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El Granada existe
La otra mirada ·
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La otra mirada ·
Una alineación coherente, un estilo lógico, un fútbol creíble, nada extraño por aquí ni por alláEl Granada existía, estaba ahí. Así, de sopetón. El conjunto rojiblanco hizo contra el Sporting lo más importante. Ganar y acercarse a los puestos de ... promoción de ascenso lo era, pero más valioso aún emitir reconocibles señales de mejoría para ir recuperando la autoestima y la simpatía de la afición. De un plumazo consiguió los dos objetivos, nada sencillo puesto que el equipo transita aún por una fase de nueva reconstrucción absoluta, tras la marcha de Uzuni y la llegada de los nuevos fichajes. Se dio, sin embargo, un fenómeno poco habitual en la coincidencia de futbolistas que llegan de diferentes destinos y a cierta distancia de su mejor estado de forma: jugaron con espíritu mosquetero, todos para uno y uno para todos, y rindieron como si en ello le fuera la vida y el honor frente a un rival de prestigio, pero en horas bajas.
Su actuación estuvo muy por encima de lo previsto no tanto en lo individual, donde destacaron sobre todo Boyé, Hongla y Sergio Ruiz, como en lo colectivo, un compromiso que le dio alas para buscar la victoria y conservarla. Fue un partido completo porque a su entusiasmo, orden táctico y un tratamiento de la pelota inusual por correcto, añadió otra sorpresa: en ningún momento le flaqueó el pulmón bajo la constante exigencia física que solicitaba la presión escalonada, la de ayudas, el trabajo defensivo y la salida hacia arriba con sentido común y profundidad. En un encuentro que pedía de todo, el 'nuevo' Granada le dio mucho más, incluso fortaleza mental y madurez, y divirtió a su gente, que llevaba varias jornadas con depresión.
El equipo granadino dio una lección de humildad y entrega y debe conservar esas armas contra todos los adversarios. Cierto, es un equipo con aire fresco, pero con una vieja y pesada herencia de la que se ha de desprender sin bajar un segundo la guardia. Fue un equipo normal, reconocible, un Granada que se asemeja a lo que es y se espera de él, capaz de mostrar un buen fútbol, aunque sea a ratos, de concebir el juego con sinceridad y naturalidad. Un plantel con sentimiento, fe, sufrimiento y corazón. Un conjunto que su afición puede defender con orgullo. El Granada volvió a ser un equipo, a sentirse fuerte, a responder a las expectativas y exigencias que se le suponen. Es como si, de repente, hubiera vuelto el orden natural de las cosas. Una alineación coherente, un estilo lógico, un fútbol creíble, nada extraño por aquí ni por allá. Lo de toda la vida, vamos. Lo que Los Cármenes agradece, porque lo entiende y lo siente.
El Granada se quitó toneladas de ansiedad y de desconfianza con la victoria. Sin ella, el duelo de este viernes frente al Eldense hubiera sido a vida o muerte, o hasta más dramático si cabe. Aún sufrirá en la lucha por lograr el objetivo, donde queda camino por recorrer, pero ya responde, por fin vive y respira.
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