El club de la comedia

Sinceramente, me gustaría escribir lo que Fran Escribá percibe por honradez profesional o por interés personal, que el Granada luchará por el objetivo marcado. No lo creo ni me siento con fuerzas para transmitir ese mensaje de optimismo gratuito porque la experiencia y la realidad han formado una alianza invencible para derrotarme frente a cualquier atisbo de esperanza fundada más allá del deseo utópico. Quisiera equivocarme por el bien del buen hincha rojiblanco, que el equipo resucite en la segunda vuelta. Escribo desde el dolor y la frustración, lo que podría convertir este texto en subjetivo lamento, y paralizado por la rigidez para hallar otros argumentos, pero también desde la certeza que me inculca una situación indefendible. La pobreza futbolística del Granada es amplia y en cada encuentro se pone de manifiesto en un ambiente enrarecido. Muchos síntomas que evidencian a un equipo que huele a fracaso. Queda tiempo, sí, pero lo vivido solo señala una dirección.

Ahora mismo, el Granada lleva ritmo de permanencia. Si suma los tres puntos podría meterse de nuevo en ese grupo de buscadores de tesoros. Esta misión, sin embargo, se antoja complicada por la escasa fiabilidad de los granadinos en sus salidas. Su último triunfo a domicilio fue en El Molinón. Ganar o ganar. Al conjunto rojiblanco no le queda otra. Está intentando arreglar los motores de la nave en pleno vuelo, lo que es una temeridad, pero en medio de esa decisión, mientras llegan soluciones,el entrenador y sus chicos tienen que romper una dinámica negativa.