La reaparición de John Jiang

Jiang era risueño, pero ha dejado tierra quemada a su paso. Complicó la economía de la entidad cuando no pagó lo comprometido con Adrián Ramos, provocando una bajada del tope salarial en 2019, año del regreso a Primera. El mérito de quedar séptimo y semifinalista en Copa fue mayúsculo con el tercer peor techo de gasto. Hace unos meses, además, se difundió que Jiang tiene una deuda con Hacienda de 2,35 millones por impagos a los trabajadores del ya desaparecido grupo Hope, aquel conglomerado que montó para controlar sus supuestos clubes y que ahora también le ha reclamado al Granada parte de la deuda. El erario le consideró en paradero desconocido, pero lo cierto es que Jiang está en su país, vivito y coleando. Otra cosa es que salga de allí con la tranquilidad de antes.

El Granada ha disfrutado de una etapa de esplendor a pesar del personaje que estaba en la cima de la pirámide. Aunque fuera un colosal vendedor de humo, al menos tuvo a bien ponerse delante de los medios alguna vez, aunque muchas de sus respuestas fueran más falsas que un euro de madera. Todo es distinto ahora porque la ruptura con él fue brusca. La propiedad real resultó ser más aséptica y no demasiado aclaratoria. Se conocen sus intereses cruzados con LaLiga en la explotación de derechos del campeonato en el gigante asiático y su delegación en los actuales ejecutivos, con Patricia Rodríguez a la cabeza. Tal vez sería bueno que, algún día, Sophia Yang hablara en público o Rentao Yi se expusiera, aunque sea de manera telemática. Quizás no sean unos trápalas como Jiang, pero sí dejan asuntos en el misterio y no ayudan a entender ciertos giros, que quedan para la elucubración.