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Kevin Vidaña observa un partido en el país en el que trabaja, China. R. I.
Sólo un entrenador de fútbol en China

Sólo un entrenador de fútbol en China

Experiencia ·

Kevin Vidaña, técnico granadino y columnista de IDEAL, cuenta en primera persona cómo se va dejando atrás el COVID-19 en el país donde se originó todo

KEVIN VIDAÑA

KAILI (GUIZHOU; CHINA)

Jueves, 2 de abril 2020, 03:02

No soy político, médico ni científico. Sólo soy un entrenador de fútbol en China que ha vivido el desarrollo y la erradicación del maldito virus donde tuvo origen. Entre mis grandes defectos se encuentra el exagerado desinterés que tengo por la política, o por esta cosa ridícula que hacen los políticos más relacionada con el rap y las batallas de gallos que por la defensa del bienestar y de los derechos humanos. Por eso escribo sin miedo a equivocarme, ni a culpabilizar o señalar, porque hay situaciones donde el silencio es cómplice y nadie pone en juego la vida de mis padres en favor de sus intereses sin ser insultado o criticado. Hay momentos en la vida donde ser discreto no sirve, la prudencia llega tarde y lo mas sensato es ponerse en contra de los que dicen ondear tu bandera.

Y reconozco que, si nunca hubiera vivido en China, seguramente habría caído en las pretensiones de cierta prensa, políticos, médicos y científicos españoles que se encargaron de promover la manifestación equivocada de que el coronavirus era una gripe menos agresiva que la de todos los años. Seguro que me habría sumado a la conciencia social de que no había que preocuparse ni tomar medidas porque el virus no tenia importancia. Pero vivo aquí y lo que yo he estado viviendo estos tres meses no ha cuadrado en absoluto con lo que se venía diciendo en mi querida España. He sentido una impotencia tremenda. He vivido en carne cómo una de las grandes potencias mundiales se paralizaba de golpe, salvo farmacias y supermercados. Cómo creaba hospitales en menos de diez días, cerraba ciudades y encerraba a sus ciudadanos en casa, obligaba al uso de mascarillas, colocaba controles de temperatura en áreas residenciales, vigilaba las calles exhaustivamente y supervisaba e investigaba de manera individual a todo aquel que entraba y salía. Yo recibía cada dos o tres días la visita de doctores, policías o gente del Gobierno, equipados hasta arriba para cerciorarse sobre mi estado de salud, preocupados y dispuestos a ayudarme, ofreciéndome mascarillas, guantes y geles desinfectantes, haciendo todo lo posible para que entendiese lo que pasaba.

El comportamiento gubernamental y ciudadano ha sido impecable y ejemplar en todo momento, a diferencia de lo que se contaba en la mayoría de medios internacionales. En China había gente responsable trabajando en base a medidas firmes, claras y concisas. Hubo responsabilidad cívica, solidaridad, generosidad, respeto por la vida propia y de los demás. Hubo una reacción extraordinaria ante una enfermedad de la que nadie es culpable ni está exento.

El técnico y colaborador de IDEAL luce la mascarilla. R. I.

Ejemplo de mi confianza y tranquilidad en este país fue el rechazo de volver a España cuando tuve oportunidad. Me quedé por la seguridad transmitida y por una cuestión de lealtad y principios, pues en estos dos años he generado vínculos irrompibles con jugadores, cuerpo técnico, directiva y aficionados, siendo inconcebible abandonarlos y dejarlos en esta situación. Era momento de estar juntos, pero separados, de apretar dientes y mostrar nuestro valor en lo que siempre ha sido una situación límite. Y es cuando me pregunto, ¿por qué España no tuvo esa empatía con la muerte y miserias de otros? ¿Por qué hicieron como si no fuese con ellos? ¿Qué hicieron los expertos sanitarios durante estos tres meses? ¿Por qué se desobedecieron órdenes de la OMS? ¿Por qué algunos gobernantes hicieron caso omiso a las medidas dadas y consejos sanitarios? ¿Por qué no se puso nunca un mísero termómetro en los aviones provenientes de China o Italia? ¿Por qué no se aseguró el abastecimiento de mascarillas, guantes o geles desinfectantes? ¿Por qué se quiso concienciar a la gente de que esto era una gripe común para luego encerrarlos de golpe?

Hay muchas cosas inentendibles, explicables solo desde el egoísmo y la ignorancia que prioriza lo económico. En China existió desde primera hora el objetivo claro de salvar a cada uno de sus ciudadanos aunque eso significase pérdidas millonarias. Después de ese mes de cuarentena absoluta del que hablaba, que empezó a finales de enero y duró hasta finales de febrero, comenzamos otro mes conocido como cuarentena parcial o semicuarentena, un periodo de cautela y prevención que creo que deberían imitar todos los países para evitar un rebrote. En este segundo mes la mayoría volvimos al trabajo, pero no todos; colegios, universidad y gimnasios siguieron cerrados, así como otras actividades al aire libre, que siguieron prohibidas.

Trabajo de oficina

En el Guizhou Fengyun hicimos trabajo de oficina. Los restaurantes sólo ofrecían comida para llevar y los centros comerciales se limitaron en espacio y tiempo. Era posible salir a correr de manera individual pero no juntarse con los demás. Continuaron los controles de temperatura, además del uso obligatorio de mascarillas, hasta que, 56 días después, llegó la normalidad ansiada. Personas reunidas sin cubrirse bocas y narices, los negocios abiertos y calles repletas de gente. Desaparición de controles de temperatura, a la única espera de oficializarse el inicio de colegios, la apertura de gimnasios y la vuelta a los entrenamientos.

Se ha respetado este periodo de cautela, recordando que seguimos pisando en terreno desconocido. Ahora, China está extremando precauciones para los casos que vienen de fuera. Por eso ha prohibido la entrada a extranjeros y hace obligatoria una cuarentena de 14 días en un hotel especial para los nativos que quieren regresar.

Las medidas siempre fueron acordes, nunca exageradas. Pero yo no soy político, ni médico ni científico. Sólo un entrenador de fútbol que la semana que viene empieza a ejercer de nuevo.

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