Domingo, 27 de noviembre 2022, 18:28
Ganar con diez fue una misión quimérica para el Granada. Jugó en inferioridad desde el minuto tres por una salida de karateca de su portero, Raúl Fernández, y todo se le puso empinado. Hubo intención en los rojiblancos en el primer tiempo, nada de cavar ... una trinchera, pero esos desequilibrios conviene no dispararse nunca en el pie. De una falta pifiada por Callejón en el sector contraria nació el contragolpe oportuno que permitió al Leganés adelantarse y vivir de las rentas desde entonces. Lo hizo Dani Raba, el único de los tres ex del equipo en el cuadro rival que fracasó sin paliativos en su medio curso en Los Cármenes, el pasado. Los nazaríes no tuvieron capacidad de reacción desde entonces. Tuvieron varias llegadas, pero ninguna se impregnó de fuego real.
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Tampoco con Paco López se alejó el trauma de las salidas. En su descargo, la dificultad de encarar un encuentro con uno menos desde casi el principio. Sí se corroboró que el valenciano no se arruga ante las olas y que las encara de frente, pero el equipo no encontró los argumentos ofensivos necesarios. Cualquier concesión, encima, es pecado mortal cuando todo está cogido por pinzas.
Leganés
Riesgo; Nyom, Jorge Saénz, Sergio González, Josema (Durmisi, m. 78); Rubén Pardo, Undabarrena (Fede Vico, m. 46), Cissé, Dani Raba (Qasmi, m. 67); Juan Muñoz (Neyou, m. 78) y Arnaiz (Naim García, m. 87).
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Granada
Raúl Fernández; Ricard Sánchez, Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Víctor Díaz (Meseguer, m. 61), Antonio Puertas (Bryan Zaragoza, m. 79), Óscar Melendo (Petrovic, m. 61); José Callejón, Myrto Uzuni y Jorge Molina (Adri López, m. 6).
GOL: 1-0, m. 53: Dani Raba.
ÁRBITRO: Cordero Vega (comité cántabro). Roja directa a Raúl Fernández (m. 3). Amonestó a los locales Undabarrena (m. 14), Jorge Sáenz (m. 20), Josema (m. 52), Qasmi (m. 79), Cissé (m. 80) y Durmisi (m. 93); y a los visitantes Callejón (m. 18) y Miguel Rubio (m. 41).
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 17 de LaLiga Smartbank, disputado en el estadio de Butarque ante 7.024 espectadores.
Tras un partido de Copa ante un rival menor y otro de Liga en casa frente a un Albacete afeitado por las expulsiones, el Granada de Paco López se tuvo que enfrentar a una terrible adversidad desde muy pronto. La roja a Raúl descuajaringó el esquema de los rojiblancos, obligados a un cambio inmediato para dar entrada al recreativista Adri López, el suplente del primer equipo desde la lesión de André Ferreira. No estuvo mal el chico. El sacrificado fue Jorge Molina, que abandonó el rectángulo resignado. Un campo, el de los pepineros, apto para la siembra de cualquier verdura, insufrible para la práctica del fútbol.
En la propia jugada de la roja influyó el precario verde. Miguel Rubio se confió en un balón largo y el bote sorpresivo del balón, como si fuera una liebre, le dio ventaja a José Arnáiz. Raúl salió con el kimono puesto y lanzó una patada voladora a destiempo. En la imprudencia cazó al atacante del Leganés y dejó a los suyos desvalidos. El vasco ha coleccionado puertas a cero desde que es titular, pero tiene un déficit en ciertas salidas.
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Cabían dos posibilidades entre los nazaríes. Acuartelarse como si no hubiera un mañana para tratar de que el partido muriera entre bostezos y algún alegre contragolpe o insistir sin recular tanto, profundizando si los locales no asumían con criterio la iniciativa. Paco López, genuinamente osado, inclinó a lo segundo a sus pupilos. Así, la primera mitad sorprendió por el papel de cada contendiente. Los anfitriones tocaban sin claridad, aunque generaran algún sobresalto en envíos elevados. Los visitantes, intrépidos, salían en circulación hacia el ataque. Flotaban Uzuni y Callejón en busca de una rendija.
En acto ejemplificó valentía y sacrificio. Melendo, que partía desde su nueva posición de volante, se convirtió en un segundo lateral, ayudando a un Ricard que sufría en las fases de angustia, también más despistado de la cuenta Miguel Rubio. Ambos rompían con frecuencia el orden marcial de los de rayas horizontales. Víctor Díaz era el pivote, aunque abarcaba muchos metros, con Puertas de telonero a la hora de la protección y como miembro del destacamento ofensivo en las situaciones de avance, aunque derramó una buena llegada por su querencia hacia el recorte.
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Un sistema mutable, pero en el que los rojiblancos mostraban personalidad. La duda es si tendrían depósito suficiente para tanto recorrido. Se iba a descubrir en una segunda mitad de arranque tardío por la lesión de un asistente. Lo que no se trastocó fue el estado del césped, que dificultaba cualquier contacto con la pelota, terreno minado para todos. Idiakez recurrió a otro exrojiblanco. Ya tenía a Nyom y Raba en el 'once' y rescató a Fede Vico. Dos de ellos la iban a liar en el tanto del Leganés.
Vino, paradójicamente, de una falta mal botada por Callejón junto al área, con sus compañeros incorporados a la aventura. No la supo levantar ante la barrera y el balón le llegó para responder a Vico. El cordobés extendió el telescopio para divisar a Raba, aquel chaval que pasó con más pena que gloria por el Granada desde el pasado mercado invernal. Tenía una bala en la recámara y no la desaprovechó pese a la persecución de Neva, sin respuesta de Adri López.
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El tanto dio vitaminas a los locales, con Vico luciendo el 'smoking' de las mejores tardes y Arnaiz acariciando la diana con un chut cruzado. También pudo Raba firmar un doblete, con la zaga rojiblanca algo desarbolada. Callejón le puso freno con un chut de falta que alejó Riesgo. Luego le anularon un disparo a meta por fuera de juego al motrileño, claro sin necesidad del VAR.
Paco López nutrió su medular con centrocampistas naturales, Petrovic y Meseguer, que al parecer no estaban para 90 minutos. Su equipo siguió yendo hacia delante, sin rendirse, pero sin filo. Uzuni tuvo un día gris, aunque se mostrara voluntarioso. Adri López agarró al grupo al encuentro con una estirada de dedos ante Arnaiz.
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En la última ventana de sustituciones, entró Bryan, que provocó una amarilla en su primer contacto. Se le vio revoltoso como en él es hábito, pero el Leganés se concentró en blindarse atrás y no le dejó respirar como le gusta.
Los locales trataron de consumir el tiempo en zonas intrascendentes. El Granada, con la pelota, topó con un frontón. La vida sigue igual lejos de casa, a pesar del cambio de entrenador, pero en su descargo queda que no fuera un pulso de once contra once. Eso sí, el pelotón no espera a nadie y para reengancharse a la lucha por el ascenso directo no hay margen de error el viernes con el Alavés.
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