![Granada CF | La prudencia como herramienta para evitar grandes catástrofes](https://s2.ppllstatics.com/granadacf/multimedia/201909/20/media/cortadas/athletic-granada-efe-kkj-U90190759634GDB-1248x770@Ideal.jpg)
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antonio navarro
Granada
Viernes, 20 de septiembre 2019, 00:33
No cabe duda de que el comienzo de temporada del Granada ha sido ilusionante y que su afición confía en realizar una campaña que quede para el recuerdo, como ya lo fue la 2018/19, con el mismo entrenador y con buena parte de la actual plantilla. La seriedad defensiva, los impresionantes números a domicilio y lo bien que compite el equipo rojiblanco son motivos fundados para la esperanza pero la historia desaconseja la euforia: los últimos comienzos a lo grande del Granada en Primera terminaron convirtiéndose en sonoros batacazos.
Es por eso que la prudencia y el ir 'pasito a pasito' parecen buenas herramientas para evitar una tragedia deportiva como la del curso 1975/76, el último en el que el Granada y el Barcelona se vieron las caras con la misma cantidad de puntos en la tabla clasificatoria. Aquella temporada era ilusionante para el granadinismo porque su entrenador era de reconocido prestigio (Miguel Muñoz), en la plantilla aún quedaban futbolistas de la mejor etapa de la historia del club (los inicios de los años setenta) y el comienzo de aquel campeonato liguero también fue espectacular. El Granada empezó la liga empatando a domicilio ante el Sporting (0-0) y festejando su primer triunfo en casa ante el Elche (3-2). Posteriormente, los rojiblancos empataron en Salamanca (1-1) y vencieron en Los Cármenes al Athletic (2-1) antes de enfrentarse al FC Barcelona, que a pesar de llegar a la cita con los mismos puntos que los andaluces (6) no tuvo clemencia al imponerse 3-0 en aquella quinta jornada gracias a los tempraneros goles de Neeskens, Cruyff y Migueli, este último en los primeros minutos de la reanudación.
Aquella derrota entraba en los planes, al igual que la de la séptima jornada ante el Atlético de Madrid (3-4), pero el Granada sintió vértigo en la recta final de la primera vuelta y, después de llegar hasta la séptima posición de la tabla, encadenó una racha de nueve partidos sin ganar. La situación parecía encauzada con algunas victorias en casa ante rivales de la zona baja como el Racing de Santander (2-0) o Las Palmas (1-0), pero al equipo le volvió a fallar la gasolina y perdió los cinco últimos partidos de Liga, bajando a Segunda división y tardando la friolera de 35 años en recuperar su sitio en la élite.
En el último periplo de los rojiblancos en Primera también hubo otro comienzo de Liga fulgurante, el mejor del Granada en los últimos años, pero la experiencia con Joaquín Caparrós en el banquillo acabó como el Rosario de la Aurora. El técnico utrerano era el encargado de comandar a un equipo que empezó el campeonato 2014/15 en lo más alto de la tabla después de ganar en casa al Deportivo (2-1). En las jornadas siguientes los granadinos empataron en Elche (1-1), en casa ante el Villarreal (0-0) y ganaron en San Mamés al Athletic (0-1), ofreciendo una estupenda imagen y la sensación de que la pareja de delanteros compuesta por John Córdoba e Isaac Success estaba destinada a dar muchas tardes de alegría a la parroquia rojiblanca. No fue así. Más bien todo lo contrario. Al Granada se le olvidó marcar y se le vieron todas las costuras con cuatro derrotas consecutivas.
Siguieron sendos empates ante Eibar y Celta con una goleada en Los Cármenes del Real Madrid entre tanto, pero fue la falta de puntería exhibida ante un rival directo como el Almería lo que preocupó y mucho a la parroquia granadinista (0-0). El Granada siguió acumulando jornadas sin ganar y pasó del cuarto al último puesto con el entrenador sevillano en el banquillo. Caparrós fue cesado tras una contundente derrota que eliminó al equipo de la Copa del Rey (4-0 en Sevilla), pero lo que realmente influyó en el devenir del técnico fueron las quince jornadas consecutivas sin ganar un partido en Liga. Se contrató a Abel Resino para reconducir la situación y el equipo mostró una ligera mejoría, que se quedó en nada porque tras una importante victoria en casa ante el Málaga (1-0) el equipo se estancó en los puestos de descenso al acumular otras ocho jornadas sin vencer.
Como solución desesperada se apostó por Sandoval, que completó un auténtico milagro salvando al equipo en la última jornada. Aquel Granada que tanto prometía tuvo pie y medio en Segunda, pero tres victorias ante rivales que no se jugaban casi nada en el tramo final y una arriesgada maniobra al empatar con el Atlético de Madrid en la última jornada (0-0) resultaron suficientes para salvar la categoría de manera angustiosa y con 35 puntos. Una experiencia que seguramente ningún granadinista querrá repetir.
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