El Népstadion tuvo muchos nombres. Al principio era solamente el campo de fútbol nacional de Hungría, pero las gestas de la selección magiar, con Puskas, Czibor, Hidegkuti y Kocsis a la cabeza fue otorgando al combinado húngaro el honor de ser en aquellos tiempos el equipo del pueblo. De hecho, Hungría fue la primera selección en humillar al inventor del fútbol, el combinado inglés. Un 7-1 se llevó la FA de su visita al 'Estadio del Pueblo' o, en idioma local, Népstadion. Aquella selección se quedó a las puertas de ganar un Mundial en una tarde que aún escuece en el orgullo patrio de Hungría. Les remontó una Alemania a la que habían goleado días antes con pasmosa facilidad. Con la retirada de Puskas, se homenajeó a la leyenda madridista y el estadio pasó a ser el Nacional Ferenc Puskas.
Todo aquel escenario lleno de riqueza futbolística pero recato arquitectónico dio paso al coliseo donde se jugará el siguiente hito en la historia del Granada. Habían llegado nuevos tiempos y Hungría necesitaba un empujón en lo social y deportivo, ya no eran temidos en Europa, ni siquiera tomados en cuenta para la organización de eventos importantes en el deporte rey. Y no fue por falta de intentos. El más cercano, la organización de la Eurocopa 2012. Fue ahí cuando se acometió la construcción del Puskas Arenas. Finalmente la candidatura magiar se cayó de la carrera, aunque el estadio se siguió construyendo y mejorando para futuros eventos.
Es el quinto estadio de fútbol más caro de Europa hasta el momento. 610 millones de euros (y podrían ser algunos más según otras informaciones) invirtió el gobierno de Hungría en levantar este lujoso campo, pero tan pobre en historia. Desde que se levantara, apenas ha podido vivir grandes gestas. La clasificación de su selección absoluta para las dos últimas eurocopas parece el único momento de felicidad de un templo erigido para otros, como el Bayern de Múnich, que ganó la Supercopa de Europa al Sevilla este pasado verano. Es un coliseo preparado para grandes citas, con el objetivo inequívoco de albergar finales de Champions y de UEL de manera recurrente. De hecho, la FIFA y la UEFA ya le otorgaron las cinco estrellas y la final de la Europa League de 2022.
Pero el evento más importante, aunque ahora en el aire por la dichosa pandemia, no es otro que la Eurocopa 2020, postergada a 2021 y cuya organización multinacional está ahora en entredicho. Budapest y su Puskas Arena es uno de los estadios protagonistas de la primera fase, albergando dos de los tres partidos de Hungría ante, nada más y nada menos que Francia y Portugal. Si se acaba celebrando por toda Europa y no en Inglaterra solamente como se rumorea, será cuando quizá bajo todo el armazón de cemento del Puskas Arenas lata de nuevo el espíritu del Népstadion, deseando que sus magiares hagan hincar la rodilla a los mejores del continente.
Será la hora de romper esa contradicción, el aura que acompaña al Puskas Arenas que parece, desde su construcción, un recinto dedicado a ver las gestas de otros. Y como ejemplo, el hecho de que esté albergando partidos como ese Molde-Granada. Dos equipos del pueblo jugando sobre el esqueleto arquitectónico del estadio más mítico del fútbol centroeuropeo, el Estadio del Pueblo. Y gane quien gane, Hungría volverá a ser nido de las alegrías de otros.
Puskas ante el Granada
El estadio lleva el nombre del mejor futbolista húngaro de todos los tiempos y uno de los mejores del continente, Ferenc Puskas. Comenzó en el Kipesti, pasando rapidamente al famoso Honved, un equipo temido en toda Europa por contar con los cinco mejores jugadores del momento, todos húngaros. La mala suerte para el fútbol magiar fue que no hubierse Copa de Europa aún, si no el Honved posiblemente hubiese arrasado los primeros diez o doce años de competición. De ahí marchó a hacer carrera en el Real Madrid, donde se le inmortalizó como uno de los mejores rematadores de la historia, apodado 'Cañoncito' por su innegable talento para el golpeo del balón con la zurda. Con Di Stéfano fraguó una amistad y una sociedad en el campo dificilmente repetible, ganando todo lo que se podía ganar (cinco Ligas, una Copa y tres Copas de Europa).
Aunque sea una leyenda de Hungría, con la que fue oro en los JJ.OO. de Helsinki 1952 y subcampeón de un Mundial y dos Eurocopas, cabe recordar que consiguió la nacionalidad española y jugó con la selección cuatro partidos sin anotar goles. Extraño en un delantero que logró 84 dianas en 85 partidos con su selección natural. Un mito.
Al Granada también le hizo algún que otro gol. Seis en los cinco partidos que jugó ante los rojiblancos, ganando los cinco. Su primer encuentro en Los Cármenes se saldó con victoria 0-3 y fue el autor de los tres goles. Al curso siguiente repitió buena actuación, con dos goles en la victoria blanca 3-4. Y una sola diana, pero diferencial, logró en la siguiente temporada, de nuevo como visitante, en un 2-3 para los madrileños. Solo una vez recibió como local al Granada, ganando el Real Madrid 5-0 pero sin goles del 'Cañoncito'.
Bronce granadino
Como curiosidad, aquel Nepstadion sobre el que se ubica el nuevo Puskas Arenas ha sido centro de innumerables focos artísticos y deportivos. Para empezar, Queen dio ahí su primer concierto en un país de los denominados tras el 'Telón de Acero', un grupo de un país capitalista dando uno de los recitales más recordados en el corazón de un país como la Hungría de 1986.
Los granadinos también tienen su hueco en la historia del vetusto 'estadio del pueblo'. Una semana de 1998 sirvió para congregar a todos los españoles delante del televisor y animar a los atletas que representaron al país en el Campeonato de Europa de Atletismo. Todos se emocionaron con el oro de Reyes Estévez y el bronce de Fermín Cacho en la final de 1.500 metros. Más aún con los 5.000 en los que se coronó con el oro Isaac Viciosa y logró la plata Manuel Pancorbo. El bronce en 400 metros por relevos (Canal, Martínez-Ferrandes, Trull y Andrés) y el bronce femenino de Marta Domínguez en los 5.000 metros completaron un buen papel de la expedición española.
Pero faltaba aún el logro de un granadino. El accitano Francisco Javier Fernández, 'Paquillo', había sido campeón nacional en los 20 kilómetros marcha y confirmó su buen momento en Hungría, logrando el bronce.
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