
Torrente se hace mayor en la desgracia
Desde la grada de San Mamés ·
El central de 20 años planta cara a Raúl García, Iker Muniain o Iñaki Williams aunque su resbalón propicia el segundo tanto del AthleticSecciones
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Desde la grada de San Mamés ·
El central de 20 años planta cara a Raúl García, Iker Muniain o Iñaki Williams aunque su resbalón propicia el segundo tanto del AthleticTodo canterano necesita alguna oportunidad para hacerse mayor, vino a justificar Robert Moreno en la antesala de apostar por Raúl Torrente en San Mamés. El central de 20 años le respondió con una actuación colosal que solo empañó su resbalón en el segundo gol del Athletic, que arrebató dos puntos al equipo tras lidiar con una desgracia tras otra bajo la lluvia de Bilbao. Era una noche importante para el futuro del entrenador y el canterano murciano dio el do de pecho. Se midió a Raúl García, Iker Muniain e Iñaki Williams y lejos de achantarse les plantó la cara, más crecido cuanto mayores eran las dificultades.
La Catedral tronaba con miles de leones dentro y al elegante zurdo parecía no pesarle la responsabilidad. Quince años le saca Raúl García y, sin embargo, al primer balón aéreo en el que le buscó el Athletic, Raúl Torrente sacó un leve codazo que tumbó al veterano goleador, experto en esta clase de artimañas. Pareja de Germán, el canterano trató de no complicarse la vida aunque contribuyó con su aseada salida de balón a los momentos de mayor confianza de los rojiblancos. Atento, rápido y valiente al cruce cuando tuvo que salir de su zona, arrebató con limpieza balones comprometidos dentro del área a los delanteros del Athletic, que en ocasiones pidieron penalti frustrados. Le pasó, por ejemplo, a Iker Muniain en la segunda mitad. Torrente les pidió que se levantasen, llegando a encararse, con las tablas de quien llevase una década en Primera y no tres ratos.
Sin embargo, todo se chafó en un balón en largo a Iñaki Williams inalcanzable para el canterano. La 'pantera' del Athletic se adelantó incluso a Maximiano y el balón quedó muerto pero en dirección a gol. Torrente, que llegaba sobrado, se resbaló con la lluvia como le pasó a varios de sus compañeros sobre todo en los minutos finales y solo Abram pudo impedir que la pelota entrase, con tan mala suerte que dio en el canterano y, cuando Muniain se disponía a empujarla, un toque del murciano hacia el poste la mandó contra el cuerpo de Maximiano. A quien se lo cuenten no se lo creería.
Asistió a todo esto con pasmo Robert Moreno desde el techo de la Catedral por su sanción de dos partidos, preocupado por la deriva de su equipo. Anduvo en constante comunicación con el preparador de porteros, Nacho Torres, quien portó los auriculares de los que esta vez se deshizo su segundo Dani Guindos, responsabilizado esta vez de todas las acciones del juego más allá del balón parado que habitúa a controlar desde el área técnica. También estuvo abajo, esta vez, el técnico Carlos Martínez, que es quien suele comunicarse con Guindos cuando Robert Moreno está al frente del equipo desde el banquillo.
Todos trataron de consolar a Darwin Machís cuando este se lesionó. Llegaron a pedirle incluso que se quedara en el terreno de juego mientras Carlos Neva se preparaba, pero el venezolano, abatido, contestó que no podía seguir y enfiló el camino hacia el banquillo, donde fue tratado por los servicios médicos con la mirada en el cielo. Había marcado un auténtico golazo, el primero con su firma en la temporada como granadinista, pero lo que parecía un punto de inflexión en su campaña se convirtió en un nuevo episodio de pesadilla con los problemas musculares.
Como en cada campo de España, el Granada volvió a verse arropado por aficionados que tratan de acompañarle allí donde va. Desde Girona viajó solo en su coche, con ida y vuelta en el mismo día tras el partido, el joven Martí de apenas 20 años, integrante de la peña granadinista de Barcelona. «Aunque toda mi familia está en Cataluña, mis abuelos son granadinos, y a pesar de que no les gusta el fútbol, yo me hice del equipo desde pequeño», justificó. Acudió a recibir al equipo al hotel y pudo fotografiarse con Robert Moreno. «Todavía se hace pesada la marcha de Diego Martínez y el nuevo entrenador necesita tiempo, pero creo que debería jugar a lo que puede con lo que tiene y no a lo que desea; si nos salvamos y sigue, la próxima campaña será mejor», anunció, aunque el punto en San Mamés le pareció «insuficiente si luego se cae al descenso», triste porque «no se pueden conceder dos goles tan tontos».
Imaginaba un partido mucho más agradable la granadina Irene cuando, ya con 1-0 en el marcador, entró a San Mamés junto a su amiga Itziar y nada más sentarse vio los dos goles del Granada para dar la vuelta al marcador. «Estaba convencida de que íbamos a ganar, pero la segunda parte fue demasiado dura para el equipo», lamentó.
Ella, que voló a primerísima hora desde Málaga, se reunió en la grada de San Mamés con otros rojiblancos como Ángel, Alberto, Juanmi y Marifé. Salieron de Granada a las seis de la mañana en coche y no llegaron hasta Bilbao a las tres de la tarde. «Nos encontramos hasta nieve al pasar Madrid, pero este escudo es sagrado y lo merece todo. Está por encima de cualquiera», remarcan.
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