Lágrimas de café

Anoche cayó mucha agua sobre el césped de Los Cármenes. Pero... ¿era agua? O fue café en el campo. Eso pensaría Luis Suárez, el 'killer' colombiano. Pronto se despejó el panorama, del grupo y de la clasificación, que no del cielo. El Paok Salónica ganaba por 2-0 en Eindhoven. El billete con ambos triunfos. Y no estábamos seguros de que fuera café lo que llegaba de arriba. Podían ser lágrimas de Irene Montero, al ver a la francesa Stephanie Frappart pitar con tanta soltura y sobriedad. Dejó jugar, dirigió a la inglesa, no apreció falta en la presión de Milla en el 1-0. La conexión entre Soro y Luis Suárez funcionó a la perfección. Luego supo cortar la dureza, no la virilidad, con tarjetas merecidas. Pues eso, mucha agua. O lágrimas. Pero de alegría, no como cuando vio la entrada con la que acudió el compañero Manolo Pedreira al famoso partido de los hermanos Maradona aquí. El 'dios' argentino vestido de rojiblanco, casi nada. Manolo pasó con un tíquet de fondo que ponía señora/niño. Eran otros tiempos... Irene hubiera llorado ahí mucho de rabia. Como los jugadores del Omonia cuando se lesionó su mejor hombre, quien podía crear frente a una medular impregnada ayer de cohesión. El Granada olvidó el 'pucelazo', mira adelante con ilusión. El gran Diego se fue y el otro, el del banquillo, vio nubarrones (1-1), soportó la inclemencia, con un plumón que pesaba ya más que la trenca que me ponía mi madre para ir al colegio. Y la defensa de Nicosia hizo aguas. Diego hubiera tomado un café en la banda pero necesitó tila con la remontada del PSV. Café Soro.