La enorme decepción del hincha rojiblanco
Plazoleta ·
Cualquier romanticismo en el fútbol se perdió hace tiempo, un mero negocio del entretenimiento con el sentimiento como excusaPlazoleta ·
Cualquier romanticismo en el fútbol se perdió hace tiempo, un mero negocio del entretenimiento con el sentimiento como excusaLos Reyes Magos le trajeron al hijo de mi compañera Mercedes Navarrete una camiseta del Granada con la serigrafía de Uzuni a la espalda. Qué iban a saber entonces Melchor, Gaspar y Baltasar. Estoy seguro de que el caso del joven Sebastián no será el ... único. Ya había elásticas por doquier en el estadio, de todo tipo de tallas. Los chavales adoraban el carisma arrollador del albanés, porque no hay que ser guapo para tener magnetismo. Su manera tan característica de aparecer al rescate cuando más se le necesitaba en el campo. El ceremonial ante el gol, en éxtasis. Los besos al escudo –o al logo de Adidas, por confusión–. Aquellos mensajes reivindicativos a cámara, de cariño eterno al club. Su tiempo para echarse fotos y firmar autógrafos sin mirar el reloj, con la sonrisa perlada algo artificiosa. Tantas y tantas cosas que hoy agrieta cierto despecho. La decepción profunda. El sabor de la traición a lo elemental.
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El amor se rompió de tanto usarlo. Por el vil metal. Dólares convertidos en euros. Del apego reverencial del hincha a la indignación. El «por qué», a lo Mourinho, de todos esos pequeños con su rojiblanca navideña. Los padres soportando el chaparrón. Los indignados con la directiva del club, repartiendo culpabilidad por haber llegado a esta quiebra. Alguna tendrán los mandos, no cabe duda de que en una negociación hay altibajos y tensiones, pero el desenlace ha llegado como consecuencia de un acto de protesta pueril, más que el de cualquiera de los pequeños traviesos que le adoraban. Negarse a entrenar con los demás y jugar fue un órdago inaceptable que ha blanqueado cualquier error que se hubiera producido en este caso entre los que están en los despachos.
Cualquier romanticismo en el fútbol se perdió hace tiempo. Quedan gestos que conmueven, pero la maquinaria industrial tritura casi todo. Es un negocio del entretenimiento con el sentimiento de pertenencia como excusa. Esto, que devuelve a la infancia, es aprovechado para mover ingentes cantidades de dinero que hacen girar un mundillo cada vez más corrompido.
Elevamos a deidades a meros mortales por su singular habilidad con el balón, pero una cosa es el actor y otra la persona. Nunca he dudado de que Myrto hacía casi todo con el corazón ni que estuviera mal pagado, pero sus argumentos se debilitaron durante su rebeldía y esto no se puede eliminar de un expediente que aventuraba a leyenda. Ya no será así, pese a tanto. Aunque su entorno haya querido dejarle de víctima, de mártir. Uno no se cambia de caballo a mitad del río si es feliz. Espera a cumplir el objetivo y se marcha después si eso, dando las gracias, no un portazo. La gente viene por el escudo. No lo besen en vano.
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Sebastián, ponla en Wallapop. Y tranquilo, lo superarás. El Granada se repone a todo y a todos.
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