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Eduardo Zurita
GRANADA
Lunes, 2 de octubre 2017, 00:36
Volvía el Granada a Santo Domingo, un estadio marcado en las páginas de gloria del club cuando se consumó en mayo de 2010 un deseadísimo ascenso a Segunda, a pesar de caer derrotados en aquella ocasión por 1-0. La última visita había sido copera, ... estando ya el Granada en Primera, con una victoria para los rojiblancos por 0-2 que no serviría para pasar la eliminatoria tras la sorprendente derrota en Los Cármenes por el mismo tanteo y la caída definitiva en la tanda de penaltis. El Alcorcón-Granada de la presente campaña liguera respondió al cliché de tantos y tantos partidos de Segunda. Mucha lucha, igualdad y poco, muy poco fútbol. Todo apostado al aprovechamiento de una acción individual aislada, un fallo ajeno, o a la búsqueda del rédito dado por la estrategia a balón parado. Un reflejo de las dificultades de la división. Y de su idiosincrasia, más propia de gladiadores que de artistas.
En la primera parte el partido fue un ir y venir del balón de un área a otra, con poco trenzado de jugadas. Sólo hubo un hecho diferencial en el equilibrio entre ambos bandos: la presencia de Pereira en las huestes locales, un verdadero incordio para la zaga rojiblanca durante toda la primera parte, buscando constantemente la espalda de la defensa rojiblanca. Saunier evitó junto a Varas in extremis que el gallego se posicionara sólo ante la meta del Granada en los primeros compases del encuentro. Seguidamente otra jugada acabó con Pereira lanzando el esférico e impactando en el larguero, con Varas ya batido. A la tercera fue la vencida, y un balón alto dividido obligó a elevar la pierna a Matthieu Saunier en juego peligroso ante el insistente Pereira, que cayó dentro del área, cobrando el árbitro penalti en una jugada más próxima al indirecto por juego peligroso, lo que propició el adelantamiento de los locales en el marcador, que habían estado hasta entonces siempre más cerca del gol que el Granada.
Pero la inicial ventaja duró poco para el Alcorcón. Un desacertado saque del balón desde su área del portero local Castro, presionado por Joselu, lo interceptó Pedro Sánchez para lanzar un derechazo ajustado al palo que restableció el equilibrio. Arranque muy eficiente del extremo rojiblanco en esta campaña, que está sosteniendo en muchos envites con su acierto goleador y su precisión a balón parado al Granada.
A partir del empate los rojiblancos mejoraron en la cancha dominando la recta final de la primera parte ante un cuadro amarillo que pareció atolondrado por la rapidez de respuesta de los de Oltra tras el gol de penalti encajado. El arranque de la segunda parte evidenció la voluntad del Granada de hacerse con el mando. Y la rentabilidad que del balón parado este año parecen sacar los rojiblancos. Un saque de esquina lanzado con su habitual habilidad por Pedro Sánchez fue rematado por Saunier desde muy cerca del área pequeña del Alcorcón para adelantar a los suyos.
De ahí al final del partido el Granada desistió de intentar dominar el juego, entregando el control del esférico al Alcorcón, y preocupándose exclusivamente de defender con uñas y dientes su exigua ventaja. El equipo alcorconero se afanó en intentar por todos los medios equilibrar nuevamente el partido, pero lo hizo más con empuje que con claridad de ideas, hasta el punto de que Varas no vio excesivamente comprometida su meta en el largo trayecto de tiempo que discurrió desde el gol de Saunier hasta el final del partido. También porque el cierre de espacios por parte rojiblanca fue efectivo, con el empeño evidente de añadir músculo a la contención evidenciado por los cambios ordenados desde el banquillo por Oltra: Martín por un amonestado Baena, un riesgo en una situación de acoso del Alcorcón al encontrarse con una amarilla desde el minuto once de partido; Kunde por un Peña sin protagonismo en Santo Domingo; y por último, Quini por Machís para aguantar las intentonas aéreas finales de los locales.
El segundo triunfo consecutivo del Granada sirvió para recuperar la gratificante sensación de conseguir una victoria a domicilio tras más de una temporada completa -recuérdese que el último triunfo fuera de casa fue ante el Sevilla en el último partido de Primera de hace dos temporadas-. Un merecido alivio para la sufrida afición rojiblanca. Pero la alegría del éxito momentáneo no puede tapar la preocupación por las carencias que aún se siguen padeciendo en el juego mostrado, puesto que el equipo está aún muy lejos, no ya de la excelencia futbolística que no es presumible se alcance en esta competición, sino de la necesaria solvencia para ser dominador de los encuentros.
Y es que no hay que olvidar que en el balance del choque no fue precisamente el Granada el que acumulara más méritos a los puntos. Sus goles vinieron tras un fallo de bulto del rival y en una jugada a balón parado en saque de esquina. Mérito indudable de los rojiblancos el saber aprovechar ambas circunstancias, pero el juego del conjunto dirigido por Oltra jamás fue ni siquiera aseado en el enlace y distribución, donde la solvencia de la pareja Montoro-Peña brilló por su ausencia, demostrando que no sólo basta con posicionamiento teórico de piezas en el campo para alcanzar el dominio perseguido. Montoro estuvo más en misiones de achique que de reparto, y el peruano simplemente desaparecido. Ello llevó a la práctica inexistencia de juego hilvanado por parte granadinista, con escasez de acciones destacables ofensivas. Eso sí, el Granada se mostró como ante el Córdoba bastante firme atrás, con un Saunier estelar en el corte y la dirección de la línea defensiva, siendo además el más brillante en la salida del balón. Hay que seguir teniendo los dedos cruzados para que su físico lo respete, pues parece sobrado para la categoría y el equipo ha mostrado una indudable mayor fortaleza en su línea de retaguardia desde su aparición en las alineaciones.
A pesar de todo no podemos mirar con exceso de acidez a una situación que se ha tornado mucho más clara e ilusionante en la clasificación tras las dos últimas jornadas. El equipo se acerca a la parte de arriba, donde algunos que ya estaban reciben correctivos severos e inesperados una jornada sí y otra también. La igualdad parece tremenda y la concatenación de una racha de éxitos catapulta hacia las primeras posiciones, mientras que la sucesión de unos cuantos fracasos lleva rápidamente a la zona de zozobra. Queda un mundo todavía en el campeonato y es indudable que, desde la serenidad de dos victorias consecutivas, una vez despejadas ciertas dudas sobre la capacidad competitiva del equipo, se puede aspirar a crecer en adelante.
Conscientes de las dificultades de lo que espera parece que el club sigue trabajando en apuntalar la firmeza del equipo. La llegada de la última incorporación, un jugador contrastado en tareas defensivas, parece ir en esa línea. Esperemos que se crezca también en el plano futbolístico y que el equipo se consolide como un conjunto compacto y dominante, lo que será necesario para continuar con paso firme la escalada hacia futuras cotas mayores.
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