Un lujo intermitente para el Granada

Pero el colmo que ha emborronado por completo su tramo final en el club no ha sido tanto su fragilidad física como su innegable deseo de dejar la entidad tras el desmantelamiento de su versión europeizada. Y cuando lesiones y mercado se dan la mano, surgen los debates acerca del compromiso.

Y es que Gonalons es, gramo por gramo, el jugador con más clase y quilates de la plantilla del pasado curso. Sin embargo, el verano ya empezó con el francés deslizando que quería volver a su país y dejar el Granada. No obstante, la pretemporada pasó y el galo seguía como ancla del equipo, acompañado por Monchu y Milla, pareja que debía poner la dinamita y que acabó sin mecha.

En un equipo que no acabó de atajar el problema de las transiciones, Gonalons sufrió como nunca antes en Granada. Indiscutible los dos primeros meses de torneo, su primera lesión llegó en la visita a El Sadar. Se perdió un mes y volvió en la derrota ante el Madrid, tras lo que recuperó su sitio y vivió la mejor racha del equipo: siete partidos sin perder.

Con el nuevo año la dinámica positiva se desvaneció y en una sonrojante derrota ante el Villarreal apenas estuvo en el campo un cuarto de hora por una lesión mucho más seria que le apartó algo más de dos meses. Se perdió la destitución de Robert Moreno y toda la etapa de Rubén Torrecilla, que no pudo contar con el galo.

El segundo partido de Karanka, ante el Celta, fue el de su regreso. Fue titular ante Athletic y Betis. Aunque puso un mensaje de optimismo antes de la última jornada, guarda silencio tras el descenso y, por una cláusula liberatoria tras este, volverá a Francia. Eso sí, cuando el dolor cese, podremos decir que vimos y disfrutamos a Gonalons como jugador del Granada.