Goyas de reparto

No hubo alfombra roja en Los Cármenes como sucedió en el Palacio de Congresos, tapiz por el que ascendieron las estrellas del celuloide patrio e internacional, pero sí la hubo verde sobre la que actuaron dos equipos que, como sucedió en los Goya con las películas 'El 47' y 'La infiltrada' (una decisión de la Academia sin precedentes), compartieron 'ex aequo' los puntos en litigio, siendo este reparto bastante más entendible que el de las dos estatuillas cinematográficas.

El Mirandés confirmó en Los Cármenes su compactibilidad y una sincronización que roza la perfección. Una máquina bien construida cuyos jugadores suplentes no alteran su fiabilidad en ningún momento cuando entran. El equipo de Lisci no es un muro, como puede parecer, sino un acordeón perfectamente afinado al que resulta complicado someter.

Entre tanto el Granada, que quizás mereció algo más, continúa con sus enigmáticos cambios puntuales de jugadores que se justifican con respetables puntos de vista, como fue prescindir durante ochenta minutos de la frescura que, según parece, aporta Rubén Sánchez al conjunto.

La realidad es que ni el Granada ni el Mirandés consiguieron obtener un Goya protagonista. El Mirandés, para continuar en puestos de ascenso. El Granada, para no alejarse de los de promoción. Finalmente tuvieron que conformarse con sendos Goyas de reparto, mientras el Huesca, en Córdoba, consiguió uno de protagonista, trofeo virtual que exhibirá seguramente en El Alcoraz tratando de intimidar psicológicamente.