Chico Flores sangrando tras un choque en el partido ante el Almería Lof
Granada CF

La historia que no se iba a repetir

El Granada bajó los brazos mucho antes de consumar su descenso matemático a Segunda el curso pasado y ha incurrido en el mismo error este

Camilo Álvarez

Granada

Martes, 15 de mayo 2018, 02:08

Las trece últimas jornadas de la pasada temporada fueron el peregrinar más triste que se recuerda en la historia del Granada en Primera. Un suplicio cada jornada, ya fuera en Los Cármenes o lejos de casa. Fue el 29 de abril de 2017, en la jornada 35, cuando se consumó el descenso matemático. Pero realmente la pérdida de categoría se había producido desde el mes de agosto, cuando se cerró la plantilla. El proyecto de Paco Jémez fue un horror, Lucas Alcaraz hizo creer muy brevemente que era posible llegar al final con opciones pero lo decapitaron cuando fue capaz de decir lo que todos los que sienten el club pensaban. Lo de Adams, lamentable.

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Las derrotas se sucedieron –12 en 13 jornadas–. Los jugadores arrastraron el escudo por cada campo sin preocuparle lo más mínimo el sentimiento que este lleva detrás de sí. Entonces era una plantilla plagada de jugadores inexpertos, sin sensibilidad ni profesionalidad y cedidos, una ventaja que les confirmaba que unos meses después no estarían sufriendo las consecuencias de su despropósito.

En el club juraron y perjuraron que no se volvería a repetir. Hubo cambios radicales, a nivel de estructura interna y en los dos primeros equipos, el Granada y su filial. Los nuevos nombres que se sumaron al proyecto, desde los despachos hasta el campo, impusieron un discurso optimista para captar adeptos. Se le prometió a la afición una temporada ilusionante en la que el único objetivo era el ascenso, y por la vía rápida.

El primero en llegar, antes incluso de que acabara la temporada pasada, fue Manolo Salvador, un director deportivo que sí contaba con experiencia y éxitos al frente de un cargo de tal responsabilidad, algo de lo que no podía presumir su antecesor, Javier Torralbo 'Piru'. En su primera comparecencia como tal dio una clave que se le ha vuelto en contra: «Si hay actitud, hay juego». En su equipo, el que ha conformado y al que le quitó el director de orquesta en una decisión tomada con varios responsables más, ya no hay juego alguno, una consecuencia en gran parte de lo que anunciaba en mayo de 2017.

«Orgullosos»

Antonio Fernández Monterrubio se hizo cargo de la dirección general en sustitución de Sergi Vieta. En su presentación aseguró que su «ilusión es que nuestros abonados se sientan orgullosos», algo que no ha logrado, evidentemente. El economista sevillano expuso que «pocos clubes salen con el objetivo tan claro. El resto no dice eso. Cuentan que van a trabajar, a intentarlo... No se meten esa presión. Nosotros vamos fuertes y necesitamos ayuda. Los que estamos aquí arriesgamos bastante diciéndolo», expuso. Sabía lo que hacía y asumió las consecuencias, que llegan ahora, unos meses después, con el equipo en tierra de nadie y sin espíritu.

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Ignacio Cuerva, el acento granadino en la actual directiva, en una entrevista a IDEAL el pasado verano admitió haber sentido «vergüenza y tristeza». Insistió en que había salido «muchas veces del campo con la impresión de que ahí abajo, en el terreno de juego, y a veces fuera, había personas que no sentían nada de eso. Me parecía algo muy indigno de alguien vinculado profesionalmente a un club. Fui tremendamente respetuoso, no quise agravar la situación, pero internamente he sufrido mucho, porque no podía entender que se tomara el compromiso de esa manera cuando tantísima gente dependía de ello. Fue duro».

Unas declaraciones contundentes de alguien que sí siente los colores porque los ha mamado desde pequeño. Lo que a buen seguro no esperaba el empresario de la tierra era este final un año después.

Oltra, en una entrevista para IDEAL cuando se hizo oficial su contratación, ya avisó a todo el mundo: «Hay que sudar sangre para conseguir una victoria». Una premisa que sus futbolistas tenían clara de su mano, sin embargo, cuando se fue se perdió esa competitividad que acompañó al Granada con el valenciano, más allá de estilos o errores, que también los hubo. En su presentación como técnico rojiblanco explicó que su única intención era que la hinchada granadinista «se sienta orgullosa del equipo». Eso se conseguiría con un Granada «implicado, comprometido, el sudar la camiseta, ir a por los partidos».

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Morilla le sucedió en el cargo para intentar acercarse a los puestos de ascenso directo pero logró el efecto contrario. «Vamos a dar el 200%, desde el recepcionista de la ciudad deportiva hasta el último jugador». Algunos de esos trabajadores que incluyó en su primer discurso como técnico del equipo de los mayores no han cumplido con las expectativas que el sevillano creó.

Portugal ha evitado hablar de lo que sus jugadores pueden dar. Se adueñó de la responsabilidad de conseguir ser el motivador de un grupo con calidad pero despojado de toda confianza a base de malos resultados. Dos partidos han bastado para comprobar que el burgalés no ha llegado a tiempo para reconducir al equipo.

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Años de vínculo

La imagen desoladora del actual Granada choca con una realidad difícil de solucionar. De la actual plantilla, quince futbolistas tienen contrato, sin embargo, en esa lista hay algunos que no parecen sentir la responsabilidad que conlleva tener que rendir cuentas con el granadinismo para el próximo curso.

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