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Granadinismo en vena para el partido que une a todos
Granada-Manchester United ·
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Granada-Manchester United ·
Manuel nació en enero de 1931, mismo año que el club de su tierra del que se enamoró y al que nunca abandonó, inculcando a sus familiares ese sentimientoFran Rodríguez
Granada
Jueves, 8 de abril 2021, 00:26
Manuel Barroso espera en la puerta número seis de la que siente como su casa, el Nuevo Los Cármenes. Está en la entrada que el club dedicó a aficionados como él, que nunca dejaron morir al Granada. Por eso no podía faltar al cumpleaños de los rojiblancos, ni a su partido más importante. Junto a su hija, Inmaculada, y su nieto, Álvaro, deshace el camino de 90 años de granadinismo. No todos los días se soplan tantas velas, aunque a él le tocó hacerlo antes. «Soy mayor que el Granada, de enero de 1931, casi iba al fútbol con babero», bromea.
El rostro de Manuel es el puro reflejo de la historia del club de su vida. En los ojos brilla la ilusión del primer día que jugó a la pelota en las plazas del Realejo. «Siempre me ha gustado el fútbol y fui árbitro hasta los 60 años. Mis únicas pasiones son mi familia y el fútbol», relata emocionado. La juventud de su mirada contrasta con la plata de su cabello, donde se enredan tantas historias del Granada. Cientos de viajes cuando los destinos no eran Durrës, Nápoles o Manchester, sino Jaén, Almería, Málaga, Antequera...
Empezó a ir a Los Cármenes hace tanto que le parece siempre. «No hay otro club en el mundo para mí», afirma el que es socio número seis de la entidad nazarí. Como abonado lleva más de 58 años, pero él asistía al campo con su entrada desde los 40. Siempre hubo tiempo para cultivar su granadinismo. «Empecé a trabajar en la hostelería –regentó cafeterías y bares en calle Navas y el conocido Reca en la Plaza Trinidad–, pero el domingo bajaba la persiana sí o sí, y me iba con mi mujer a ver al Granada, en casa o viajando fuera», bucea en recuerdos futbolísticos.
Grabada a fuego, como una oración, recita una retahíla de iconos. «Martí, González, Millán, Rey, Sierra, Melito, Más, Sosa, Acedo, Nicola y Galvani», canta regresando a un domingo cualquiera de 1945. Cierra los ojos y se sabe en el viejo estadio. Ve llegar las banderas rojiblancas desde cada calle, desembocando en la Carretera de Jaén. Nota el temblor del 'fondo de la cárcel' en cada gol local. «Los dos son mi casa, pero el antiguo era más campo. Estábamos más encima de los jugadores y el árbitro», explica. La cercanía era otra muy distinta a la de ahora. Y no solo en Los Cármenes; por su negocio pasaban para tomar una cerveza algunos jugadores. «Hablábamos con ellos sobre los partidos. Les preguntaba qué les había pasado con tal jugador o por qué no habían tirado antes», revive.
No hay dudas cuando a Manuel se le pregunta por un partido que marcara su vida. Estuvo en el Bernabéu en aquella final de Copa que se perdió ante el Barça en 1959. «Me fui sin pensarlo a Madrid con muchísimos granadinos a disfrutar de nuestro equipo», rememora con firmeza. No esperaba que a su casa llegara un día el Manchester United.
Ni siquiera en los 70, cuando vivió el mejor equipo, hasta hace bien poco, de su Granada. «Los goles de Porta o jugadores como Barrios, Vicente, Lasa, Izcoa y Falín y los duros Aguirre, Fernández y Castillo. Qué equipazo. Venían clubes con dinero y se los llevaban», lamenta. Ya inculcaba el amor al Granada a su hija Inma y más tarde a sus nietos. De forma inesperada, tras los mejores años del 'matagigantes', tocó una travesía por el desierto, pero no abandonó. Él siempre supo esperar paciente y ahora es ejemplo de lealtad para su nieto.
Inma se emociona al hablar del Granada, porque hablar del club es hacerlo de su padre. «En mi casa el Granada es una cosa familiar. Los domingos se cerraba el bar por el fútbol y nos organizábamos según a qué hora jugase. Todo en casa era en función del Granada», explica con una nostálgica sonrisa. «Me empezó a llevar al campo de pequeñita. A los partidos de fuera él iba con mi madre, que siempre le ha acompañado en su pasión», rescata.
Cuando ella ve el escudo del Granada, lo primero que se le viene a la cabeza es su padre y lo mucho que le importa este club. «Cuando ascendimos a Segunda y a Primera, hace ya diez años, no pude llorar más. Estaba contenta por el Granada, pero sobre todo porque sabía que mi padre iba a volver a verlo jugar en Primera. Lo merecía por ser un aficionado fiel. Solo se ha perdido dos partidos en su vida. Uno fue por un esguince y otro por un infarto, ¡y quería salir de la UCI para ver el partido!», detalla. Por esa razón, los partidos de su vida son aquellos ascensos en Alcorcón y Elche. Aun así, reconoce que hubo un tiempo en el que ella desconectó. «Seguía los resultados del Granada por mi padre, pero ahora lo he retomado por mi hijo», comenta una madre que es puente entre dos generaciones de puro granadinismo.
Álvaro vive otros tiempos. Con 12 años, no sufrió Segunda B o Tercera, pero aprecia lo que está viviendo porque cada línea en las manos de su abuelo cuenta una temporada en el barro. «Este sentimiento viene de generaciones. Nunca dejaré de animar al Granada. Es una parte importante de mi vida», dice este joven, que si se tiene que quedar con un jugador lo hace con Fran Rico. El partido de su vida está por empezar: será el Granada-Manchester United de hoy. Ese partido que une tres generaciones de granadinismo en vena. El que Manuel casi ni se atrevió a soñar. Al que ojalá las generaciones venideras, encarnadas en Álvaro, se acostumbren algún un día. «Estoy muy orgulloso de lo que ha conseguido el club, pero sobre todo de mi abuelo, que nunca dejó al Granada, el club de nuestra familia y nuestras vidas», presume.
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