista, José Sepulcre, bajo la responsabilidad de optimizar el funcionamiento en términos económicos en un equipo que había pasado auténticas penurias. Anteriormente, fue directora general del Eibar, siendo la primera mujer con este cargo en Primera división, considerada como una de las mujeres más influyentes de España.
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Las discrepancias en el Elche comenzaron cuando se produjo el cambio en el accionariado. Tuvo tensiones en la negociación por los ERTE en el momento del parón de Liga por el confinamiento cuando irrumpió la pandemia y también hubo dirigentes a los que no les gustó su postura laxa en la defensa de los intereses del Elche ante el 'caso Fuenlabrada', aduciendo que le influyó su afinidad con Tebas. El caso es que fue perdiendo ascendiente en el seno de la escuadra franjiverde y ese distanciamiento provoca que deje el cargo. El Granada puede ser su próximo lugar de trabajo, pero primero la propiedad tendrá que solucionar el asunto con Monterrubio y valorar a quién de sus personas de confianza saca también.
De fondo, los últimos coletazos del mercado de invierno, sin que los rojiblancos hayan cerrado aún fichajes, a pesar del margen que sí existe en el tope salarial del club, en contraste con otros equipos más limitados. Otro obstáculo a salvar hasta el lunes a contrarreloj, con la derivada del enfado del entrenador, Diego Martínez, que encima acaba contrato en junio y ha aplazado los contactos para estudiar su renovación. Ha pedido por activa y por pasiva la necesidad de traer refuerzos ya, pero hasta ahora el consejo no ha aprobado las gestiones de la dirección deportiva, a la que el técnico reconoce su trabajo en público. Lo que sí parece más firme es que le cambien los interlocutores a Martínez en poco tiempo. Lo demás, queda pendiente de evolución, como las lesiones.
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