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José Luis Mendilibar es un viejo zorro de los banquillos que alcanzó la gloria con más de 60 años. Ganó la Europa League con el ... Sevilla en 2023 y levantó en 2024 la Conference League con el Olympiacos, su actual equipo, con el que acaba de proclamarse campeón de la liga griega. Sus proclamas acuden a lo fundamental del fútbol. «Yo no soy entrenador de Primera o de Segunda; soy entrenador de fútbol», solía decir, renegando de las tabletas para ver estadísticas y ciñéndose a la mirada maestra al juego para interpretar su profundidad desde la sencillez. Esa esencia de la que también mama Manu Trigueros
Manu Trigueros siempre fue uno de esos centrocampistas que simplifican lo complicado. Hizo carrera en el Villarreal, con un arranque en su primer equipo en el peor momento de su etapa moderna, justo después del descenso a Segunda. Ese que propició una derrota en la última jornada con el Atlético de Madrid con gol de Radamel Falcao, que a la postre salvó al Granada de bajar en su primer año tras el retorno a la élite 35 años después pese a su derrota en Vallecas. El Villarreal se precipitó al infierno y Trigueros, que había lucido con el filial, aportó su 'experiencia' en la categoría, pese a solo tener 20 años, a un proyecto creado para subir sin demora. Sin embargo, el conjunto amarillo sufrió para lograr el objetivo. Acabó la primera vuelta fuera del 'play off', pero los movimientos en el mercado invernal y la llegada de Marcelino García Toral al club dieron un giro a la situación y el equipo subió directo.
Trigueros era un fijo en aquella escuadra. Fino con el balón, con un metrónomo en la cabeza, supo siempre actuar con criterio sin un despliegue apabullante. Tras temporadas de magisterio, entró en una fase crepuscular en las últimas campañas hasta que en verano decidió buscar un estímulo nuevo con el Granada, club con significado especial para su familia porque su padre vistió de rojiblanco. El sabio conocía el camino, pero ya no tenía tanta energía.
Trigueros ha pasado por una etapa inicial de protagonismo a esfumarse entre la bruma de los suplentes, hasta que en las últimas semanas ha empezado a participar más y dejar detalles. La apuesta de Escribá por un centro del campo con tres elementos le han devuelto al tapete en algunos momentos.
El valenciano, que lo conocía de su etapa en Villarreal precisamente, tardó en volver a confiar en él como titular. Fue contra el Oviedo, en una victoria de prestigio en la que se mostró constante y también aguerrido. Repitió en Tenerife, pero salió del tapete con 1-1 en el marcador. Vio desde fuera la remontada chicharrera. Con el Almería, Escribá se inclinó por el 4-4-2 al principio, pero su ingreso en la segunda mitad coincidió con el cambio de tendencia en el partido. El Granada ganó y Trigueros se apuntó una asistencia en una falta que cabeceó Miguel Rubio.
En el Belmonte, sin embargo, volvió a esperar. Salió superada la hora de encuentro junto a Stoichkov, preámbulo del asalto clave. Los números no constatan un exceso de relevancia en las acciones, pero su presencia contribuye al juego ofensivo en general, libera a otros compañeros e incrementa la posesión del esférico. La duda siempre reposa sobre si el físico le da para ser titular habitual. Él está contento con sumar a la causa, pero obviamente le gustaría actuar más. Escribá tendrá que ver si le da más carrete en Cartagena.
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