Empates y empates
De rebote ·
La renovada imagen del equipo y la intención de los jugadores al celebrar los goles junto a los granadinistas desplazados dan fe de la diferencia con respecto a las tablas con el MálagaDe rebote ·
La renovada imagen del equipo y la intención de los jugadores al celebrar los goles junto a los granadinistas desplazados dan fe de la diferencia con respecto a las tablas con el MálagaTengo la certeza de que la preocupación comenzaba a ser agobiante en algunos sectores muy cercanos al equipo durante la semana pasada. Los niveles de crispación sobrepasaban en demasía lo aconsejable, alertando del paso previo a una posible descomposición total. El divorcio con la afición ... sería el paso definitivo a la volatilización. Seguramente aquel gesto de Carlos Neva fue el elemento desencadenante del encendido de las alarmas.
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Todo tras un empate, el vivido en Los Cármenes frente al Málaga. La enésima muestra de una mala imagen del equipo, unida al resueno de los cánticos de la hinchada malaguista en nuestro feudo, hicieron temblar los cimientos del club. Aquel temblor parecía alertar del ahora o nunca. Después de aquello todo el mundo comprendió la emergencia del cambio, de corregir el rumbo, de intentar calmar las aguas y de la llamada al sosiego. Era imperioso que todos comenzáramos a remar en la misma dirección si el objetivo era que la situación se solventara, claro.
Para esta sufrida hinchada ya no solo vale con asumir los errores; hay que corregirlos. El primer paso en este sentido fue rápido e inequívoco: el cese de Abascal. El segundo fue la decisión de contratar un nuevo técnico y, como el que va a un terapeuta de pareja a la espera de corregir sus problemas matrimoniales, llegó Fran Escribá con su talante afinado y aire cordial. El tercer paso es la intención de organizar una nueva grada de animación.
Llegados a este punto, tras esta semana agitada, los caminos parecían volver a converger aunque hacía falta refrendarlo en el campo, ya saben, ese elemento que parece ajeno pero que es capaz de dinamitarlo todo. Y llegó otro empate, pero me atrevo a decir que uno muy diferente al que lo precipitó todo. La renovada imagen del equipo y, sobre todo, la intención de los jugadores al celebrar los goles junto a los granadinistas desplazados dan fe de ello. Y es que hay empates y empates. Empates que volatilizan y empates que construyen. Y el de Burgos es de los segundos.
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