Alexander Medina habla con Matteo Tognozzi durante un entrenamiento la semana pasada en el estadio. Ramón L. Pérez
Análisis

Solo falta Tony Adams

El Granada avanza de manera irremediable hacia el descenso sin que ninguna de las soluciones aportadas por el club para revertir la tendencia haya servido de algo

Rafael Lamelas

Granada

Martes, 5 de marzo 2024, 00:14

Solo falta Tony Adams –mito como futbolista, ridículo como entrenador– para que el disparate en el actual Granada alcance cotas épicas. Es una mala réplica de aquella temporada que inició el ciclo chino en la propiedad del club con el descenso en 2017. Eran otros ... tiempos, cuando el desembarco de dueños procedentes del gigante asiático había despertado ilusión, como si las cinco permanencias anteriores se quedaran cortas. El suflé se desinfló con el paso de los meses hasta dar con el equipo en Segunda. El poderío chino se notó poco en la inversión, aunque de aquel fracaso naciera el mejor equipo rojiblanco de todos los tiempos, justo cuando menos palpable fue la presencia de los representantes de la empresa que domina el accionariado, DDMC.

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No hay muchos que puedan preservar las lecciones aprendidas entonces, ni del fracaso que supuso aquel hundimiento ni del éxito europeo que germinó, porque pocos quedan en la cúpula de mando de aquella experiencia. La actual presidenta, Sophia Yang, formaba parte de la gestión en el primer desplome pero de manera discreta, sin la influencia de ahora. Su etapa en el consejo de administración empezó con el equipo inmerso en la aventura continental. Despreció el trabajo de los gestores al cargo y no pudo convencer de renovar al que sí consideraban, tanto ella como sus asesores, el gran artífice de los triunfos, Diego Martínez.

El Granada se fue a Segunda con una nueva estructura y muchos vaivenes, pero en unas circunstancias anómalas, cayendo en la última jornada cuando tenía altas probabilidades de salvarse. Ahora, todo es distinto; es peor, pese a venir del impulso de lograr el título de campeón en la división de plata. Tres ascensos, sumando los del Femenino y el Recreativo.

Pero tras las celebraciones, se especuló más sobre posibles compradores de la entidad que de fichajes esperanzadores. Todos los avances del entonces director deportivo, Nico Rodríguez, se ralentizaron ante la sombra alargada del argentino Andrés Fassi, cuya intentona de adquisición quedó en nada. El club, que no iba sobrado en lo económico por los lastres de ciertas renovaciones y de opciones de compra obligatorias, se forzaba a un ejercicio de acierto altísimo en sus incorporaciones, que no fue tal. Solo Gonzalo Villar y Lucas Boyé fueron titulares el domingo en La Cerámica de esa hornada. Al centrocampista no le sale casi nada. El delantero lleva apenas tres goles y soporta la comparativa con Samu Omorodion, que suma nueve, el canterano al que vino a sustituir cuando el Atlético de Madrid pagó su cláusula nada más empezar el ejercicio, con una proyección impresionante.

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El Granada avanza de manera irremediable hacia el descenso sin que ninguna de las soluciones aportadas por el club suponga el golpe de efecto esperado. A Nico Rodríguez lo sustituyó Matteo Tognozzi, llegado de la estructura de la Juventus, con energía para hacer diez movimientos de entrada y ocho de salida (dos no deseadas; las de Álvaro y Bryan), sin que el equipo haya levantado el vuelo, con algunas apuestas osadas entre ellas. Fue una planificación de puerta grande o enfermería.

Se inclinó, antes de nada, por sustituir a Paco López –quien se despidió diciendo que el objetivo era «llegar vivos al mercado invernal»– por Alexander Medina, sin experiencia como técnico en Europa, con números que propiciarían la destitución de cualquier preparador, salvo que la dirección quiera ya ahorrar en finiquitos, asumir este epílogo con él y preparar la experiencia en Segunda. El problema es que, tras los dos descensos anteriores, la propiedad siempre fulminó a sus dirigentes, en oficinas y vestuario. Solo Manolo Salvador pudo trabajar con perspectiva clara de futuro, aunque cuando empezó la nueva temporada quedara ensombrecido por el aterrizaje de Antonio Cordón. El granadinismo, decepcionado y tal vez reivindicativo –se verá el sábado–, queda expectante.

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