Ighalo, feliz de rodillas, con El Arabi al lado.
Granada cf

De Ighalo al ausente

Ighalo se envistió de nuevo como héroe; un jugador se lo perdió, como le ocurrió en Getafe, en los dos únicos encuentros a domicilio en los que el Granada sumó en la segunda vuelta

Rafael Lamelas

Miércoles, 7 de mayo 2014, 11:12

1. Un día se aparecerá el Arquitecto de ese Matrix de puro sufrimiento que es el Granada para aclararnos lo evidente: Ighalo es el elegido. El factor que balancea hasta equilibrarla, con su zigzag africano, la ecuación del desenfreno rojiblanco, lo mismo cuando busca la gloria de un ascenso o se padece la angustia de la permanencia. Le acabará reclutando en realidad Tom Cruise, por su habilidad para desternillarse de lo imposible.

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2. Mientras nosotros observamos defensas fornidos, porteros insuperables, distancias tremendas y espacios diminutos donde moverse, mientras el reloj se acelera o detiene según la situación, él lo ve todo con ese diferencial código verde que solo él sabe interpretar, para trasgredir sus reglas con una burla.

3. El polen primaveral le otorga este poder en los sentidos, la estación en la que se percata de que a la temporada le queda un suspiro y puede quedarse fuera del cartel, sin confeti. Repara en el calendario con cachaza, elige fecha sin sudar, saca el capote y, sin perder la parsimonia, acaba cruzando a hombros la Puerta Grande, sonriendo con la suficiencia de Michel tras el gol que completó su triplete ante Corea en el Mundial de Italia. Masticando sin apuros aquel "me lo merezco". Nunca nadie gestionó tan bien sus dianas como este delantero de sonrisa permanente.

4. Así es Ighalo, el 'genocida' de calificativos. Algún día obligará al granadinismo a una peregrinación a Nigeria. Aparecerán por allí miles de camisetas rojiblancas, con las portadas casi clónicas con las que le inmortalizó mi compañero Alfredo Aguilar en los saltos de categoría. Los periodistas hemos levantado la bandera blanca, agotados tras firmar tantos panegíricos. Es un bucle inamovible. Aparece, nos conmueve, desaparece, dudamos de él e irrumpe con otra gesta. Volverá a pasar. Se ocultará un tiempo. Le cuestionaremos. Nos cerrará el pico una vez más. Hasta que sus cesiones se agoten o ya se canse de besar la gloria.

5. La visita a Anoeta escupió de nuevo las tácticas y borró pizarras. De acuerdo a la lógica, pudo vencer cualquiera. Hubo fases de absoluto sometimiento, de respiro rojiblanco, de cierta ilusión con marcar y de derivas arbitrales comprometedoras. Luego un gol adversario que por fin alentó más que desmoronó y un héroe habitual al que colgar el laurel, en posición ilegal que no captó el asistente. Con trivote, sin trivote y con descoque, hasta sumar un punto que supone mucho, pues coloca en la lanzadera al Granada de cara al partido ante el Almería.

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6. Hubo una ausencia importante en San Sebastián. Su fantasía se corea en los medios de cierta proyección desde hace tiempo. Su singular habilidad en el regate le han convertido en referencia. Pese a su escaso gol, alguna finalización reciente ha deparado ovaciones, como ante el Elche o el Barcelona, mitigadas por algunos fallos a puerta vacía, como le pasó en Málaga o frente al Rayo Vallecano. Pero hay una estadística sangrante para sus intereses. El Granada solo ha sumado dos puntos en toda la segunda vuelta a domicilio. Uno fue en Getafe y otro este lunes en Anoeta. Ambos partidos se afrontaron con una baja. La de Brahimi.

7. Con él, los avances del Granada suelen basarse en su poderío individual y en la astuta conducción. Sin él, la vanguardia actúa de manera más coral, carente de un protagonista concreto. Piti otorga cierta pausa y selecciona bien qué hacer con el balón, mientras que Riki se comporta de manera más vertical. El Arabi, el jornalero del fútbol, desgasta a la defensa, presiona y da una opción directa, aunque tanto esfuerzo no reluzca por sus a veces inverosímiles errores antes la meta.

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8. Este argumento no significa que Brahimi sea una rémora o un posible suplente. Es más que probable su presencia en la alineación de este domingo, sobre todo si se confirma la ausencia de Recio, lo que podría insertar a Piti por el centro, que puede experimentar la evolución de Ryan Giggs. Más difícil es que Brahimi aparezca por la mediapunta, debido al celo que tiene el entrenador con la manera de jugar del número diez. Si Brahimi usara sus condiciones para la distribución e hiciera un uso eficiente de la posesión, habría pocas dudas para otorgarle la batuta. Pero su obsesión por culebrear le pueden convertir en un veneno en caso de pérdida, pues con frecuencia asume riesgos innecesarios.

9. Brahimi es un diamante, pero muy difícil de pulir, que puede explotar con el tiempo, aunque tiene alarmantes lagunas que no acaba de remediar. Quizás ya ha tomado conciencia de las mismas, pero una vez que la pelota echa a rodar, su instinto le lleva a incurrir en jugadas que puede resultar muy ornamentales, pero que no acaban de traducirse en algo importante para el colectivo, sin hablar siquiera del peligro real.

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10. El franco argelino puede llegar a lo alto o quedarse en un mero plano estético. Parece que este verano no le van a faltar tentativas. El tiempo dirá si sale, por cuánto y si realmente está tan cualificado como sugieren algunos de sus magníficos gestos. En faenas extremas como la del domingo es donde mejor puede demostrar si llega a la dimensión que se le aventura. Si no, siempre nos quedará Ighalo, aunque conociendo su osadía lo mismo preferiría jugarse las habichuelas en Pucela. Mejor que no, porque este Granada ha concretado que no es apto para cardíacos pero sí es un fenomenal laxante.

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