Como el fútbol es terreno fértil para el realismo mágico y los milagros a veces tienden a repetirse, Diego Martínez optó contra el Valladolid por ... devolver la titularidad a Fede Vico, ese héroe del ascenso que a día de hoy padece una pérdida de protagonismo flagrante en el equipo. El mediapunta cordobés fue el autor del primer gol del Granada en la pasada Liga, pero pocas semanas después se le partió la planta del pie y desde entonces no ha vuelto a ser el mismo. Es el drama del fútbol, el de lesiones que rompen carreras o al menos progresiones sin demasiado ruido en ocasiones. El de Vico fue un padecer silencioso que apenas le permitió resurgir el curso pasado, contra el Valladolid en Los Cármenes, clave para remontar y regalar a la afición la última victoria en Liga que disfrutaría antes de la pandemia. Todo podía repetirse, aun sin hinchas, pero esta vez Fede Vico no resucitó.
Lo cierto es que era una oportunidad inmejorable, aunque en un contexto difícil. El zurdo era uno de los sanos recién salidos de una cuarentena preventiva impuesta por una autoridad futbolística, algo sin pies ni cabeza y aun así coherente con un país que tiene a un filósofo por ministro de Sanidad en medio de una emergencia sanitaria global. Se dispuso por primera vez de inicio esta temporada en un equipo en plena desescalada, que trataba de reencontrarse con el que dejó de ser aquel lejano 5 de noviembre en Nicosia, cuando se torció todo aunque se volviese a ganar; la historia del Granada sigue siendo trágica aun en el mejor momento de sus 89 años, acompañando con triunfos las desgracias.
Diego Martínez alistó a Fede Vico en una de las alas, el único encaje que le queda en un equipo que ha prescindido del mediapunta. Esa fue la primera decisión del entrenador de cara a la nueva temporada: compensar la pérdida irreparable de Carlos Fernández con un centrocampista más que le diese empaque en tres competiciones. El gallego le ajustó un cinturón cargado de bombas a Yangel Herrera pero el venezolano, como su 'pana' Darwin Machís, tiene que sobrevolar el Atlántico ida y vuelta de vez en cuando. En el Granada que se midió al Valladolid, quien no tenía anticuerpos o había estado confinado o sufría 'jet lag'.
Pero Machís, cansado y todo, fue el único que agitó el avispero. Fede Vico cambió de banda muchas veces pero nunca encontró su sombra, perdido y nervioso como si fuese otra vez su primer partido como profesional. Uno de los tres descartes obligados para la Europa League, junto a Quini y Azeez, el cordobés trató de rebelarse contra las circunstancias y hacer lo suyo: cambiar el juego como hace Montoro y detectar los pases entre líneas que anoche sólo supo encontrar Sergi Guardiola. No le salió bien y quien acabó el partido fue Alberto Soro, quien emerge como una versión más afilada y consistente del prototipo zurdo a pierna cambiada.
Tanto tiempo libre confinado hizo que Germán se afeitase, más frágil y sin duda menos fiero frente al cimbreante Marcos André, un delantero que desequilibra porque parece que va a caerse en cualquier momento. La sentencia la firmó Jota, no el de Los Planetas sino un portugués; un gol que para nada fue realmente increíble, más bien un accidente.
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