Camilo Álvarez
Viernes, 31 de marzo 2017, 00:22
Para que un equipo modesto y con pocos recursos como el Granada le gane a un rival del potencial del Barcelona se deben dar varios factores. El principal es acercarse mucho a la perfección en tu trabajo. Minimizar al máximo el margen de error para ... hacer desesperar al rival. Y, por si todo ello no fuera suficiente, se debe contar con el factor suerte como aliado. De lo contrario lo normal es que le aplaste la lógica en forma de derrota. Eso es lo que hizo el Granada el 12 de abril de 2014. Aquel día en el banquillo local también estaba sentado Lucas Alcaraz, como ocurrirá el próximo domingo. El entrenador granadino preparó concienzudamente el encuentro a nivel defensivo y se encontró con la grata sorpresa de dos aliados: Yacine Brahimi y Orestis Karnezis.
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El atacante argelino fue el autor del gol, mientras que el meta griego completó una tarde para el recuerdo que hizo posible el milagro. Brahimi, como ocurre este curso con varios futbolistas, era un verso suelto en el vestuario rojiblanco. Un jugador con un talento desbordante al que le costaba canalizarlo para producir en favor del colectivo. Contaba con una tremenda virtud, la de atraer a sus adversarios y superarlos con un hábil gambeteo. Pero arrastraba un defecto que le privaba de soltar la pelota a tiempo. Demasiada conducción cuando el juego le invitaba a buscar aliados.
Con el paso de los años ha evolucionado y en el Oporto ha sabido, rodeado de compañeros de mayor nivel, ofrecer ese rendimiento que se le presuponía. En Granada no dejó demasiadas tardes antológicas, pero alguna marcó la temporada. Como la que vivió en Los Cármenes frente al Barcelona.
Corría el minuto quince cuando entre Youssef El Arabi y Fran Rico le robaron el balón a Jonathan Dos Santos en el centro del campo. Nyom abrió rápido a la banda para Piti, que buscó el apoyo de nuevo en Rico. El gallego apenas condujo la bola antes de enviarla al espacio para Brahimi, que se había apresurado a lanzar el desmarque. El franco-argelino aguantó el choque con Montoya en carrera y batió con habilidad a Pinto, portero aquel día del Barcelona.
Desde ese momento, con 75 minutos por delante, el conjunto local comenzó un tremendo ejercicio de contención que supo llevar hasta el final del encuentro con el mismo marcador de 1-0. Tuvo gran parte de culpa su portero, Karnezis, que había tenido poco protagonismo en su única temporada como granadinista pero que aquel día demostró que habría merecido mayor consideración. Roberto era el habitual titular, aunque ya empezaba a dar síntomas de flaqueza.
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El griego estuvo seguro en los balones aéreos y por abajo. Para el recuerdo algunas paradas, como la que le hizo a Busquets en un disparo a bocajarro en el área pequeña, que incluso fue capaz de blocar, o una gran estirada en una falta ajustada que lanzó Messi. Acabó abrazado por todos sus compañeros y alabado por su entrenador. No era para menos, pues ofreció un tremendo recital de paradas.
Por entonces Alcaraz todavía no utilizaba asiduamente la defensa de tres centrales, pero cuando quedaban pocos minutos sí reforzó la retaguardia para salvar la victoria. De inicio formó con dos defensas de gran calidad pero corto recorrido como Murillo, ahora en el Inter de Milán, y Tiago Ilori, en el Reading inglés, pero en el minuto 71 Coeff, otro imberbe, se unió para formar un muro. Murillo no pudo acabar el encuentro por lesión, así que en el minuto 89 fue sustituido. Mainz, el encargado de tapar ese hueco en el angustioso descuento.
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El triunfo supuso media permanencia para el Granada, que se sintió tan eufórico después superar al Barcelona que se relajó en exceso para las jornadas finales y acabó apurando hasta el final para amarrar la salvación en Valladolid.
Ochoa y otro más
Teniendo en cuenta la plantilla del Granada, uno de los llamados a convertirse en protagonista es Guillermo Ochoa. El portero mexicano, concentrado desde la semana pasada con su selección, ya ha protagonizado grandes actuaciones esta temporada. Se repertorio de paradas es tan amplio que suele ser el mejor del equipo, a pesar de acumular varios fallos graves también durante el curso. Para vencer al Barcelona será necesario encomendarse a la inspiración del meta cedido por el Málaga.
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La responsabilidad del gol tiene muchos más aspirantes. Cualquiera de los diez jugadores de campo valdría, aunque algunos tienen más posibilidades de acercarse a ello. Con tantas ausencias es complicado vaticinar el once que dispondrá Alcaraz. En una entrevista a IDEAL admitió que se plantea hacer rotaciones teniendo en cuenta que habrá jornada entre semana y que el Deportivo, con el que juega el miércoles 5 de abril, y el Valencia, el siguiente fin de semana, son dos rivales más asequibles ante los que tendría más sentido contar con sus mejores hombres. Todo ello teniendo en cuenta que algunos rojiblancos andan con sus selecciones estos días y llegarán la cita con muchos kilómetros de viaje y escasos entrenamientos con el equipo.
Es el caso de Carcela, que llegará muy justo físicamente. No así Adrián Ramos, otro claro opositor a batir a Ter Stegen. El colombiano ha aprovechado estas dos semanas de parón para recuperar el tono físico tras superar una lesión muscular y se presupone que será el delantero centro titular.
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