Estamos inmersos en Halloween y por tanto predispuestos a contar historias que producen miedo o a ver películas de terror. El Granada consiguió no exhibirlas ... en Cartagena, donde hubo algunas escenas que causaron pavor, eso sí, pero no afectaron a los jugadores, que lograron mantener firme su integridad emotiva, tan quebrantable cada vez que salían de viaje.
Un ligero paso adelante que podría estimarse insuficiente dada la incapacidad goleadora que demuestra el equipo a domicilio, y su falta de solidez en el centro del campo para controlar el juego. Aun así, Karanka parece ir normalizando su proceso de creación.
El domingo desechó lo abstracto y prescindió de experimentos tácticos y de alineación caprichosa, lo que propició que sus jugadores supieran en todo momento lo que debían hacer, a excepción de los tres de arriba, Uzuni, Puertas y Callejón, que parecieron vivir una aterradora noche de brujas ante la portería contraria.
El empate en Cartagena ha supuesto una red para Karanka. De trapecista, se entiende. Pero lo es más la mejoría de imagen y la permanencia clasificatoria de su equipo en el grupo de cabeza. La duda es si algún día saltará para alcanzar el Veleta, se mantendrá entre los seis primeros, o se descolgará, reflexiones que alimentan el debate sobre su continuidad.
Aitor aparenta ser un hombre tranquilo. Continuando con sus manos metidas en los bolsillos, su equipo mostró en el Cartagonova un mejor tono físico, más intensidad y total entrega, lo que desconcierta a sus menos afines y afianza la opinión positiva de sus admiradores.
Quizás, mientras persiste el debate, debería pensarse en fichar un goleador y un mediocentro jugón, lo que aclararía cualquier duda en cualquier aspecto. Karanka parece también sincero y cuando habla hace público lo que de verdad piensa. No intenta convencer a nadie. O eso parece. Digamos que se siente seguro.
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