Cambios, polémica y educación

En primer lugar, como bien dijo el propio entrenador, se trata de un deporte colectivo. Inevitablemente, para que juegue un futbolista, otros deben quedarse en el banquillo, o, incluso, en la grada. Un desaire tras una sustitución supone una falta de respeto al tomador de la decisión, es decir, al técnico, así como al propio compañero que entra a jugar menos minutos que el anterior, lo cual carga de más importancia si cabe la desfachatez. Por supuesto que al futbolista le duele ser sustituido porque es un competidor nato. Pero no es menos cierto que todo jugador, sobre todo a nivel profesional, debe saber gestionar su inherente afán competitivo siendo capaz de anteponer su espíritu deportivo. Pero, desgraciadamente, estos valores, a veces, quedan eclipsados por el egocentrismo. De ahí la importancia del entrenador de base, quien, cual profesor de Educación física, debe saber educar, valga la redundancia, a través del deporte y la actividad física inculcando este tipo de valores. Y es que el mensaje que se lanza a los jugadores de cantera, con comportamientos de este tipo en el primer equipo, es eminentemente contradictorio.

Estamos en un momento clave, ultimas diez jornadas, las que quedarán en la retina como síntesis de toda la temporada. El futbolista, ser pillo por naturaleza, es sabedor de ello, y ciertos jugadores 'desaparecidos' hasta el momento resurgen de sus cenizas en búsqueda de un contrato para el año que viene. Más que nunca, todos quieren jugar. Pero, por favor, el club debe estar siempre por encima de todo, y de todos. Reflexionemos pues.