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eduardo zurita
Viernes, 16 de septiembre 2016, 23:40
Los aficionados del Granada van a tener motivos para no aburrirse en esta temporada con los partidos de los rojiblancos comandados con Jémez. Y posiblemente también para pensar en contratar desfibriladores que hagan recuperar el tono cardiaco normal tras la finalización de los encuentros. Ante ... el Betis empezó a contemplarse el fútbol de alto riesgo y de toma y daca que suele caracterizar a los equipos entrenados por el canario, a los que les suele sobrar valentía en la zona delantera y faltar equilibrio en la trasera.
Parece que los tiempos de los partidos de baja intensidad buscados por algunos de los últimos inquilinos del banquillo rojiblanco -aquellas tardes tediosas con Alcaraz en el banquillo o el trajeado González en la banda-, han pasado al olvido. Bien es cierto que ambos apostaban más por destruir las capacidades del contrario que por explotar las virtudes propias. El entrenador granadino salvó en una primera campaña con solvencia al equipo de sus amores y lo mantuvo sobre la campana en la siguiente, con los mejores registros en una primera vuelta desde el último regreso a Primera; el gaditano mostró pulso firme para enderezar, en el tramo final de la campaña pasada, una nave hundida bajo la batuta de Sandoval, eso sí con abundancia de partidos anodinos y cerrados donde el equipo sacaba petróleo de sus capacidades en forma de puntos, sin concesiones a la galería.
La primera media hora en el Villamarín mostró al Granada que seguro Jémez busca: descarado, buscando el control del balón, resolutivo adelante, con mucho talento en la creación ofensiva. Destacaron dos de los últimos refuerzos llegados, de calidad indudable, y que deben ir a más con el paso de los partidos: Alberto Bueno y Mehdi Carcela. Entre ambos fabricaron el primer gol, un cúmulo de buen hacer futbolístico en el pase y en el control, y de eficacia en la búsqueda del hueco en diagonal para lanzar un fulminante disparo, favorecido todo ello por la blandura defensiva bética, en especial del lateral Durmisi que concedió demasiado espacio a Carcela para prepararse y disparar.
Krhin parecía bastarse con los dos centrales, Vezo y Gastón, para detener las acometidas locales, si bien se padecía por los laterales, donde ni Foulquier ni Tabanou cerraban del todo sus carriles y se encontraban en numerosas ocasiones poco apoyados en sus tareas defensivas. Otro ramalazo de calidad en una jugada entre Ponce y Carcela rematada espléndidamente por Bueno amplió la diferencia a favor del Granada.
Con el partido en clara franquicia los de Jémez no supieron dotarlo del ritmo que entonces les convenía, bajando la intensidad para agotar el último tramo del primer periodo con la ventaja de dos goles. Un solo cambio de peones en el Betis, con la entrada del joven Musonda por Fabián, unido al mal posicionamiento y equilibrio defensivo de los granadinistas, llevaron la desazón a las inmediaciones del área de Ochoa. El Betis acortó distancias pronto, gracias a la impericia de Foulquier para atajar un pase y a la descolocación manifiesta de la zona central de la defensa que permitió a Álex Alegría rematar cómodamente un servicio desde la izquierda de Rubén Castro. El Granada perdió entonces los papeles, incapaz de aguantar al Betis, y sólo dos prodigiosas intervenciones del cancerbero granadinista permitieron que se mantuviese el marcador al descanso con ventaja para los visitantes.
El final de la primera parte auguraba malas sensaciones para los rojiblancos, ayer enteramente de negro, que se confirmaron rápidamente con la expulsión de Vezo por doble amonestación, tras dos jugadas en un intervalo de apenas dos minutos a las que se vio forzado para cortar sendas penetraciones verdiblancas, tras desafortunadas desatenciones de Foulquier y Tito, que había suplido a Tabanou tras el descanso. Aún no se había alcanzado el minuto sesenta y la inferioridad numérica llevó a Bueno al banquillo para retrasar a Krhin al centro de la zaga y colocar al debutante Angban de medio centro defensivo, donde el joven marfileño cumplió en los minutos que jugó hasta el final del partido.
Con uno menos y un Betis crecido era cuestión de tiempo encajar el gol. Otra desatención por el flanco izquierdo de la defensa por parte de Tito y Atzili permitieron una penetración de Piccini que dio el pase de la muerte a Álex Alegría, el cual, tras deshacerse de un en exceso acelerado Krhin, batió con elegancia a Ochoa. Quedaba un mundo y el Betis iba hacia arriba ante un Granada en clara regresión. Pero los jugadores granadinistas sacaron entonces casta, y se apostaron con más orden y sacrificio en dos líneas defensivas de cuatro dejando sólo a Ponce en punta. Empezaron a dificultarse más las llegadas del Betis, que también se encontró paulatinamente más cansado, si bien el Memo Ochoa tuvo que actuar de salvador en varias ocasiones hasta el final del partido, aliándose para ello incluso con los palos de su portería.
El tramo final, con los equipos rotos por el esfuerzo, fue un buen epílogo para un partido loco, sobre todo en el segundo periodo. Tras un palo del Betis, el Granada en un veloz contra-ataque llevado por Ponce, tras ayudarse con el brazo para controlar el balón, se encontró con un penalti a favor señalado por el árbitro Del Cerro Grande por una acción de Adán sobre Atzili donde parece que el portero bético tocó balón. Ponce erró el disparo a más de uno se le vendrían a la mente las imágenes del Youssef El Arabi transformando con acierto una tras otra todas las penas máximas en la liga pasada, traídos a la prensa unas horas antes del partido sus lamentos por la desatención para su continuidad en la plantilla rojiblanca de esta temporada-, y Adán repitió lucimiento en el rechace ante Pereira, con Piccino salvando en la línea el tercer disparo nuevamente de Ponce. Es el Granada, no todo iba a ser de color de rosa tras una decisión arbitral favorable. Más tarde, nuevamente Ponce pudo golear en una jugada iniciada por el magnífico Carcela y bien seguida por Agban, pero también lo pudo hacer Mandy para el Betis aprovechando el enésimo mal balance de la zaga del Granada, aunque allí estaba un descomunal Ochoa para dejar el encuentro en tablas, que se antojan como buenas para los de Jémez visto el desarrollo del encuentro.
A algunas de las piezas ofensivas del Granada se les adivinan grandes potencialidades, como Pereira y el propio Ponce, a pesar de la desubicación del primero en el centro del campo en muchos minutos del partido y los fallos puntuales del segundo; otras empiezan a confirmar el cartel que ya traían de su paso por la Primera española, caso de Bueno en el Rayo, o por la liga vecina lusa, caso de Carcela en el Benfica. Hay talento para crear, teniendo en cuenta que en el banquillo quedan otros elementos no despreciables en cuanto a imaginación, como Boga. Pero falta mucho para estar dotados de un juego colectivo cuajado, y para que el equipo sea capaz de replegar y cerrar espacios con eficacia y de fijar con garantías el posicionamiento defensivo, y sobre todo de leer adecuadamente el partido para fijar el ritmo más conveniente. Como lo táctico puede adquirirse trabajando y compitiendo, hay que confiar que la calidad y capacidad creativa que se apuntan terminen forjando un proyecto ilusionante de cara el futuro. Será bueno que mientras, por el camino que dictan los partidos de competición, se siga puntuando, y si se encuentra pronto la primera victoria en liga, aún mucho mejor, pues todo parecerá entonces más fácil de conseguir.
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