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El curso que cambió la tendencia ante el gol
Granada cf | análisis

El curso que cambió la tendencia ante el gol

El Granada suma un lustro en la élite, de nuevo con angustia, en la mejor campaña ante la meta ajena y la peor en tantos encajados

Rafael Lamelas

Lunes, 9 de mayo 2016, 11:37

No son pocos los que consideran que el de este curso, sobre todo en su comienzo, ha sido el del Granada de propuesta más alegre del lustro que se culmina en Primera división. Partidos en los que el equipo ha pretendido ser dominador y que supo traducir su influjo en goles. De ahí que sea la temporada con el mejor registro ante la meta contraria en toda esta etapa. La guinda con cuatro goles en el Sánchez Pizjuán. Pero este Granada también ha sido muy ingenuo y vulnerable. Sobre todo, en aquellos mismos partidos, lo que terminó defraudando en muchísimas citas. José Ramón Sandoval, el entrenador milagro que amasó una salvación exprés el año anterior, tropezó en su gestión no por el poso de valentía de su propuesta, sino por las múltiples pifias que acabaron arrastrando al equipo a la parte baja de la clasificación.

Lo que en principio parecían meros accidentes, se transformaron en tendencia, hasta acabar limando la confianza de una plantilla que encontró otro aire de la mano de José González. Más ortodoxia táctica, pero también mejores resultados, que han acabado abrochando la continuidad con los mejores. Ya con unos refuerzos de invierno que solucionaron algunos de los problemas evidenciados y que, a la postre, han servido para consumar la salvación a una jornada del final, convirtiendo en un trámite el duelo en casa frente al FC Barcelona.

Dudas iniciales

Una victoria en once partidos de arranque

El Granada entró en barbecho tras aquel empate con el Atlético de Madrid que consumó la penúltima permanencia. Un tiempo de reflexión que se prolongó entre el máximo accionista, Gino Pozzo, y el presidente, Quique Pina. Al final, el proyecto inició su rumbo sin virajes y se plasmó la renovación de Sandoval, a quien ya le había sobrevenido cierta incertidumbre por el retraso en la firma del contrato. La pretemporada sirvió para ir integrando a los fichajes, entre los que repitieron algunas contrataciones del anterior mercado invernal, como Rubén Pérez o Rober Ibáñez, más novedades como Andrés Fernández, Kelava, Salva Ruiz, Miguel Lopes, Lombán, Musavu King, Neuton, Nico López, Edgar, Krhin y Thievy. Luego se añadirían dos defensas: Biraghi y Dória, con la competición arrancada. Algunos en propiedad, otros en préstamo. Una nueva revolución estival.

Biraghi se hizo enseguida con la titularidad, a pesar de que se ha atisbado como el eslabón más débil de la cadena defensiva, sin encontrásele un reemplazo de garantías. Lo de Dória fue peor, pues tras algunos errores encadenados, concluyó en el olvido, siendo una de las apuestas más prometedoras, aunque viniera en préstamo. Todo un chasco.

El conjunto arrancó con una aparentemente sorpresiva derrota con el Eibar, contrario que luego ha tenido una campaña de lo más tranquila pero que asomaba por aquel entonces con modestia. Venció el Granada en la segunda fecha en Getafe, para iniciar un periodo sin ganar que no se rompió hasta la jornada 12. El patrón coincidía. En general, encuentros en los que los rojiblancos gozaron de oportunidades claras, pero en los que se abatieron ante el primer imprevisto, incurriendo en algunas pifias groseras. Los Cármenes no saboreaba ni un éxito. Apenas un par de empates con el Deportivo y el Betis. Ya en aquel tercio sucedió algo que persiguió a la escuadra: unos despistes en los finales que supusieron la pérdida de puntos que parecían a recaudo.

Isaac Success

La sensación y la polémica

Aquel Granada se agarró a un joven futbolista singular, con una potencia tremenda pero que se destapó como algo conflictivo también. Isaac Success había debutado en Primera división durante la etapa de Joaquín Caparrós, dejando detalles interesantes. Pero el utrerano le acabó apartando tras llegar tarde de las vacaciones invernales, unos días antes de que se produjera su propia destitución. El talento no tenía aún la cabeza bien amueblada. En esto ha progresado lentamente.

Ni Abel Resino ni José Ramón Sandoval le rescataron para el primer equipo después, pero el de Humanes sí se fijó en su potencial durante la preparación pasada, tras la decisión de la dirección deportiva de hacerle ficha con el conjunto absoluto. Success muy pronto se erigió en un estandarte en ataque, por su facilidad para profundizar en el sector contrario. Ante sus dificultades en el remate, Sandoval le desplazó de la delantera a la banda, en la que explotó decididamente, tanto por la derecha como por la izquierda.

Pero Success montó un lío que le marcó y que pudo destrozar la salud del vestuario, ya de por sí aquejado por el pulso establecido entre el segundo capitán, Piti, y el propio entrenador, que había empezado a contar menos con el de Reus y este permanecía a disgusto. Piti buscó alianzas que cuestionaran internamente a Sandoval, cuando de repente estalló un lío con el chaval nigeriano. Se negó a viajar a Vallecas en la jornada 11, en medio de una controversia contractual que le tenía mosqueado, aparte de unas supuestas molestias. Aquello se lo afeó el técnico y el encuentro lo acabaron perdiendo, con una imagen lamentable. Con Success en Granada y Piti de titular pero bajo un rendimiento preocupante, el conjunto fue incapaz de doblegar a un Rayo que se puso pronto 2-0, pero que se quedó con un futbolista menos también en el primer acto. Sólo fueron capaces de acortar distancias hasta el 2-1. Fue a balón parado. No había atrevimiento sin el díscolo Success.

Adalberto Peñaranda

La apuesta por la última bala venezolana

La posición de Sandoval se había quedado muy tocada. Con disparidad interna y una racha muy aciaga, más el episodio del nigeriano, al preparador se le alumbró la bombilla observando al filial. Allí estaba despuntando Adalberto Peñaranda, un joven venezolano que tenía aún ficha con el juvenil. Peñaranda sufrió un incidente en su país hace tiempo, en un atraco. Recibió un disparo que rozó su pierna y que le dejó una cicatriz. Aquello inspiró a Sandoval para un apodo: el bala. Pero no era sólo por aquella experiencia peligrosa, sino porque se había convertido en su última munición.

Sandoval le colocó de titular ante el Athletic Club en Los Cármenes. No como extremo zurdo, su teórica posición natural y en la que evolucionaba en el B, sino como delantero centro. Con él en la vanguardia, el equipo se hizo más intenso. Los rojiblancos ganaron a los vascos por 2-0 y sumaron un empate en Málaga (2-2) después. Luego llegó una derrota en casa con el Atlético de Madrid, pero con una imagen bastante decente. Peñaranda seguía siendo titular, pero no se había estrenado ante el marco, pese a que se notaban sus arrancadas y la entrega total. Sería en diciembre cuando llegaría su premio. Dos dianas ante el Levante en el Ciudad de Valencia que aliviaron la hucha de un conjunto que seguía merodeando la cola.

Cambios de sistema

Los altibajos continuaron

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