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Iago Aspas, ante Carlos Neva. AFP
La Crónica

Iago Aspas reaviva pesadillas en el Granada

Justa derrota de los rojiblancos ante un Celta dominador, que pudo conseguir una goleada mayor si Rui Silva no está inspirado pese a todo

Domingo, 29 de noviembre 2020

Desde aquel ascenso frustrado, Iago Aspas se ha propuesto convertir cada partido con el Granada en una pesadilla para los rojiblancos. Lo ha conseguido a menudo y lo de este domingo fue una muestra más de su rabia insaciable. La estrella celeste no marcó ... ninguno de los tres goles de su equipo, pero documentó su protagonismo en todos ellos. Destrozó la propuesta defensiva de los nazaríes, siempre un paso por detrás en todo, que si mantuvieron un marcador apretado hasta el último tercio fue gracias a la inspiración de Rui Silva. Los vigueses partían como colistas pero renegaron pronto del farolillo rojo. El 1-1 al descanso aliviaba a los visitantes, pero en la segunda mitad se recrudeció el dominio del contrario y los frutos para los anfitriones cayeron por su propio peso. Diego Martínez, el 'irremontable', vio chamuscado su récord en la ciudad que le vio nacer.

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Celta

Rubén Blanco; Hugo Mallo, Araújo, Murillo, Olaza; Tapia; Brais Méndez (Aidoo, m. 92), Denis Suárez (Okay, m. 74), Nolito (Miguel Baeza, m. 74); Aspas, Santi Mina (Beltrán, m 83).

3

-

1

Granada

Rui Silva; Foulquier (Quini, m. 76), Domingos Duarte, Germán, Vallejo (Soro, m. 82), Carlos Neva; Yangel Herrera (Gonalons, m. 60), Luis Milla; Machís, Luis Suárez (Soldado, m. 60) y Jorge Molina (Antonio Puertas, m. 46).

  • GOLES 0-1, m. 25: Luis Suárez; 1-1, m. 27: Nolito; 2-1, m. 81: Miguel Baeza; 3-1, m. 85: Beltrán.

  • ÁRBITRO Díaz de Mera Escuderos (comité castellanomanchego): Amonestó a los locales Murillo (m. 20), Renato Tapia (m. 45), Olaza (m. 92), Okay (m. 94) y Hugo Mallo (m. 94); y a los visitantes Foulquier (m. 53), Diego Martínez (entrenador, m. 73), Puertas (m. 92) y Soldado (m. 94).

  • INCIDENCIAS Partido correspondiente a la jornada 11 de LaLiga Santander, disputado en el estadio Abanca Balaídos, sin público en las gradas.

Salió con tres centrales de arranque, por más que el técnico quisiera confundir con el dibujo que se difunde en la previa con las alineaciones. Ese sistema paradigmático de muchos partidos de la segunda vuelta de la temporada pasada que había quedado catalogado como recurso de tramos finales desde la irrupción del 4-3-3. Oxigenar el centro del campo se le pone difícil al preparador rojiblanco con la baja de Ángel Montoro y con Eteki algo renqueante, así que para dar descanso a Gonalons retomó la partitura que acumula zagueros y da libertad a los laterales. En el fondo, una alternativa para intentar tapar el goteo de goles en contra, pero pronto se comprobó que acumular no siempre fortalece y que Foulquier, que agradece tener recorrido en banda, sigue sin arreglar los retrovisores.

Salió el Celta con una intensidad tremenda, tal y como se esperaba. Coudet trae la sangre argentina y el fútbol lo dispone el genio de Moaña, Iago Aspas, sobre el que gravita el juego celeste y que encontró aliados en un exrojiblanco, Nolito, y Santi Mina. El dominio local se reflejó pronto en un pase interior de la estrella del Celta para que Mina se midiera por primera vez a Rui Silva, solvente en un primer tiempo casi perfecto. El portugués asió a sus compañeros al encuentro, pues pudieron desmoronarse si no es por sus intuitivas respuestas bajo palos.

Machís perdió un balón en el centro del campo y desató una aproximación tempestuosa del Celta, con Aspas revoloteando cuan libélula. Domingos Duarte tapó todos los huecos para evitar su balazo, pero el gallego conectó atrás con Nolito, que pateó como en rugby. Ya iban dos avisos y hubo un tercero de Hugo Mallo, desatados los vigueses en ataque, inane la defensa nazarí para contener semejante torrente, siempre un paso tarde a la hora de atosigar al enemigo.

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No había ni huellas en el otro sector, pues solo había probado fortuna Milla en una falta desde la corona. Murillo cazó a su compatriota Luis Suárez y se llevó una amarilla. Milla, de repente, cortocircuitó la placa de los locales y consiguió lanzar hacia los confines del césped, ese tipo de envíos que incitan a Suárez a sacar su naturaleza salvaje. Renato Tapia sintió como si le rebasara Usain Bolt y el 'bisonte', en lugar de tirar de furia, sacó un guante de seda para elevar el balón desde el lado sobre la salida de Rubén Blanco. Un final impecable, más brasileño que cafetero.

No se alteró pese a todo el Celta, que había detectado la vulnerabilidad por el lado de Foulquier. Aspas añadió a Olaza en un avance y el lateral encontró una llegada definitiva de Nolito, que sí celebró el empate, aunque sin demasiados aspavientos por aquello de tener una antigua camiseta delante.

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El paisaje se definía. Los celestes apostaban por integrar a muchos en sus incursiones, con movilidad ante el desordenado hostigamiento rival. A cambio, el Granada se pertrechaba y salía como una flecha siempre que podía. En ese debate ideológico, Brais Méndez volvió a percatarse de la grandeza de Rui Silva y Rubén Blanco quiso estar a la altura en una intervención colosal. Milla, atravesando la maleza, se asoció con Machís y este puso un centro para la irrupción sorpresiva de Carlos Neva. El portero se agrandó como si fuera Casillas y Jorge Molina, solo como la una al rechazo, chutó en dirección al puerto de la ciudad.

Una pifia incomprensible a pocos minutos del descanso, en el que se quedó fuera de escena para que retornara Puertas al costado. La Covid-19 le ha arrebatado esa exuberancia física del comienzo de curso y le llevará un poco ponerse a ritmo. Luis Suárez se apoderó de todo el horizonte, aunque sería por poco tiempo, porque el 'chamán' mide todo y sabe lo mucho que hay en liza el próximo jueves.

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El entuerto siguió por los mismos designios, con un Celta mandón y dispuesto a desgastarse, más fresco que un Granada con secuelas de cansancio tras tantos partidos, algo confuso en general. Foulquier tentó la tarjeta naranja en una falta en la que dejó el brazo a Santi Mina. Denis Suárez colocó otro cohete, aunque sin dirigirlo bien. Hugo Mallo se impuso en un salto lateral a Neva y Mina, negado frente a la diana, fue incapaz de enganchar bien una oportunidad única sin marcas.

Sufría de nuevo el Granada, acosado y contra las cuerdas, por lo que Diego recurrió a Gonalons para armonizar la propuesta y a Soldado para desatascar algo arriba. Los celestes siguieron a lo suyo, desencadenados en ataque pero sin efectividad. Díaz de Mera Escuderos, árbitro de mal recuerdo para el granadinismo, no vio falta en un golpetazo contundente de Murillo a Puertas que pudo mandar al zaguero a galeras si llega a ver otra amarilla. Sí se la enseñó al 'chamán', harto de la tolerancia del colegiado en varias acciones. Seguían once contra once y continuaba el Celta desaprovechando llegadas, una más de Nolito al limbo.

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Quini volvió a competir en encuentro oficial casi un año después, reemplazando a un Foulquier sobrepasado y sin auxilio. El Granada se iba disolviendo y a Aspas se puso el disfraz de exterminador. Se aventuró en el área y encontró al joven Miguel Baeza, que primero falló, topando con Vallejo y el larguero, pero luego sí materializó el tanto.

Rotos, los rojiblancos se quedaron groguis y Aspas se frotó las manos para colarse en el sector franco y cruzar un tiro sin ángulo que concretó Beltrán, otro que acababa de salir del banquillo. No hubo reacción y sí un par de trifulcas tabernarias. Muchas amarillas y un roja directa a Okay por tirar del pelo a Milla estando en el suelo. Un epílogo repugnante para un encuentro que no mereció tal final. El Celta fue mejor y el Granada lo pasó fatal.

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