Una tranquilidad intranquila

En Los Cármenes, el Córdoba fue mejor y perdió, y el Granada fue peor y ganó. Fútbol. Y fue mejor el conjunto cordobés porque supo leer lo que el partido demandaba, tanto con once como con diez jugadores, mientras el equipo granadino se perdía en el intento.

Lo anunció Escribá en la previa, y, aun así, los rojiblancos no acertaron a romper la presión que el Córdoba viene ejerciendo en campo contrario. Fue un desliz elocuente durante toda la primera mitad y algunas fases de la segunda. Una deficiencia mostrada por el Granada ante una característica bastante conocida del adversario. Una responsabilidad que resulta difícil de prorratear entre jugadores y cuerpo técnico.

Está demostrado que esta LigaHypermotion no es apta para irresolutos. Demanda una impronta que algunos jugadores granadinistas aún no han alcanzado. Una cohesión que está por llegar, aunque se atisba mejora cuando se defiende. Una categoría en la que el juego que se practica demanda que todos se junten y se dispersen a velocidad de vértigo.

Esta Segunda división se ha convertido en un universo futbolístico distinto donde el talento individual de un jugador necesita la adhesión de su propia fuerza y de una potencia congénita, que le permita rentabilizar su innata calidad. No es lugar para violines. Lo es más para tambores y timbales.

Y aun así este fútbol férreo no puede impedir la infiltración de un virtuoso entre tanta percusión. La de Trigueros entre las líneas enemigas para perfilar un pase atrás que Siren Diao elevó al cosmos granadinista. Un triunfo que servirá para ir alcanzando esa tranquilidad, que todavía se antoja intranquila.