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Sin jugadores, sin plan, sin remedio
Granada CF | Contracrónica

Sin jugadores, sin plan, sin remedio

Volvió el Granada a su peor versión en Balaídos. Una actuación patética como equipo, faltos casi todos sus componentes en el campo de actitud y muchos de ellos de una mínima aptitud, y carente el banquillo de soluciones alternativas al desastre de juego mostrado a lo largo del encuentro

Eduardo zurita. aficionado del Granada

Lunes, 28 de noviembre 2016, 10:02

Sin mimbres no hay cesto. Ha transcurrido un tercio de la temporada y la escasa calidad de la plantilla para Primera es manifiesta. Lucas puede dotar de orden defensivo al equipo, hacerlo compacto para cerrar espacios, tratar de llevar el juego del rival hacia la nadería adormilando el ritmo del partido, pero no puede combatir las carencias técnicas manifiestas de algunos de los suyos. La actuación de Vezo en los dos primeros goles, y en especial en el que abría el camino de la victoria a los célticos, fue horripilante. Y no es la primera actuación desastrosa del portugués, que ya en Vitoria y Madrid dio muestras de sus debilidades. Impropio el despeje del central a un centro de Iago Aspas al que llega en buena disposición para defenderlo, e incuestionable su colaboración en hacer la tarde-noche tranquila a los locales. La diferencia fundamental entre el Celta y el Granada fue la calidad de los componentes de sus onces, y en especial la presencia de un excelso jugador como Aspas en las filas locales.

Pero los males individuales no terminaron con Vezo. Lombán sólo evita mostrar sus costuras cuando actúa arropado. En cuanto no aparece protegido por otros dos compañeros o es desplazado a una banda, muestra igualmente grandes carencias. Incluso en un saque de esquina de los pocos con que contó el partido reculó incomprensiblemente en un balón que había que atacar desde su posición dejando a Cabral un remate franco que no fue gol por impericia del jugador celeste. Además, los carrileros siguen siendo una quimera en el esquema de Alcaraz, lo que lleva a que el equipo no pase realmente con eficacia de la situación de cinco jugadores en situación defensiva a la de tres defensas con dos carrileros para atacar. Foulquier empezó entonado, pero parece fuera de ritmo y acabó bastante mal el partido, con descolocaciones flagrantes; Tabanou no aportó mucho más que el lesionado Gabriel Silva. Que un internacional con Uruguay en el flanco izquierdo como Gastón Silva estuviera en la suplencia es difícilmente explicable visto el nivel de los elegidos en la zaga. Sólo Saunier no tuvo errores de bulto, sin pasar de una actuación discreta.

La situación comatosa en calidad se extiende a la zona de fabricación del fútbol. En el centro del campo Alcaraz ha probado casi todo: fuerza física con Uche y Agban; juventud y veteranía con Uche y Márquez; búsqueda de equilibrio con la dupla Uche y Toral. Nada ha funcionado a satisfacción. Uche hace lo que puede, pone interés como pocos, pero cuenta con limitaciones técnicas evidentes que le impiden construir con fluidez. Que haya sido titular indiscutible desde inicio de campaña habla de la precariedad de la plantilla. En Balaídos se le dio la oportunidad nuevamente a Samper, pero éste parece no tener evolución en positivo. Está lejos de poder desenvolverse en la categoría con suficiencia y muy lejos de adoptar el papel de manija del equipo. El panorama es en esta zona aterrador. Los que añoran a Khrin olvidan que fue sentado en la campaña pasada por Rubén Pérez y Fran Rico, ahora suspirados por muchos, entonces denostados e incapaces de sostener el centro del campo rojiblanco hasta la llegada de Doucucuré en la segunda vuelta de la campaña pasada. Claro que nadie podía pensar en el esperpento de planificación realizada este verano y en la llegada de jugadores muy lejos en prestaciones de aquéllos que a duras penas mantuvieron al equipo en Primera en la última temporada.

Delante sólo Kravets se bate el cobre hasta la extenuación. Se ofrece, se desplaza a banda, trata de combinar, asistepero se encuentra sólo y desasistido. El gol que consiguió, que fue un regalo de un central del equipo gallego, premió al único que porfió por tratar de llevar peligro al área contraria luchando sin descanso. Carcela, que sin duda tiene calidad, dimitió ante el Celta, desesperado ante la ofuscación de los suyos, hastiado de esperar una jugada de buena combinación, empecinado en conducciones individuales imposibles, apático en muchas fases. Lo de Andreas Pereira no merece más comentarios. Se encuentra perdido desde hace muchas jornadas, juegue donde juegue, y su aportación al colectivo es inocua cuando no directamente perjudicial. No podrá quejarse de las oportunidades tenidas, y su permanencia en el once titular presume un panorama desolador de alternativas.

No parece tampoco apuntarse un plan válido para salir de la situación agónica en que se encuentra el equipo en la clasificación. Los supuestos revulsivos de la segunda parte, que se hicieron esperar en demasía el Granada siguió con el mismo planteamiento y jugadores perdiendo por dos goles de diferencia hasta bien avanzada la segunda parte-, no aportaron gran cosa. Atzili saltó de extremo y terminó de lateral buscando la profundidad en el carril izquierdo, sin que hiciese una sola acción reseñable de incursión hacia la meta rival. Ponce apareció con brío, como siempre, pero desperdició una ocasión franca en contra-ataque tras asistencia de Kravets cruzando en exceso el balón, como también casi siempre. Lo de Alberto Bueno y su baja forma empieza a recordar los casos de otros jugadores contrastados españoles que vinieron al Granada a sestear, y de los que los ejemplos de Riki, Piti, Colunga y el propio Barral son claros exponentes. Aún con los cambios de peones en el último tercio del partido no hubo significativos cambios en el planteamiento inicial, manteniéndose siempre los tres centrales, quizás conocedor Lucas de las debilidades manifiestas de su equipo en la contención cuando no mantiene sus líneas traseras atiborradas, como se demostró en la jugada final del partido encajando el tercer gol local cuando el desorden se apoderó del rectángulo de juego y el Granada adelantó líneas en busca de un empate que hubiera sido manifiestamente injusto.

Ni aptitud de determinados jugadores, ni plan táctico que permita avanzar suficientemente para alcanzar las necesarias victorias. Un error monumental individual dio al traste con las escasas posibilidades rojiblancas, cifradas sin más en aguantar el tipo atrás, sin capacidad para golpear adelante, y por tanto con opciones nulas para vencer. Sufrido el primer gran revés del partido tras un error propio garrafal, el equipo no tuvo actitud para reponerse, y desde el banquillo tampoco se propusieron otras alternativas tácticas que mejorasen la situación. La falta de recursos de calidad en la plantilla fue evidente una vez más, y de este modo sería engañarse el no reconocer que la actual campaña camina sin remedio hacia el fracaso del descenso, ganado a pulso desde la nefasta labor de toda la dirección deportiva realizada en el verano pasado, de consecuencias devastadoras sobre la salud deportiva del Granada.

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