
Sin perdón
El hilo ·
No hay redención posible porque el vínculo entre club y masa social se ha erosionado hasta quebrarseAdrián Argente
Granada
Viernes, 14 de marzo 2025, 20:24
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El hilo ·
No hay redención posible porque el vínculo entre club y masa social se ha erosionado hasta quebrarseAdrián Argente
Granada
Viernes, 14 de marzo 2025, 20:24
Los finales felices no existen en el cine de Clint Eastwood. 'Sin perdón' no es una historia de redención, sino de consecuencias. Will Munny es ... un pistolero retirado que intenta olvidar su pasado violento, pero la realidad le arrastra de vuelta. No importa cuánto intente cambiar: las deudas pendientes siempre encuentran el modo de atormentarlo.
El Granada lleva años atrapado en un wéstern crepuscular. Por la taberna polvorienta de Los Cármenes han desfilado directores deportivos, entrenadores y jugadores, pero la sheriff Sophia Yang y sus acólitos, Javier Aranguren y Alfredo García Amado, son la constante inalterable en un club condenado al desplome. Ni siquiera quedan ya pianistas a los que disparar.
Uno de los pecados más graves de Sophia no guarda relación con el fútbol, que siempre esconde un margen azaroso que esta directiva se empeña en aumentar, sino con la desconexión generada entre el club y una afición cansada, hastiada de contemplar la deriva fatídica del equipo y la inconsistencia del proyecto. En el wéstern de Eastwood, este asegura que matar a una persona es algo despreciable: «Le quitas todo lo que tiene y todo lo que podría llegar a tener». Eso ha hecho esta directiva con el Granada. Arrebatarle todo lo que tuvo y todo lo que podría haber tenido.
En 'Sin perdón', cuando Little Bill suplica por su vida y asegura que no merece morir, Munny sentencia con voz áspera: «Lo que uno merece no tiene nada que ver con eso». Los miembros de la cúpula del Granada pueden argumentar que han intentado hacerlo bien o que han tenido mala suerte, pero esto ya ni siquiera trata de lo que merecen. El daño ya está hecho y es irreparable desde la temporada pasada. La afición no los perdonará. No importa si creen que pueden arreglarlo. La grada es un pistolero de mecha corta y memoria larga.
No hay redención posible porque el vínculo entre club y masa social se ha erosionado hasta quebrarse. El desenlace de esta historia no traerá perdón ni finales felices. Como en las películas de Eastwood, solo quedará el polvo, el eco de los disparos y un largo camino hacia el olvido.
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