Quienes tanto quisieron a Ángel Castellanos no podrán compartir con él esta vez que los dos clubes de sus amores, Granada y Valencia, volverán a encontrarse este sábado en Los Cármenes, el estadio al que terminó acudiendo como presidente de honor desde 2017. El fallecimiento ... del legendario futbolista el pasado 2 de enero a los 71 años, tras pasar los últimos lidiando con el cruel Alzheimer, dejó huérfanos de su compañía tanto a su esposa Emi y a sus tres hijas como a un buen puñado de excompañeros con los que forjó imperecederas amistades de vestuario. Algunos de ellos, apegados como la familia que se elige, le visitaron hasta sus últimos días en la residencia que le acogió. IDEAL recoge los testimonios de mitos rojiblancos como Fernando Aguilera, Mariano Santos, Rafa Jaén, Antonio Martos o Enrique Porta así como el del Manuel Botubot entre los ches.
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«Ángel era una magnífica persona, un gran jugador y un mejor compañero; por ese orden», rememora Martos. «Todo lo que podamos decir de él se quedará corto, porque era un amigo al que tardaremos mucho tiempo en olvidar. Vivimos muchos momentos juntos que permanecerán en mis recuerdos con nostalgia y cariño», admite, emocionado, Aguilera. Protagonista del histórico Granada de Joseíto en la década de los 70, al punto de ir convocado con la Selección, Castellanos conquistó como valencianista una Copa del Rey y dos trofeos continentales como una Recopa y una Supercopa antes de retirarse de rojiblanco con un ascenso a Segunda división en 1987. «Fue un baluarte muy importante para el fútbol nacional, pero sobre todo para el granadino y el valenciano», subraya Botubot.
Si todos sus compañeros hablan siempre tan bien sobre Ángel Castellanos es porque fue «un futbolista de equipo que siempre se sacrificaba por los demás». «Era de los que asumían que les tocaba hacer el trabajo sucio, pelear para recuperar la pelota y dársela al bueno, que en el Valencia era Daniel Solsona», describe Aguilera, aunque Santos añade que «tenía mucha clase y siempre cumplía». «Leía muy bien los partidos y fue un gran central, aunque luego jugase un poquito más adelante, porque era un competidor nato», le ubica sobre el campo Botubot. «Era un futbolista serio, duro pero noble, no muy técnico pero fundamental en lo suyo. Los que destacábamos éramos los que metíamos los goles, pero jugadores como Ángel los hacían posibles», le agradece Porta, único 'pichichi' en la historia del Granada en Primera división con 20 tantos en la temporada 1971/72.
Jaén, capitán del equipo cuando Castellanos firmó por el Granada procedente del Sabadell en 1972 con 19 años aún, le recuerda como a «un hermano pequeño». «Era muy joven y tímido y me entregué totalmente con él, de ahí todo el recuerdo que le guardo. Siempre estábamos juntos, incluso cuando se fue al Valencia porque yo me marché al Levante», comparte. «Los dos fuimos jugadores muy parecidos, de equipo, difíciles de encontrar porque ayudábamos al resto estando siempre pendientes del equipo más allá de la calidad que tuviéramos», apunta.
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Además de Jaén, también otro veterano como Porta solía invitar a comer a su casa a jóvenes como Castellanos. «Recuerdo cómo mi mujer se sorprendía cada vez que él la llamaba 'señora Pilar'; era muy respetuoso pese a la confianza que había», comparte, con el recuerdo de «cómo se le alegraba la mirada cuando reconocía a sus antiguos compañeros» la última vez que le vio, con motivo de la semifinal de la Copa del Rey contra el Athletic en 2020.
Quien no olvida los primeros entrenamientos de Castellanos en el Granada es Martos. «Yo tenía por costumbre encabezar el pelotón, cosa que a algunos compañeros no les iba muy bien porque pisaba el acelerador mientras que a otros les convenía más otro ritmo, pero él se puso adelante conmigo desde el primer día y, de forma natural, empezamos a picarnos como los dos caballos trotones que éramos», cuenta, divertido. «Tenía mucha fuerza y había que apretarse los machos para seguir tirando de aquello. Para los de atrás, que viniera otro a picarme era lo que les faltaba», bromea.
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«Luego, en el campo, nunca se escondía como sí tienden a hacer otros. Siempre se ofrecía, aunque supiera que se la ibas a dar mal», señala Martos, quien, «a pesar de la trituradora que es el tiempo», también recuerda «lo educado e íntegro que era». Él, admite, fue incapaz de ir a verle ya en sus últimos días. «Quería conservar en mi memoria lo guapo que era, pero todas las noches rezaba y aún rezo por él entre las personas por las que lo hago. No se merecía esa enfermedad tan cruel», lamenta.
Botubot, apoyo de Castellanos en sus últimas visitas a Mestalla, comprobó en sus propias carnes cómo allí consiguió cambiar los pitos por aplausos hasta marcharse del Valencia «como un referente muy respetado y querido». «Tenía una forma de jugar muy personal, como su carácter, porque no se andaba con tonterías. Era de los de al pan, pan; y al vino, vino», indica, con gracia. «En aquella época hubo una transición muy fuerte en el fútbol español y a él no se le perdonaba que insistiera en jugar hacia atrás con el portero como central para no perder la posición. Sus compañeros lo entendíamos, y el tiempo ha demostrado que incluso era un adelantado, pero el público no», cuenta.
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«Como la barba le hacía destacar, además, se le exigía más que al resto. El presidente llegó a pedirle que se la afeitase para evitar que le pitaran y él, muy serio, le dijo que no porque era parte de su personalidad ya», desvela Botubot, que consideró a Castellanos «un profesor» para los canteranos que, como él, subieron al primer equipo che durante aquellos años. «Mirándole aprendíamos a comportarnos», admite. Aguilera, que llegó a visitarle en Mestalla con el Burgos, quedó impactado por el cariño que aquella afición llegó a profesarle más adelante: «Tocaba el balón y el campo se caía».
Botubot tira de anecdotario para reflejar cómo Castellanos «tomaba las matrículas de todos». «Durante un partido contra el Real Madrid tuvo un encontronazo, no sé si con Pardeza, y al acercarme a levantarle le escuché decirle: '¿Tú te acuerdas del año pasado? Pues ya estamos en paz'», ilustra. «Aunque en los entrenamientos imponía su seriedad, también tenía un sentido del humor impresionante, como cuando escondía un ojo y se hacía el tuerto; era un cachondo. Cosas muy tontas que, saliendo de una persona tan seria, chocaban mucho», comenta.
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A Botubot se le rompe la voz al rememorar la celebración del Centenario del Valencia, en 2023 y a escasos meses de fallecer Castellanos. «Tenía que ir cogiéndole junto a otro compañero porque ya no podía ni subir los escalones de Mestalla pero, a pesar de lo despistado que estaba ya, al pisar el césped se puso a lanzar besos al público... y a mí se me saltaban las lágrimas», reconoce.
Vecinos en Valencia, también sus familias crearon lazos y estuvo viajando a Granada cada tres semanas para visitarle en la residencia, donde siempre tenía fútbol en la televisión. «Cada vez que iba a verle le hablaba de fútbol y de los compañeros, o le recreaba jugadas, y él asentía con la cabeza sin hablar. Aunque no fuese capaz de articular palabra, yo sabía que me estaba escuchando y, con verle el rostro, también lo que me quería comentar. Sabía que estaba haciéndole disfrutar», rescata.
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Tan granadino se volvió Ángel Castellanos tras enamorarse del club y de Emi, de la ciudad y de su Albaicín, que Botubot ni sabía que había nacido en Miguelturra (Ciudad Real). «Granada era su ciudad y el Granada, el equipo de su vida. Siempre iba con el Granada cuando jugaba contra el Valencia, aunque le deseara lo mejor. También, porque solía hacerle más falta», remarca Aguilera, quien reseña además su ilusión por retirarse de rojiblanco «aunque luego Joaquín Peiró no contase mucho con él». «Tenía claro que iba a quedarse a vivir aquí», confirma.
Compañeros de nuevo en el equipo de veteranos del club, Aguilera destaca que Castellanos «era siempre el primero en animarse a jugar». «Recuerdo un verano en el que incluso hizo no sé cuántas horas de coche desde sus vacaciones en Calahonda hacia Mula y de vuelta luego de madrugada», detalla, sosteniendo que «se lo tomaba como si fuera profesional aún». «Siempre fue un competidor nato y no aceptaba perder ni a las cartas o al dominó, que le encantaban, haciendo trampas si hacía falta», añade Botubot. «Era un fenómeno en lo que se propusiera, también al tenis. Tenía tal actitud hacia la vida que todo se le daba bien», especifica. Ya en su vejez, incluso, se aficionó al golf junto a su esposa Emi.
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Ninguno de los presentes en su entierro olvida aún las innumerables muestras de cariño que «incluso abrumaron a Emi». «Parece que siempre se habla bien de quienes mueren, pero es que él fue fantástico como amigo, compañero, marido y padre; le quise mucho. La ciudad demostró cuánto le quería», refleja Jaén, que acudió expresamente desde Córdoba. «Nunca habíamos visto tantas coronas de flores juntas», destacan, con una grandísima de Porta entre ellas.
Todos ellos esperan que el Granada y el Valencia hagan realidad este sábado el homenaje que sueñan a su viejo amigo. Aguilera, por ejemplo, desearía que su esposa Emi y sus tres hijas «hicieran el saque de honor». Aún se muestra agradecido a Antonio Fernández Monterrubio, bajo cuya dirección general el club nombró presidente de honor a Ángel Castellanos en 2017. «Le quería muchísimo y se portó de maravilla con todos los veteranos», esgrime, feliz por los días en los que Mariano Santos les recogía a ambos para ir juntos al palco de Los Cármenes.
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«Ángel merece que se cuente a la gente quién era y lo buena persona que fue. Lo dio todo por el Granada y merece el mejor de los homenajes», acuerdan sus compañeros. «Los veteranos le seguimos recordando antes de empezar a comer cuando nos juntamos cada dos o tres meses. Era nuestro icono, y además nos reíamos mucho con sus ocurrencias», ríe Aguilera, agradecido al Granada por su reconociento cuando falleció y sobre todo al Valencia, «que incluso le ayudó económicamente durante su enfermedad aunque no lo necesitara».
Botubot, sin embargo, opina que «ni el Granada ni el Valencia devolvieron a Castellanos lo que él les dio». «Y creo que ambos clubes están arrepentidos», sostiene. «Cuando enfermó, por ejemplo, no debieron esperar a que se le bloqueasen los sentimientos para movilizarse», esgrime. Una deuda a tiempo de saldarse este sábado en Los Cármenes.
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El Granada y el Valencia harán un homenaje conjunto a la figura de Ángel Castellanos el sábado, con motivo del partido entre ambos este sábado a las 14.00 horas en Los Cármenes. Los clubes obsequiarán en el palco de autoridades a sus hijas y nietos al no poder asistir su viuda, Emi, por razones personales.
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