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Rafael Lamelas
Jueves, 29 de abril 2021, 21:10
Al Granada le faltaba algo así. Una victoria de prestigio en uno de esos estadios inaccesibles. El Camp Nou lo era, un terreno de masacres habituales, donde jamás había puntuado. Hasta esta vez, en la que se los llevó todos. El equipo rojiblanco reclamó los focos cuando todos apuntaban al Barcelona, que parecía contar con lo obvio en este duelo pendiente. Parecía inevitable. Ganar le ponía líder, su remontada perfecta en Liga; ahora yace tercero.
Actuaban con suficiencia los locales, con una pronta ventaja de Messi, siempre Messi. Dominaban hasta el abuso, pero su segundo tanto seguía sin aparecer, hasta que de repente todo se desconfiguró. Los rojiblancos encontraron una falla en el sistema culé y Machís equilibró la balanza a la carrera. El Barça se atolondró, precipitado y ansioso. Seguía sin dar crédito a lo que acontecía, algo soberbio, hasta que de pronto cometió otro despiste fatal. Adrián Marín, ese lateral al que Diego encaja de extremo para contener, resultó tener un guante de seda en la zurda. El resto lo hizo un 'niño' de 39 años, un alquimista del gol como Jorge Molina.
Se consumó la venganza de la Copa. Aquella noche triste en Los Cármenes, los de Koeman remontaron en los minutos finales, cuando los rojiblancos acariciaban ya las semifinales. Les arrebataron todo en la prórroga y eso dejó un enorme regusto amargo en las filas rojiblancas. Meses después, cuando nadie daba un euro por ellos, cuando parecían la víctima propiciatoria, un convidado de piedra, sacaron su mayor competitividad, exprimieron sus facultades y dinamitaron los pronósticos.
Barcelona
Ter Stegen; Mingueza (Dembélé, m. 72), Piqué, Umtiti; Sergi Roberto, De Jong, Busquets (Trincao, m. 81), Ilaix (Pedri m. 72), Jordi Alba; Messi y Griezmann.
1
-
2
Granada
Aarón Escandell; Foulquier, Víctor Díaz, Germán, Nehuén Pérez, Quini; Yan Eteki (Gonalons, m. 61), Herrera; Machís (Adrián Marín, m. 76), Suárez (Fede Vico, m. 86) y Soldado (Jorge Molina, m. 61).
GOLES 1-0, m. 23: Leo Messi; 1-1, m. 63: Darwin Machís; 1-2, m. 79: Jorge Molina.
ÁRBITRO González Fuertes (comité asturiano): Expulsó con roja directa a Ronald Koeman (m. 66). Amonestó a los visitantes Soldado (m. 20), Nehuén (m. 43), Germán (m. 89) y Adrián Marín (m. 93).
INCIDENCIAS Partido correspondiente a la jornada 33 de LaLiga Santander, disputado en el Camp Nou, sin público en las gradas por las restricciones de la pandemia.
El equipo más goleador se enfrentaba al más goleado. Un Barça disparado a por el título con un Granada con la reminiscencia europea en la cabeza. Algunos cambios para refrescar de Koeman frente a una alineación remendada por Diego Martínez ante sus ocho bajas. No podría estar más desequilibrado, pero el fútbol tiene estas cosas. Es su magia.
Desde pronto, los rojiblancos parecieron estalactitas en una cueva que el Barça pretendía iluminar a base de pases. El conjunto azulgrana también tenía tres centrales pero esto solo servía de sostén para descargar ráfagas, con Busquets rejuvenecido, disputándose todo en pocos metros. Griezmann y Messi flotaban sin descanso mientras se afilaban las uñas.
Aarón volvió a toparse con los culés, con ese sobrio gris que no tiene que ver con su estilo expeditivo. Detuvo un primer intento de Griezmann, aunque no pudo con el siguiente de Messi. Aceleró ante Yangel Herrera y Víctor Díaz salió a interceptarlo como un guardia de tráfico, pero el astro argentino se esfumó. Entró en el área sin pedir permiso, con Foulquier como mero mayordomo, y alojó la pelota en la red con uno de esos tiros cruzados. El truco del mago se conoce de sobra pero no hay quien acabe detectando el momento del engaño.
Apenas contestó Yangel Herrera con un robo en campo contrario resuelto con un inocuo chut de zurda. El venezolano se asfixiaba porque tenía mucho tráfico en la zona ancha, con Eteki embistiendo, pero sin quite alguno. Nehuén salió a perseguir a Messi, a darle duro, que es algo que seguro le prima en Argentina, con la mala fama de blando que gasta últimamente. Quedó amonestado en la segunda persecución que le hizo a su compatriota.
El 'diez' siguió a lo suyo, tan resuelto que empieza a parecer descabellado que abandone el hábitat saludable que le ha levantado Koeman. Busquets le halló en un desmarque y se midió con Aarón, que le sacó el tiro con el pie, como Casillas a Robben.
A Soldado lo aburría Piqué, pero no con charlas políticas sino con un marcaje pegajoso. El Granada tuvo apenas una aproximación interesante en ese acto. Machís vio cómo Soldado rompía al espacio y el valenciano pudo correr y chutar, pero Umtiti segó el balón delante de Ter Stegen.
No modificaron nada los nazaríes en su alineación al descanso, recuperado Quini tras una tarascada de Piqué. Tampoco los anfitriones mudaron de ropa, bullicioso Griezmann en una recepción a pase del joven Ilaix que malogró en el ajuste a meta. Pero por fin despertó el Granada en una arremetida de Soldado, profundo hasta llegar al rectángulo de decisión pero excesivamente generoso en la búsqueda de Suárez, cuando tenía horizonte para cañonear. Piqué se opuso una vez más.
El encuentro dejó de disputarse en una jaula. Sergi Roberto aflojó con el sable en unas circunstancias propicias para clavarlo. Había concesiones y respuestas, menos burocracia táctica. El acoso del Barça se intensificó, doblando su ración de pases en terreno hostil, pero el marcador no contemplaba la posesión de balón ni la precisión de pases, sino la aislada muesca de Messi. Los rojiblancos sacaron de la bodega a Gonalons y Jorge Molina, pero el que se lució con un delicado pase fue Luis Suárez, ojo avizor hacia la carrera de Machís. Mingueza no estuvo rocoso al intentar controlar la bola y el venezolano aterrizó ante Ter Stegen como un B-52.
Al Barça le sentó como si le cayera una avalancha en un día de pícnic. Tan irritados estaban los locales que Koeman soltó alguna burrada y el cuarto árbitro se chivó a González Fuertes, que le expulsó de inmediato. Desde el móvil, pidió a su segundo que envidara con Dembélé y Pedri. El Granada resistía, sudando a mares. Diego miró a Adrián Marín, quizás para sellar la banda más que para prolongar ataques, pero en uno que pudo percutir, sacó una fenomenal rosca hacia Molina, que estaba solo, como ignorado por los zagueros azulgranas.
El 1-2 terminó de descomponer al Barça, alucinando en la noche en la que pensaba que se le iba a poner cara de campeón y acabó desmaquillado. El Granada lo soportó todo y más, hasta el último suspiro. Manejó el reloj mejor que en aquellos cuartos de final y no hubo ningún rebote incómodo. Europa, ese sueño remoto, está ahora a cuatro puntos, por la Conference League, y a cinco si quiere repetir por la UEL. Cinco apasionantes partidos por delante. Este equipo puede con todo, cuestiona cualquier destino funesto. Son los espartanos, esta vez sí, cambiando todo y triunfando en las Termópilas.
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