
El nunca bien ponderado Mainz
Héroe de ascensos y salvaciones sufridas, la mano derecha de Torrecilla es su complemento perfecto
Rafael Lamelas
GRANADA
Lunes, 21 de marzo 2022, 00:19
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Rafael Lamelas
GRANADA
Lunes, 21 de marzo 2022, 00:19
Se emplea hasta el abuso la calificación de héroe en fútbol para referirse a los jugadores que contribuyeron a un ascenso. En el caso de ... Diego Mainz, sin embargo, está más que bien empleada porque con él en el Granada se propiciaron dos ascensos, con un papel decisivo. Una puerta en Los Cármenes lo atestigua, pero no se me ocurre a nadie más alejado de cualquier divismo que él. Un tipo normal, siempre sonriente y afable, con el que cualquiera querría tomarse una cerveza.
Mainz siempre fue un defensa aplicado y un líder prudente, que no necesitó excesos de cacique ni en el campo ni en el vestuario. Se retiró aquejado por las lesiones, en su quinta temporada en Primera con los rojiblancos, la que cerró un ciclo de permanencias en el que resultó fundamental sobre todo en las cuatro anteriores. Siempre sumó, sobre el césped o en la sombra.
La imagen de Mainz celebrando un gol perseguido por sus compañeros en una remontada en Segunda fue empleada por Fabri antes de aquel mítico 'play off' para ilustrar la unión de un vestuario. Toda esa experiencia acumulada en mil batallas y en la élite la quiso aprovechar Rubén Torrecilla, compañero suyo en Segunda B, para que le ayudara en su desafío al frente del Juvenil. Así unieron sus caminos en un proyecto complementario. Una sociedad que sigue caminando de la mano en el primer equipo. Talantes distintos pero un mismo instinto en pos de una obra mayor.
Mainz es quien se encarga de diseñar las acciones a balón parado del conjunto. Suele ser una asignación de algunos de los auxiliares en los cuerpos técnicos. Con Robert Moreno se hacía visible con su mano derecha, Dani Guindos. Se intercambiaban la posición y el segundo se ponía al borde del área técnica, braceando mucho, dando voces, como si fuera un director de orquesta. Para su desgracia, al Granada le remataban demasiado y concretaba poco en acciones de pizarra.
El sábado, ya en esta nueva etapa, los rojiblancos ejecutaron un córner perfecto. Collado lo botó a la ubicación pertinente, liberada por el arrastre de varios compañeros. Escudero apareció para empalmar el balón a la red, con potencia, solo. La realización de TV enfocó al banquillo. Torrecilla se giró feliz y miró a Mainz, que celebraba discreto, sin aspavientos ni protagonismo. Su amigo le señaló como meritorio y le abrazó como un oso.
A su alrededor, el resto de ayudantes en piña, incluido el delegado Manolo Lucena. Otro inmortalizado en una puerta del estadio, que lleva el granadinismo en vena. Torrecilla y Mainz lo adquirieron con el tiempo. Se esfuerzan, aplican su sensibilidad y saber y lo sienten. Por eso están empezando a llegar a la fibra sensible de sus futbolistas. Conocen su naturaleza. Saben de dónde vienen. Entienden la 'eterna lucha' sin imposturas.
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