Nehuén Pérez, capitán de la selección argentina sub-23. AFA
Granada CF

Nehuén Pérez recoge el testigo argentino en la zaga del Granada

El central cedido por el Atlético es el último de una estirpe de jugadores que han defendido el área y el escudo del Granada a ritmo de tango

Miércoles, 7 de octubre 2020, 01:19

Nehuén Pérez porta en la mirada el brillo de los elegidos. Parco en palabras y tímido en el vestuario, pocos acertarían su nacionalidad con esa descripción. Pero sí, el 'pibe' es argentino y salió de Argentinos Júniors, por lo que su elocuencia la ... guarda para cuando se calza las botas. Llega, además, a un club que guarda una bonita relación con aquellos que comparten su país y demarcación. Aquellos que, sobre todo en el viejo Los Cármenes, se pegaron a los delanteros para bailar el más férreo de los tangos. O dicho de otro modo, el marcaje más coreografiado posible: el de un zaguero argentino.

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El primero que se enfundó la camisola rojiblanca fue Juan Carlos Forneris, jugador de Quilmes hasta que el Granada lo llamó en 1959. Completó cuatro campañas en el cuadro andaluz –dos en Primera– y coincidió en la última con el segundo marcador argentino que fichó el club. Se trataba de Abel Morán 'Pontoni'. Al contrario que su paisano Forneris, Pontoni contaba ya con una extensa carrera en España. Y es que de argentino este defensa apenas tenía el nacimiento y poco más. Seis temporadas en el Valladolid precedían su fichaje.

Cuando Pontoni se marchó de Granada, en 1964, hubo que esperar cinco años para ver a otro zaguero de Argentina. Del Sevilla llegó Emilio Pazos, un central chiquito (apenas 1,70 metros de altura), pero valiente. Había ascendido con los hispalenses a Primera y firmó por los granadinos, con los que sólo duró una temporada. Pazos dejó una buena muestra de lo que eran los marcadores sudamericanos de principios de los 70. No se arrugaban.

Pero faltaba lo mejor. El Granada fichó en 1971 a Ramón Alberto Aguirre Suárez por siete millones de pesetas. Su traspaso más caro hasta el momento. Es, todavía, uno de los centrales más recordados, icónicos y queridos de aquel histórico Granada. En 80 partidos, Aguirre Suárez dio sentido al cartel que traía de Argentina. Siempre iba un paso más allá por su enorme competitividad, aunque con frecuencia fuese más allá del reglamento. En Argentina, con Estudiantes de la Plata, fue metido en prisión por romper de un codazo la cara al milanista Combin. Lo hizo a posta en medio de una famosísima tangana. Aún se le recuerda como uno de los centrales más duros de la historia.

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Dejó una huella difícilmente superable y pasaron 20 años hasta que el Granada se volvió a fijar en otro defensa argentino. En 1993 llegó a la ciudad Fabián Gabriel, un lateral derecho que pasó por la entidad sin pena ni gloria y apenas jugó nueve partidos, todos como suplente.

El siguiente llegó en 1999 y sí se ganó el cariño y reconocimiento de la grada. Carlos Moya formó una defensa magnífica junto a los Tabuenka, Garrido, Jubera o Cervián, aunque no les dio para evitar aquel fatídico 25-J. Moya continuó dos años más hasta el descenso administrativo.

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Ese año previo a la caída a Tercera, junto a Moya estaba otro argentino olvidado: Fernando Figini. Apenas completó 10 partidos y vio una roja. Tampoco cuajó doce años más tarde Emanuel Insúa, que sumó 12 partidos entre 2014 y 2016. Es de este de quien Nehuén Pérez coge el relevo.

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