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Joseba Aguado es un observador privilegiado del fútbol granadino desde su perspectiva de entrenador. Comentarista en la Ser, en su experiencia dilatada fue técnico del Recreativo Granada (entonces Granada B) durante cinco temporadas, disfrutando de dos ascensos hasta llegar a la Segunda B. Por analogía, ... sería la actual Primera RFEF, a la que el domingo aspira a subir el filial rojiblanco. Aguado tiene un buen concepto tanto de Juan Antonio Milla, preparador del Recre, como de Paco López, el del primer equipo. El también tuvo la dicha de entrenar a los 'mayores' durante un partido, nada menos que contra el Atlético de Madrid.
«Cumplí un sueño. Cualquiera al que le guste el fútbol ha pensado de niño en jugar en Primera división. Como jugador no llegué, pero como entrenador al menos lo viví ese día. Estar en todo un Vicente Calderón, en un partido en el que regresaba Fernando Torres... Fue una experiencia increíble. Tengo ese privilegio y todos los 18 de enero me acuerdo de ello, de un día tan especial», refresca sobre aquella coyuntura entre la destitución de Joaquín Caparrós y el regreso de Abel Resino. «Es verdad que estuvimos a punto de estar más tiempo y no pudo ser, pero esa vivencia la llevo siempre, igual que ascender con el filial a Segunda B, comprobar cómo se llenó Los Cármenes», resalta.
Aguado, como es lógico, se felicita del gran momento del deporte local, con fútbol y baloncesto de élite en lo masculino, con muchas opciones de extensión al balompié femenino, «y también lo puede lograr el Recreativo. No es tan importante su ascenso para la progresión de los chavales, pero sí sería el premio a un gran curso». Aguado estuvo en Los Cármenes el pasado fin de semana. Echó de menos algo más de «calor» en la grada, «aunque fue muy bonito;una temporada excepcional para el filial, yendo de menos a más, como nos pasó a nosotros. También hay algunos granadinos y me queda desearles mucha fuerza para la vuelta», extiende. «Su rendimiento fuera de casa ha sido alto y espero que se aprecie», añade.
Aquel Granada B de Aguado era muy distinto. Evolucionó desde un equipo plagado de jugadores de la tierra a otro con muchos extranjeros tras la llegada de Gino Pozzo al club. «Tuve dos etapas. De Tercera a Segunda B, con un 80% de granadinos; y a partir de ahí, una locura. Hubo que negociar que se quedara una representación de locales. Incorporamos a gente al cuerpo técnico y había que tener mucha mano izquierda. Venían chicos que eran gallos en su corral y hubo que ponerlos en la línea que queríamos. Creamos una familia al final. Fueron equipos competitivos, pero difíciles de llevar», constata.
En aquella quinta tuvo a un referente del actual Granada, Antonio Puertas. Aguado siempre fue un defensor irredento del almeriense. «Me decían que tenía dos sobrinos: uno era Goku –almuñequero– y el otro Puertas. Algún jugador se cabreaba porque lo cuidaba más que a él», sonríe. «Puertas se lo ha currado. Llegó en Primera Andaluza, lesionado, y le dimos cariño. Comprobó que confiábamos en él, pero su predisposición fue clave. Tiene la cabeza amueblada, ha echado muchas horas, es amigo de sus compañeros... Para mí verle ante el Leganés, en el último partido, como capitán del equipo, es un orgullo», certifica. De hecho, cuenta una anécdota. «En un partido en Córdoba, tiró la camiseta. A veces tenía salidas nerviosas. Lo defendí y el tiempo nos da la razón. Está marcando historia en el Granada. Se reconoce como si fuera de aquí», insiste.
Aguado disfrutó mucho el pasado 27 de mayo. «Esto se siente adentro. He estado en tres etapas en el club. El Granada es mi equipo. Vamos a disfrutarlo. Seremos cola de león, sufriremos, pero la afición será consciente. Este año se ha portado de diez. Ha sido la mejor en Segunda. Ojalá arreglen el estadio y lo agranden», desea.
Ve trabajo por delante para Paco López y la dirección deportiva. «Hubo muchos fines de semana en los que reconozco que me llevé las manos a la cabeza con ciertas alineaciones, pero era él el que trabajaba con los jugadores y el que, por tanto, actuaba en función de lo que veía y retocaba algunas piezas en función de los rivales. Ha sido un buen gestor de vestuario, algo fundamental en el fútbol actual, y hay que darle la enhorabuena por ser campeón. Su experiencia en Primera ayudará», apunta.
«Uno de los 'peros' que se ponía a Paco López era su desconocimiento de la Segunda división, pero se ha visto que lo ha hecho bien. Ahora se merece lo que viene y espero que se tenga en cuenta su criterio en la configuración de la plantilla al fichar», opina.
Sobre el número de fichajes, Aguado pondera: «Hay mucha gente con contrato, pero habrá algunos que se tendrán que ir. Creo que firmarán de ocho a diez futbolistas. A día de hoy pienso que el Granada tiene dos guardametas que pueden estar en Primera. Salvo en la portería, faltaría completar la columna vertebral como poco, con uno o dos defensas –uno experimentado, un mediocentro reputado y sobre todo un buen delantero. Ahí está el ejemplo del Mallorca que, con varios retoques de ese calibre, ha estado tranquilo», expone.
Sobre Juan Antonio Milla, preparador del Recreativo, cree que ha sabido «aprovechar el momento». «Hubo inestabilidad en la derrotas, se especuló con movimientos y quizás tuvo suerte de que el foco estuviera en Karanka. Milla varió varias cosas y hay que felicitarle porque ha hecho un buen equipo. No es fácil la presión de dirigir a un club en tu tierra. Queda ese último esfuerzo. Pienso que el Avilés hará una pequeña encerrona, pero hay que confiar en el Recreativo», aconsejó.
En el filial, hay muchas miradas sobre Samu Omorodion. «Está destacando en la categoría, pero hay que darle tiempo para pensar en él como jugador del primer equipo. Sí sería bueno que Samu alterne pronto en entrenamientos con los 'mayores'. Tiene hechuras de delantero, con finalización, aunque tiene que pulir aspectos tácticos. Es un diamante en bruto», regala.
También lo piensa de Bryan Zaragoza. «Me parece que es un revulsivo que rompe a cualquiera. Quizás el año que viene sí sea titular por su crecimiento, pero esa media hora que da es magnífica. Ha terminado con la autoestima por las nubes, sabiendo que, si está centrado, es un jugador único», elogia.
Aguado, que tiene otra actividad profesional, de momento espera que surja algún banquillo. «Tengo ganas, pero tengo la pega de que quiero que sea un lugar cercano. También he dado charlas en otros países como Marruecos, Japón o China. Estamos a expensas. Me toca ver mucho al Granada», asume. «Ojalá podamos ir al Bernabéu cuando esté acabado, como en aquella movilización hace años. Disfruto viendo a tantos niños con la camiseta», se sincera.
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